Capítulo XII .- Dai. Parte II

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Mikoto quería saber la razón del comportamiento evitativo que tenía su hijo ya que le preocupaba bastante, pero Deidara también buscaba respuestas; preguntarle a él le sería inútil.

—Tiene que ayudarme a al menos poder ver a Itachi. En el nombre del amor. —bromeó.

—¿Te gusta mi hijo de esa forma...? —preguntó asombrada.

—No, no, no, sólo jugaba. Ya sabe, como dicen por ahí... —dijo avergonzado.

—Ya veo. —le sonrió ladeando ligeramente su cabeza —. Se me ocurrió algo. ¿Qué te parece si ya te vas? —dijo evitando que su hijo escuchase su plan.

—¿Está bien...? —no entendía nada, pero quería confiar en el plan de su futura suegra.

Mikoto le hizo un ademán para que se acercase a él y le susurró: —Te verá en la tienda que está frente a una peluquería aquí cerca, a dos cuadras. Siempre va a ahí cuando lo envío a comprar. Espera unos 20 minutos para que no parezca sospechoso.

Deidara hizo caso a lo que le dijo. Después, le tocó a Mikoto. Eventualmente, cumplió lo que le prometió al rubio.

—Itachi, hijo mío. Necesito que vayas a comprar lo de la lista, ¿Vas? Es que no tengo tiempo porque debo terminar de limpiar.

—Está bien. —le sonrió con dulzura y tomó el papel, encaminándose justo a donde lo habían planeado.

Deidara ya se encontraba en el lugar fingiendo que compraría algo. La sorpresa del pelinegro asomó cuando al entrar al pasillo encontró a Deidara. Trató de ignorarlo, pero sus miradas se cruzaron.

—Itachi. —le dijo alegremente —. Me estabas preocupando, un día sin saber de ti es toda una eternidad.

—Sí. —siguió con lo suyo —. «¡Maldición! No quería romper mi amistad con él pero... tampoco había planeado en qué haría si me lo cruzaba de nuevo...»

—... —mentiría si dijera que no se sorprendió con tal respuesta tan seca como su mente al oírlo —. Cuéntame, ¿Puedo saber el porqué de tu actuar?

—Tal vez... —volteó su cabeza ocultando su rostro. Para Deidara, ésto encendió un rayo de luz en la oscuridad de la problemática, pero para Itachi era tan sólo el inicio de ella. Se había decidido a decirle, así que lo hizo.

—¿Entonces...?

—Perdón. Sé que estuvo mal lo que hice. No sentía que podría verte a la cara después de... tener un sueño tan extraño contigo... —se puso rojo hasta las orejas pero había vuelto a verlo con valor a la cara manteniendo su rostro calmo de siempre.

—¿Sueño extraño...? —ladeó su cabeza con una expresión confundida, no sabía a qué sueño se refería, creía que a uno muy reciente.
A su mente llegó el sueño que había tenido; la ligera sospecha no tardó en aparecer.

El pelinegro formó una pequeña sonrisa en sus labios con el esfuerzo de no querer alejar al rubio por lo extraño que le podría parecer, pero también sentía que conocía a su mejor amigo y que eso nunca pasaría. Lo entendió y se atrevió.

—Sí, un sueño extraño. Podría llegar a húmedo en cierto sentido, pero fue contigo. —se pausó para ver la expresión sorprendida de Deidara.

—¿Será que babeas por mí y por eso tu mente pensó en eso? —guiñó su ojo con picardía.

Itachi soltó una risilla y prosiguió. —No, era una versión totalmente distinta a ti. Una que-

—¿Te acorralaría contra la pared para saber el porqué de tu comportamiento? —dijo al hacerlo.

—Algo así. —le sonrió de forma ladina tratando de mantener su postura, aunque por dentro sus sueños de fanboy estuvieran cumpliéndose.

—Podría ser que hayamos tenido un sueño parecido. —le dijo engrosando su voz, imitando su comportamiento en el sueño coincidido.

—Sí, puede ser. —acarició su cabello.

—¿Eso era todo o llegamos tan alto que ya no me quisiste ver por lo real que se sintió?

—Sí y no. —lo apartó con una de sus manos, tratando de comportarse —. Hasta ahí llegaba.

—¿Y sólo por eso me evitabas? —rió.

—Sé que estuve mal y que no sabía qué hacer. Pero ya no importa, claro, sólo si me perdonas.

—Claro que sí. ¡Pero no vuelvas a hacerlo sin una explicación!

—Está bien, está bien. —suspiró —. Ya debo irme, mi madre pidió éstas cosas para cocinar y creo que ya me tardé mucho.

Deidara sabía a la perfección que fue un pequeño plan de la misma, pero decidió guardárselo; quería tal vez decírselo más adelante. —Entonces nos vemos. —le dijo con una sonrisa. Ambos se despidieron y Deidara se dirigió a casa.

Al entrar, vió a su padre con una expresión seria y los brazos cruzados.

—¿Qué pasa? —preguntó confundido el rubio. Recientemente, lo peor –y único– que había hecho fue su "pelea" con Shisui.

—Ya encontré una escuela nueva para ti.

—¿Sigues enfadado conmigo por algo que te he dicho una y mil veces que no hice?

—No puedo creer que el hijo al que yo creía el mejor...

—Si Kurotsuki estuviera oyendo ésto se enfadaría. —bromeó, enceriando más a su padre —¿De verdad necesitas tener un "hijo favorito"?

—No. Porque no quiero a nadie.

—Claro. —rió.

—Es un colegio muy estricto al que he decido ponerte, ya que no soporto tu actitud. Siempre es lo mismo contigo... —dijo con un tono de decepción que nisiquiera inmutó al rubio —. Sólo ve mañana temprano.

—Ajá... —le dijo para después volver a su habitación.

Al día siguiente...

Deidara. [Presente]

No espero hacer amigos, pero tampoco quiero quedarme solo. Quisiera volver, no han pasado ni 5 minutos y ya extraño a Itachi y a Sasori...

Lo único que hago en este momento es llegar a un lugar aleatoria y mirar al vacío, sin esperanzas de poder progresar aquí.

Un muchacho peliblanco llega riendo junto con algunos amigos. No me importa, pero es demasiado ruidoso. Se para y se me queda viendo embelesado con los ojos abiertos de par en par.

—¿Y ésta belleza podría decirse de dónde salió...? —decía en tono pícaro. Me da asco, pero prefiero que crea que soy una chica. Tal vez pueda burlarme de él en el futuro.

Lo haré, definitivamente.

× ¡YO TAMBIÉN QUIERO! ×   [DEIITA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora