"No se necesita mucha fuerza para aferrarse, se necesita mucha fuerza para dejar ir".
J. C. Watts
En el rincón de una habitación una rubia temblaba de pies a cabeza, estaba cruzada de brazos y lanzaba miradas fugaces al hombre con quien compartía el reducido espacio. Candy estaba asustada, temía por lo que pudiera llegar a pasar, cuando hay distancia de por medio ser fuerte de sentimientos no es ninguna hazaña, pero cuando la distancia es nula los impulsos y las emociones se vuelven difíciles de controlar. William estaba sentado al otro extremo y la miraba sin pretender ocultarlo, estaba preocupado por ella. Los señores García fueron muy amables al ofrecerles aquella habitación, era la única disponible dentro de la cabaña. El espacio era pequeño pero acogedor, ambos aceptaron la amabilidad de la veterana pareja, sin embargo, desde que entraron al lugar Candy levantó un muro entre los dos, se aisló a un extremo y guardó silencio desde entonces. Cansado de la situación Will se puso de pie, caminó hasta ella y le tocó la frente sin mencionar palabra alguna. Candy le apartó la mano inmediatamente cuando apenas y la logró tocar. Él la miró con reproche y ella mantuvo su actitud de defensa. En el instante en el que se miraron hubo un corto de luz y la oscuridad los rodeó por completó. William caminó hasta la puerta tropezando con algunos muebles y salió de la habitación pidiéndole a Candy que esperara. Minutos más tarde apareció con un par de velas encendidas que ubicó en lugares estratégicos para lograr proveer algo de luz.
—Steve dice que suelen haber cortes de luz en la zona. —explicó el rubio—. Regresará pronto, así que no te preocupes.
Candy asintió, su movimiento se vió mezclado con el fuerte temblor que invadía su cuerpo. William lo notó y nuevamente se acercó. Con la poca luz que ofrecían las velas logró ver el sudor en la frente de Candy, además del tono morado que tenía sus labios. La tomó de las muñecas y sintió la piel caliente, luego intentó tocar nuevamente su rostro pero ella retrocedió, él insistió y la retuvo agarrándole el hombro con firmeza mientras con la mano libre le tocó la mejilla.
—¡Candy!, estás ardiendo. —dijo preocupado.
Candy no soportó su toque, no podía resistir su cercanía. Se levantó precipitadamente e intentó salir del lugar.
—¿A dónde vas? —dijo él tomándola del brazo.
—Iré a la sala, tú puedes ocupar la habitación. —se soltó de su agarre.
Will la interceptó cuando casi llegaba a la puerta —¿Acaso te has vuelto loca?, ¿no ves el estado en el que estás?
—Me sentaré cerca de la chimenea. —trató de esquivarlo.
—Lo que necesitas es tomar medicina y descansar. —le cerró el paso.
—No tienes que preocuparte por mí, ya no tenemos una relación, así que déjame en paz. —dijo apretando los dientes.
William se sintió herido, bajó la mirada y le cedió el paso, pero cuando Candy estuvo casi fuera de la habitación se volvió y la tomó de los brazos con fuerza—. Eres una mujer terca. —la sacudió un poco y la miró a los ojos tratando de hacerla recapacitar.
Ella lo miró con ojos cristalizados, lo contempló, lo odió y lo amó. Él trató de traducir la mirada de ella porque sabía que le estaba hablando, pero entre tantas cosas la verdad se ocultó y no pudo entender absolutamente nada. Miró los labios de ella y los deseó como se desea la lluvía en el desierto, acercó su rostro y ella solo seguía mirándole, cuando casi alcanzó sus labios la vió desvanecerse, y en un movimiento rápido él la sostuvo en sus brazos.
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DESTINADO A TU AMOR
FanfictionWilliam Andrew es el heredero de las empresas de su familia. Candice White es maestra de arte de tercer grado en un orfanato. Pero una noche sus destinos se cruzan y como resultado ella queda embarazada. Las circunstancias los llevan a contraer un m...