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El llanto de Lea le llenaba los oídos y sus ojos pesaban.
-Papá está acá, reinita.-logró decir y luego perdió el conocimiento.

¿Quién diría que así terminarían? ¿Quién hubiera creído que los Larm terminarían en el hospital peleando por su vida?
Pier dormía en el sofá con la pequeña junto a él. Ella había sanado pero su padre no despertaba.
La pequeña despertó y bajó del sofa gateando hacia la camilla y tomándose de los bordes para ponerse de pie. Tomó la mano de su padre y tiró de ella.
-Dada.-dijo.- Dada tiba. Dada tiva.- las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos y la mano se cerró en torno a la de ella.
-Dada.
Ryan se incorporó con lentitud y la miró.
-¿Lea?-preguntó con voz ronca. La tomó en brazos y la subió a la cama.
-Dada.-dijo ella aplaudiendo y tocándole las mejillas mientras él la abrazaba.
-¿Qué pasa, Lea?¿Dónde estamos?
-En el hospital. -dijo Pier.- Tuvieron un accidente.
Ryan miró a su beba y volvió a pegarla a su pecho mientras le besaba el rostro una y otra vez.
-¿Hace cuánto?
-Dos meses.
Ryan acarició el rostro de ella una y otra vez, pero ella no se quejó en absoluto. Se dejó mimar por su padre como si supiera cuanto la necesitaba.
Él sentía que no podía mas. Se preguntaba cuántas cosas se había perdido de ella.
-¿Le pasó algo a ella?-preguntó con temblor en la voz.
-Lea está bien ahora.
Ryan la miró y las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos.
-Perdoname, reinita. Perdón. -Pier se peterficó al oirlo pedir disculpas de ese modo.
Lea comenzó a refregar sus ojos y a hacer pequeños pucheros al ver a su padre llorar.
-Papá. -dijo tocándole el rostro.- totototo.
Ryan la pegó mas a su pecho.
-Si, bebé, papá está acá. Papá no va a dejarte.
Los pequeños bracitos de Lea se estiraron hacía él. Ryan la acunó en sus brazos y ella se durmió a los pocos minutos.
-Va a quedarse conmigo.-dijo a Pier.- No voy a dejar que la alejen ni dos metros de mi.
Él asintió y se encaminó hacia la puerta. Menos mal que no lo había matado. Él la había cuidado.
-Pier.-llamó.- Gracias.
El rubio sonrió suavemente y se retiró. La beba dormía en brazos de su padre, quien no podía creer que su hija le había dicho papá por primera vez.

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