Cuatro.

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Narrador omnisciente.

Los chicos estaban más que desesperados por oír la historia de James, el que aseguraba recordar vívidamente lo que había sucedido.

Cliff se había sentido en gran confianza con Pete, compartiendo la búsqueda de su compañero con el tipo de cabello largo y negro. Ellos dos estaban sentados juntos en un sillón grande frente a Jolenne y Kirk, quienes también se habían vuelto un poco más cercanos. Estaban completamente cómodos, incluso ella estaba recargada en el hombro del chico y él jugaba con su cabello.

Los dos sentían atracción por el otro, no obstante reprimían esos pensamientos por el hecho de haberse conocido tan poco tiempo antes. No podían evitar pensar que era muy apresurado decirlo.

El sillón que estaba del lado izquierdo, como si fuera la cabecera de la sala, era el más grande. Ahí estaba Lars y James.

En el que estaba frente a ellos, Andie y Joss permanecían muy cómodos. Ella recargó su cabeza en el reposabrazos del sillón y sus piernas descansaban en las de Joss.

—Basta de rodeos, hombre. Necesitamos explicaciones de muchas cosas —Lars le dio un golpe en su hombro.

—¡Bien, ya voy! —se acomodó en su asiento y aclaró su garganta —. Después del concierto comenzamos a tomar un par de cervezas en los camerinos, nos dimos cuenta que nos caíamos bastante bien y los invitamos a venir, ustedes aceptaron obviamente. Teníamos muchas botellas de alcohol en la suite y las devoramos en un segundo; el concierto terminó a la una de la mañana y ustedes estaban ebrios dos y media.

—¿Pero como mierda puedes recordar eso y nosotros no? —Pete preguntó.

—Sí... verás, conocí a un tipo que me vendió unas cuantas pastillas para pasarla bien, y fueron lo mejor. Yo estaba muy ebrio y drogado, pero completamente consciente.

—Hubieras compartido, hermano—dijo Joss, alzando sus brazos—. Te habríamos sacado antes de la cárcel. Por cierto, ¿cómo llegaste ahí?

—Apenas iré a ese punto —James lo señaló y volvió a acomodarse en su asiento—. Organicé una batalla de músicos, baterista contra baterista, bajista contra bajista, ya saben. Kirk perdió el puesto del mejor guitarrista de la noche y se volvió loco —rió a carcajadas, señalando ahora al mencionado—. Hombre, estabas más que molesto —el chico solo se removió en su asiento un tanto incómodo —. Incluso te hicimos una broma, te dijimos que estabas fuera de la banda y que Jolenne te iba a reemplazar. Hicimos un contrato en una servilleta llena de whisky y te encerraste en una habitación armando un berrinche.

—Con razón encontré esto en mi pantalón —Cliff sacó de su bolsillo una servilleta echa mierda. Al verla, se echaron a reír.

Esa servilleta estaba repleta del líquido, por lo que la letra apenas se reconocía. Kirk estaba un poco avergonzado, pero igual reía de la situación.

—Y eso no fue lo mejor, nos gritaste que éramos una bola de traidores que se dejaban envolver por la belleza de una chica —James prosiguió—. Luego Jolenne se sintió un poco culpable y fue a buscarte a la habitación, después de ahí... —pausó, frunciendo un poco los labios intentando aguantar su risa—, no los vimos en un buen rato.

Los chicos rieron ante ese comentario, sabían a que se refería. Kirk y Jolenne se removieron un tanto incómodos, igual rieron, pero por dentro, muy por dentro, se sentían increíblemente bien por haber pasado la noche, aunque lamentablemente no lo recordaran.

—¿Segura que no estás embarazada Lenne? —bromeó Pete, el chico frente a ella. La chica le lanzó un cojín como respuesta.

—Míralos —interifirió Joss—, son unos tórtolos hormonales.

Nothing else matters ☆━ Kirk HammettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora