Capítulo XIX

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El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

1 Corintios: 13




Karen le entregó todas las pruebas a Candy, además, le contó todos los sucesos tal y como se los reveló Anthony. Para ponerlos en contexto, queridos lectores, a continuación se describen los hechos acontecidos justo después de que nuestra protagonista viajó a París.

Cuando Candy salió del País y se fue a estudiar a Francia, William se entregó al trabajo de una manera extrema y obsesiva, el hombre trataba de no tener tiempo libre para pensar, esto lo llevó a padecer fuertes migrañas, que fueron aumentando en intensidad en menos de un mes. El insomnio también hizo presencia, causando así cansancio cerebral y un deterioro progresivo en el sistema nervioso central. Todos los hábitos insanos que adoptó el rubio fueron los desencadenantes principales de la aparición de los síntomas de la enfermedad de Huntington, que hasta ahora no se habían manifestado con claridad. Sin embargo no solo fue su salud física la que fue quebrantada, también su salud mental. William cayó en una depresión profunda y empezó a padecer trastorno obsesivo compulsivo, la obsesión con su enfermedad llegó nuevamente, pero esta vez a un nivel extremo. Con el pasar de los días comenzó a presentar movimientos involuntarios y tuvo que ser ingresado en urgencias, mientras estuvo en el Hospital su salud empeoró aún más, tanto que el doctor Grey creía que el Patriarca de los Andrew ya no podría volver a laborar y tendría que ser atendido y medicado de por vida. Estando internado, William, tuvo nuevos episodios de amnesia, presentó rigidez muscular, y debido a esto no podía moverse, pasó a ocupar una silla de ruedas para poder desplazarse, sumado ello padeció disartria, una condición donde los músculos del aparato fonador se debilitan y dificultan el habla. La condición de William era grave, el estado de su salud tuvo que ser mantenido en secreto para evitar la imprudencia de la prensa. Elroy, Rosmery, Anthony, los hermanos Cornwell y George eran los únicos que estaban enterados de la gravedad en la que se encontraba. Para que el rubio lograra recuperarse tuvo que empezar un tratamiento que integraba medicamentos antipsicóticos con la fisioterapia ocupacional y del lenguaje. El mayor de los Andrew fue llevado a Minnesota y fue ingresado en unos de los mejores hospitales especializados en neurología. Los Andrew prácticamente compraron la discreción del hospital y lograron mantener el estado de William en completa confidencialidad. El rubio permaneció internado durante cuatro meses hasta que presentó algo de mejoría, luego permaneció recibiendo tratamiento en casa, la familia adquirió una residencia en Minneapolis donde Rosmery vivió con William durante cinco meses, periodo en el que el enfermo logró recuperarse casi un ochenta y cinco por ciento. Durante ese tiempo Anthony tomó el mando de la empresa en Chicago y se le informó a la prensa que William estaría por fuera del país cierta temporada, debido a circunstancias importantes que no podían ser reveladas. El hombre de negocios regresó a Chicago increíblemente recuperado pero con algunas secuelas, por lo cual permaneció descansando hasta cumplir el año. Un día cualquiera la enfermedad dejó de avanzar y desde entonces el doctor Edward dice que ha sido testigo de un milagro. William retomó su lugar como presidente y patriarca de los Andrew. Hasta el día de hoy el hombre parece encontrarse en buenas condiciones y aunque su corazón no logró recuperarse del todo debido a la ausencia de su amada, su salud física sí que se sobrepuso.

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