Capítulo X

1.1K 90 46
                                    




"Alicia había empezado a pensar que muy pocas cosas eran realmente imposibles."

Lewis Carroll  (Alicia en el país de las maravillas)



Candy estaba en los brazos de Morfeo, sumida en un sueño profundo. William... bueno él estaba sumido en otra cosa, una especie de batalla, de esas que son comunes y difíciles para los hombres. Para el rubio era una tortura ver a Candy en pijama cada noche, verla peinar su cabello humedo frente al espejo, verla leyendo en el sofá, velar haciendo cualquier cosa que por más sencilla y trivial que fuese, para él era toda una fantasía, un llamado, una incitación, una seducción. ¿Acaso estaba siendo el pervertido más grande de la historia?, se preguntaba una y otra vez. Cada noche era una batalla, Candy era Medusa y él era Perseo. Si no la miraba no sería convertido en piedra, o bueno, en llamas. Se puso la almohada en la cara hundiendo la cabeza en ella—. Si no la miro, si no la miro, si no la miro. —susurraba con la voz ahogada. Después de una larga lucha, por fin salió victorioso. Cuando William estaba dormido, Candy despertó. El sueño la abandonó y los papeles se intercambiaron. Se dio la vuelta y lo miró, ahora eran Psique contemplando a Eros mientras dormía. Ese hombre frente a ella bien podía ser un dios griego, uno tallado con amor y dedicación. Detalló cada parte del rostro masculino, pestañas largas, labios carnosos, nariz recta, cejas gruesas y esa hermosa melena rubia con matices castaño claro. "William, ¿está bien si te deseo para mi?" preguntó desde el interior mientras le acomodaba las cobijas.

—Que tengas un buen día. —Candy se despedía de William, salió a la entrada principal junto con él, un empleado lo esperaba con las llaves y el auto. Su esposo siempre partía al trabajo mucho más temprano que ella.

William detuvo sus pasos, recibió la llave del auto y dió las gracias al empleado haciendo una leve inclinación con la cabeza. Se volvió y caminó hasta la rubia ensartandola con la mirada—. —¿Sólo te despedirás así? —preguntó cuando estuvo frente a ella.

Lo miró confundida.

—Ejem. —Él se aclaró la garganta y se tocó disimuladamente la mejilla haciendo como si intentara rascarse el mentón.

— ...

—Parece que no eres buena captando las señales. —rió—. Espero que también tengas un buen día. —comentó antes de marcharse.

Cuando William iba dar la media vuelta ella lo sujeto del antebrazo, se empinó, tiró de él haciendo que bajara un poco y luego le dió un beso en la mejilla.

—Me equivoque, sí eres buena. —comentó el hombre tocándose nuevamente la mejilla con una expresión entre asombro y satisfacción.

Candy sonrió y luego comenzó a juguetear con el anillo en su mano tratando de ocultar el sonrojo—. Oye, mamá dice que preparará almuerzos especiales, pasaré por ellos y luego llegaré a tu oficina para que comamos juntos ¿te parece bien?

—Me parece perfecto. —respondió mirándola con deleite, ¿cómo podía ser tan tierna y encantadora al mismo tiempo?

❁❁❁❁

— ¡Daniel! mi querido bisnieto por fin te dignas a visitar a esta anciana. —Saludó Elroy dándole un abrazo al trigueño.

—Lo siento abuela, he tenido mucho trabajo en la empresa de mi padre. Estuve en Grecia y luego viajé a Australia, fueron varias semanas intensas. —se excusó Daniel correspondiendo el abrazo.

DESTINADO A TU AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora