Trece.

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Narrador omnisciente.

—Tu turno.

Los chicos se fueron a una cafetería local cerca del apartamento de Kirk, cuya dueña era considerada por aparte de él como su segunda madre.

Cuando era un adolescente, gastaba todos sus ahorros y cualquier cifra de dinero que tuviera en sus manos para comprar accesorios para su guitarra, púas, revistas de Heavy y Thrash metal, partituras y todo lo que tuviera que ver con su pasatiempo. Siendo así, se quedaba en banca rota si de alimentos para sobrevivir se trataba. Claro, su madre preparaba comida pero con tantas cosas que cargaba no quería lleva una maleta más. Durante las jornadas escolares prefería pasar hambre a comer las desgracias humanas que daban en el colegio. Por eso, la señora Whins siempre lo invitaba a pasar por las mañanas y le daba su almuerzo a cambio de ayudarla a abrir y cerrar el negocio, pues según ella, la cortina de seguridad era muy pesada.

Habían comenzado a jugar verdad o reto, pero ninguno llegaba a escoger algún reto. Así que modificaron sus reglas y solamente se quedaron hablando sobre verdades, con el único fin de saber más cosas sobre ellos.

—Bien... —contestó Kirk—. ¿Cuántas relaciones has tenido?

Una mesera quien, era la nieta de la dueña, se acercó a ellos y entregó una malteada de fresa para Kirk y un café frío para _____. Esperaron a que se fuera y siguieron.

—Ninguna —dijo sin más.

—No te creo... ¿ni una de mentira? —respondió divertido, dando un sorbo a su bebida.

Y luego recordó.

Cuando estaba en secundaria no llegó a tener algún pretendiente duradero, ni mucho menos un noviazgo. Siempre que algún chico le gustaba, hacía de todo para que él se fijara en ella. Cuando el chico estaba completamente flechado, le dejaba de gustar de inmediato y comenzaba a evadirlo, y se sentía culpable por ello.

Sufrió bastante gracias a eso, no lograba conectar sentimentalmente con alguien, y cuando Pete se enteró de eso le explicó que probablemente era culpa de mis padres —ya que, además de la música, le fascina la psicología y no dudaba un segundo en usarla como experimento—. Pues, al tener padres un poco ausentes en el aspecto afectivo y emocional, creció sin poder expresarse sentimentalmente. Cada que llegaba a soltar alguna lágrima por la razón que fuera, se lo hacían ver como una debilidad. Jamás le dieron afecto, en su lugar, le compraban cosas que no necesitaba. Nunca les contó lo que le sucedía, si llegaba a pelearse en la escuela o si se sentía triste por alguna razón. Nada.

Jamás tuvo alguna relación seria, ni siquiera una de mentira. Su vida se ha basado en sexo casual y amigos con derechos.

De hecho, aún recuerda al primero y tal vez al más duradero. Su nombre era Frank en ese entonces, y se conocieron  en el famoso Whisky a Go Go! Esos días sus padres habían salido a un viaje de negocios, y fácilmente se fueron al menos tres semanas. Le dejaron a cargo de una niñera de veinticinco que, si le daba veinte dólares por día, la cubría en sus escapadas de casa.

Ella tenía 17 y Frank cumpliría 21. Sinceramente la diferencia de edad les había importado poco, y esa primer noche terminaron en su apartamento fumando hierba totalmente desnudos.

Pasaron unos meses y Frank llegaba a casa de Jolenne y se metía en secreto. Llegó a dormir tres noches seguidas ahí y sus padres jamás se dieron cuenta. Al principio intentaron una relación, pero simplemente no sintieron química amorosa, pero afortunadamente, sí había química sexual. Fuera de ello, se convirtió en un gran amigo, al grado de que Pete se molestaba y le decía que pasaba más tiempo con Frank que con él.

Nothing else matters ☆━ Kirk HammettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora