Catorce (maratón 1/3)

230 12 2
                                    

______.

Desperté gracias a la voz de Kirk diciéndome que debía levantarme, al abrir los ojos traía consigo un pequeño pastel de cumpleaños con una vela en forma de "22".

—Feliz cumpleaños, nena.

Se acercó un poco más a mi con la intención de que apagara la diminuta llama, no sin antes pedir un deseo. La verdad es que jamás he creído en esa farza, ¿solo lo pido y por ser mi cumpleaños se cumple? vaya tontería. Pero Kirk había insistido en que no me atreviera a apagarla sin antes desear algo con todas las fuerzas de mi corazón. Le hice caso e inconscientemente, él llegó a mi mente, así que terminé deseando que Kirk estuviera en mi vida un buen tiempo.

Pude haber deseado que mi banda tuviera éxito mundial en un abrir y cerrar de ojos, que mis padres fuera infelices el resto de su vida, que me ganara la puta lotería. Pero no, supongo que el amor es así.

Apagué la llama y Kirk dejó el pastel en la mesilla, luego me envolvió en un abrazo y me dejó inmóvil debajo de él.

—Vas a ser mi muerte, Hammett —reí.

—Entonces muere en mis brazos, linda —en un movimiento me giró y ahora yo quedé encima de su cuerpo—. Ve a arreglarte, vamos a dar un paseo por aquí.

Asentí dándole un corto beso y me levanté de la cama. Eran pasadas las nueve, se me hacía bastante raro que aún no recibiera ninguna llamada de los chicos... ¿estarán bien? o, ¿al menos recordarán que es mi cumpleaños?

Me dirigí a la maleta y saqué un par de prendas que estaban predestinadas a ser mi atuendo cumpleañero. Un par de vaqueros de cuero bastante ajustados, un jersey negro sin mangas con la portada del álbum powerslave de Iron Maiden y un saco medianamente largo de cuero, que tenía unos cuantos estoperoles en los hombros.

Después de darme una relajante ducha y terminar con mi ritual de belleza que, no consiste más que en un poco de crema facial, me coloqué la ropa. Me quedaba justo como lo tenía planeado.

Mi cabello lo dejé al natural, seguía un poco húmedo, así que lo mantendré suelto. Ya debía retocar el tinte negro, y aunque mi color no varía tanto, siento que se nota a kilómetros la raíz castaña. Al concluir con todo, me rocié perfume y salí de la habitación. Olía bastante bien, Kirk había preparado café y si no me engaña mi sentido del olfato, también hizo huevo con tocino.

Al llegar a la mesa, Kirk sonrió y dejó un plato con lo que había imaginado, junto con una rebanada de pan recién salida de la tostadora, y obviamente, no podía faltar la taza de café.

—¿Cuándo aprendiste a cocinar? —pregunté—. Hace unas semanas me dijiste que no sabías hacerlo.

Me senté y él rápidamente dejó su plato con el mismo desayuno, quedando frente a mi.

—Tal vez estuve haciendo varios intentos hasta que me saliera perfecto —dijo dando un sorbo a su café—. ¿Te ha gustado tu primer sorpresa del día?

—¿Primera?

Asintió emocionado.

—Me ha encantado, gracias.

Pasamos el rato desayunando y hablando de cosas sin ninguna importancia. Notaba a Kirk bastante nervioso, rascaba la palma de su mano constantemente y no dejaba de mover una de sus piernas. Sin embargo, no quise preguntarle si lo estaba.

Después de un rato sonó el teléfono del apartamento, y Kirk corrió a tomarlo.

—¡Hola!... oh, claro, ella está aquí... con gusto —se separó y llamó mi atención. Me levanté y cojí el teléfono.

Nothing else matters ☆━ Kirk HammettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora