Quince (maratón 2/3)

188 13 0
                                    


Bueno, no morimos. Estamos sanos y salvos en la acera, con el cabello revuelto, el corazón a punto de salirse y también el vómito de nuestros estómagos.

—Vaya atracción —dije soltando un pesado suspiro. Todo me daba vueltas.

El dejó escapar una gran carcajada y apoyó su cabeza en sus rodillas —. Una cosa menos a la lista.

—¿Qué?

—Mi lista de cosas por hacer antes de morir —explicó incorporándose en su posición de antes—. Desde que tenía quince años quise subirme, pero nada lograba convencerme por completo. Y luego llegaste tú y ese idiota y bueno, aquí estoy.

Sonreí y me recargué en su hombro —. Y yo me sentía culpable por hacerte subir.

Colocó su mano encima de mi y comenzó a peinar hebras de cabello que caían desde mis hombros —. ¿Hice tus semanas mejores? —cuestionó casi en un susurro.

—Sí.

Escuché una dulce risilla salir de él. Amaba cuando se le escapaban, eran miel pura, y yo Winnie the Poo.

—También has hecho mejores mis últimas semanas. Tanto así que —me movió lentamente y se levantó, giró y me extendió su mano —, vamos a casa. Te prepararé algo de cenar en lo que llegan los chicos.

Asentí y tomé su mano. Caminamos lentamente por la feria, sorprendentemente no lo reconocían tanto... me extraña, pero aquí hay más padres conservadores y ancianos religiosos que jóvenes fanáticos del Thrash Metal.

La feria estaba un poco lejos del apartamento de Kirk, así que caminamos un buen tiempo. Me platicaba sobre anécdotas que vivió en su niñez, que si en la calle de ahí se cayó de la bicicleta, o si su madre lo encontró jugando a altas horas de la noche en tal casa.

Había sido un maravilloso día, e incluso podría decir que el mejor cumpleaños que he pasado. Sí, nadie de mis amigos estuvo conmigo, pero el saber que están trabajando en algo que he esperado por años y que, permitieron que pasara este día fuera de una oficina, es el mejor regalo que pudieron haberme dado. Eso sumando el hecho de que Kirk planeó un día entero para conocer su ciudad, comer cosas que son legendarias aquí y acompañarme en locuras como en la feria. No podría haber sido mejor.

—Linda, me estoy orinando en los pantalones —dijo Kirk, entrado al edificio—. Subiré por las escaleras, es más rápido.

Corrió sin siquiera saber si seguía detrás de él. Sinceramente no quería subir cuatro pisos de escalones, así que esperé a que el ascensor abriera sus puertas y me subí. Llegué al piso y caminé a la puerta, la cual estaba abierta.

Todo estaba silencioso y oscuro, pensé que Kirk habría encendido al menos el foco de la sala. Me acerqué al interruptor mientras me deshacía del saco que traía puesto y escuché detrás de mí un gran estruendo.

—¡Sorpresa!

Giré y estaban todos, absolutamente todos, incluyendo a mis amigos. Corrí a abrazarlos, creí en esos malditos hijos de perra y pensé que no vendrían.

—Son unos idiotas, ¿porqué me mintieron? —pregunté.

Me separé de ellos y me dispuse a admirar la decoración que habían preparado. Me encantaba cada serpentina y cada globo del lugar, había una mesa llena de obsequios y al centro un pastel con crema batida de color negro, y encima no podía faltar la vela en forma de "22".

—Bueno, nunca habías tenido una fiesta sorpresa y sabemos lo mucho que anhelabas una —explicó Andie.

—Kirk fue de bastante ayuda, lo acepto —intervino Joss—. De hecho, estuvimos aquí todo el tiempo. Bueno, no aquí aquí, me refiero a que estuvimos en San Francisco.

—Son grandiosos, chicos. Muchas gracias —me acerqué a Kirk quien ya tenía un gorro de cumpleaños en su cabeza y le di un beso—. Y gracias también a ustedes, son los mejores—me dirigí a sus amigos.

Se acercaron a darme un cálido abrazo incluyendo Lars, no de tan buena manera, pero aún así me abrazó.

...

—Jolenne, ¿podríamos hablar un momento a solas? —preguntó Lars.

Ya habían pasado un par de horas, habían pedido varias pizzas e incluso ya habíamos terminado algunas botellas de licor.

—Claro.

Nos dirigimos al pasillo fuera del apartamento para hablar solos y sobretodo sin tanto ruido.

—Escucha... no quiero hacer esto tan largo. Solo te pido una disculpa por haberte dicho groupie y quitarrista de quinta... tenía miedo de que solo quisieras usar a Kirk por fama pero, creo que te juzgué mal. He visto la forma en que lo miras y lo feliz que lo haces... y te pido otra cosa, hazlo feliz mucho tiempo más.

—No hay problema, Lars. Igual, creo que la bofetada fue un poco dura, así que siento eso —rió y negó levemente—. Y te aseguro que estaré con Kirk todo el tiempo que él me permita, así como él es feliz, yo también lo soy.

—Entonces, ¿comenzamos de nuevo? —me extendió su mano.

—Un gusto conocerte, soy Jolenne —correspondí su gesto

—Lars, el gusto es mío.

Volvimos a entrar y los chicos ya nos esperaban ansiosos, aunque un poco confundidos por vernos entrar a Lars y a mi sin ningún golpe.

—No preguntaré sobre eso —dijo Pete—. Pero pronto lo haré, por ahora mejor abre tus obsequios.

Me acerqué y tomé uno, era pequeño, muy pequeño; envuelto en papel negro y un moño rojo. Lo abrí y era una caja, la cual traía una púa con un pentagrama. Supe al instante de quién era el regalo.

—Oh, espera. Este otro también es mío —Pete me extendió una caja más grande, no traía envoltura, solo un moño encima.

Al abrirla habían numerosos anillos perfectamente acomodados en ella, pude identificar algunos con cruces, otros con calaveras, con serpientes e incluso con cuervos.

—Gracias, Pete. Vaya que sí me conoces —sonreí y me acerqué a darle un abrazo.

—El mío ahora —dijo Joss—. Una bolsa por ahí la debes abrir estando sola, pero este es apto para todo público.

Reí y tomé el paquete que me dio, lo abrí y eran tres vinilos de Black Sabbath, los cuales había estado buscando hace mucho tiempo.

Agradecí y también le di su respectivo abrazo, y entonces fue el turno del obsequio de Andie.

—Yo me fui un poco más a lo seguro, pero sé que te encantará.

Una pesada caja yacía en la mesa, con un papel encima que decía el remitente y toda la cuestión. Al abrirla eran dos botellas de mi whisky favorito y tal vez unas cuatro cajetillas de cigarrillos.

—Estás alimentando mi vicio, pero qué va, me ha encantado Andie. Gracias.

Pasaron unos veinte minutos abriendo los obsequios, James me dio un paquete de tres púas y una traía su autógrafo. Cliff me regaló un cinturón negro con algunos detalles plateados. Lars me dio una botella de Whisky, y Kirk insistió en que abriera su regalo en privado, al igual que Joss.

...

Siendo sincera, la intriga de los dos regalos que debían ser abiertos en un lugar solo me tenía loca, no podía disfrutar de la fiesta y me escapé un par de segundos a la habitación a abrirlos.

Primero tomé la bolsa de Joss, adentro había un sostén con estoperoles plateados y algunas manchas rojas simulando sangre. Hasta abajo venían dos cajas de preservativos y una nota que decía "Uso obligatorio". Reí por su estupidez, pero el sostén era bastante lindo, y segura estaba de que Andie lo había ayudado.

Luego seguí a la caja de Kirk, era liviana. La abrí y había un pequeño sobre cuadrado, dentro de él, un preservativo. Qué obsesión de los hombres de regalar condones. Lo puse en la cama y seguí con el resto de la caja, lo cual estaba cubierto con un delgado papel color rojo. Al quitarlo, había una chaqueta de cuero del mismo color, la saqué, era perfecta. Pero llamó mi atención que debajo de ella había un conjunto de lencería, más bien, eran dos. Uno color rojo y otro era negro.

Ahora sabía porqué estos obsequios debían ser tan secretos.

Nothing else matters ☆━ Kirk HammettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora