3

8.2K 494 0
                                    

Se despertó por la mañana con el llanto de ella y no la vio a su lado. Su llanto provenía del piso inferior y la desesperación se apoderó de él que bajó corriendo las escaleras y tropezó con sus propios pies. Entró en la sala a toda velocidad y se encontró con el cuerpo de un hombre rubio, un poco más alto que él, de espaldas meciendo a Lea entre sus brazos. Sostuvo con firmeza el arma en su mano, tras la espalda, preparado para disparar o esconderla. Lo que fuese necesario.
-¿Pier?- preguntó con cautela en la voz. Él volteó dejando a la vista sus ojos azules y su enorme sonrisa.- Maldito infeliz, casi me matas del susto.
La enganchó en la parte trasera de su pantalón y la cubrió con la remera. Se aproximó y tomó a Lea en brazos.
-Tranquilo, hermano. Es que estaba llorando y te veías tranquilo.
-¿Cómo sabías que yo estaba acá? - preguntó él.
-El auto.- suspiró Pier.- Vamos Ryan, no estés tan paranoico y decime qué pasó acá.
-¿A qué te referís? - preguntó con cautela.
-¿De quién es esta nena? Y... ¿Por qué carajo me tratas como si fuera alguien de quien prevenirse?
-¿Por qué?- rió amargamente. -Me despierto con el llanto y cuando miro a mi lado. ¡Mi hija no está! - gritó y Lea empiezó a llorar.- Shh, reinita, perdón.
-¿Tuya?- preguntó Pier, incrédulo.
-Si.- suspiró él. -No quiero más preguntas. ¿Si? Sólo no digas nada, menos a mi familia.
-¿Dónde está la madre?- preguntó con el ceño fruncido y un tono que hubiera intimidado a cualquiera.
-Muerta.- se limitó a decir Ryan mientras se dirigía a la cocina para prepararle una mamadera a ella.
Pier se quedó con la boca abierta sin saber muy bien qué decir. Todavía no podía procesar que Ryan tuviera una hija. ¡Una hija!
Sus pies se movieron a la cocina antes de que él reaccionara. Encontró a su amigo acariciando el cabello claro de la beba que sonreía mirándolo. La imagen le cayó como un balde de agua fría. Primero Ryan volvía a la casa en la que había crecido, la misma que había jurado jamás volver a pisar y llegaba con una beba que resulta ser su hija.
-Me va a dar algo.- dijo en un susurro llevando su mano a su pecho y abriendo los ojos como platos.
-Por favor, Pier, ahora no.- se quejó Ryan de mal humor.
-¿Cómo se llama?- preguntó luego de hacerse el ofendido.
-Lea.- susurró Ryan y una enorme sonrisa se extendió por su rostro haciendo que la situación sólo se tornara mas confusa para Pier quien tuvo la necesidad de sentarse para intentar comprender la situación.
Jamás creyó que eso sucedería, nunca pensó que volvería a ver a Ryan sonreír y mucho menos con una beba en brazos.

ArreglosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora