Dos.

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Mis ojos se abrieron por instinto gracias a los molestos rayos de sol que entraban por la ventana. Las cortinas no servían para una mierda, eran más transparentes que nada.

Me quejé. La cabeza me explotaba, me dolía todo el cuerpo y sentía ardor en el interior de mi nariz. Definitivamente habíamos tenido la noche de nuestras vidas, y creo que por un momento pudo ser la última. Tardé un poco en por fin levantarme de la cama, estaba aturdida y mareada, y para terminar, el calor en la habitación empeoró gracias al sol entrando en ella.

Ni siquiera quise verme al espejo, sabía que estaría echa mierda y tal vez rapada de un costado. Mejor me dirigí de una vez a la cocina, no sin antes darme cuenta de que el piso de la habitación estaba repleto de botellas, restos de coca, cigarrillos a medio fumar y frascos con hierba.

Hice caso omiso. Esto era ya de costumbre.

Salí de la pieza y era el mismo desastre o tal vez peor. Las botellas vacías de whisky y vodka eran las protagonistas del suelo, pisaba con cuidado para no cortarme con algún vidrio suelto o solo no pisar algo que no quisiera.

Al llegar a la cocina, me sorprendió ver que incluso estaba mejor que la habitación y pasillos. Claro, había muchas latas de cerveza y bolsas de frituras, pero nada más. Ahí también estaba Joss tomando un café, sin camiseta y solo con sus jeans de anoche.

-Pensé que estarías literalmente en cualquier otra parte, menos aquí -bromeé dándole un suave golpe en el hombro-. ¿Te corrieron de los bares?

-Ni siquiera sé que pasó, Lenn -confesó, con su mirada fija en el piso-. Solo sé que está vez si me pasé.

-Deberías ver la pieza, es un basurero -tomé la jarra de la cafetera y una taza, para después servir café en ella.

-No hace falta llegar hasta ahí, con ver la sala y todo lo demás es suficiente -suspiró y dio un trago al líquido en si taza.

Giré a ver la sala, era un desastre total. Bien podrían tomar una foto para usarla como habitación estereotipada de una banda en estos tiempos. En unos cuantos segundos pude identificar tal vez tres sostenes que definitivamente no eran míos. No tengo tan pocas tetas, pero tampoco tantas.

-Pensé que Linda había conseguido habitaciones dobles, no una suite-dije observando con más detalle el lugar.

-No quiero hacer falsas teorías, pero creo que amanecimos en una habitación que no es nuestra, Lenn -respondió alzando la vista. Luego giró a verme, me analizó y frunció su ceño-. ¿Esa no es la playera de Hammet?

Antes de dirigir mi vista hacia la prenda, dudé. No podía creer en un alcohólico drogadicto que apenas sabe cual es su nombre ahora.

-¿Alguien ha visto mis boxers? -gritó una voz por el corredor.

Ignorando la pregunta que Joss había formulado, nuestras expresiones expresaron con total perfección un «¿Qué mierda?». Esa no era la voz ni de Pete, y mucho menos de Andie.

-¡Por Dios, Kirk! ¿Quieres cerrar la boca de una vez? La cabeza está matandome -contestó otra voz totalmente distinta antes de que pudiéramos reaccionar a la anterior.

Y luego apareció Hammet con una sábana tapando de su cadera hacia abajo, sin camisa, y tratando de quitarse con una sola mano un cinturón de su cabeza.

Al parecer se sorprendió igual que nosotros al vernos parados ahí, ya que al darse cuenta de nuestra presencia, se quedó quieto y dejó de caminar.

-¿Pero que mierda pasó anoche? -preguntó Joss en un susurro, después de unos momentos en silencio.

Nothing else matters ☆━ Kirk HammettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora