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Llegó el primer día de jardín de la pequeña Lea Larm pero ella no quería apartarse de su padre y él no quería soltarla. Las personas a su alrededor los miraban. Ella llevaba dos colitas y una pequeña mochila colgada a la espalda.
-Papa, vamos a casa.-pidió ella.
-Tenes que entrar al jardín, mi amor. Voy a venir a buscarte en un rato.
-Pero yo quiero ir con vos.
-Lea....
-Quiero ir a casa.-dijo refregándose los ojos.
La maestra salió y la tomó de la mano con suavidad llevándola dentro sin que ella dejara de llorar.
Ryan salió rumbo a la oficina pero no pudo concentrarse, no dejaba de pensar en ella.
Cuando dieron las doce salió, prácticamente, corriendo hacia el jardín donde no podía dejar de mirar la puerta nervioso.
-¡Papá! -gritó Lea soltándose del agarre de la maestra y corriendo a los brazos de su padre.
-Hola, reinita.-dijo él besándole la mejilla y alzándola ante las miradas curiosas.- ¿Cómo la pasaste?
-Quiero ir a casa.-dijo ella ignorando su pregunta y rodeándole el cuello con ambos brazos.
Ryan frunció el ceño y vio a la maestra que negaba con suavidad, apenada. No entendía qué había pasado.
Subió al auto y la sentó en el asiento trasero, mirándola por el espejo retrovisor.
-¿Qué hicieron hoy?-preguntó él.
-Jugamos a la mancha y al tobogán y con masas.-respondió ella enumerando con sus deditos.
-¿Fue divertido?- ella negó. -¿Por qué?
-Yo quería estar con papá. -dijo y él vio que sus ojos se cristalizaban.
-Reinita.-suspiró él.- Yo también quiero estar con vos pero vas a tener que venir todos los días.
-No. No quiero.-lloró.
-Mi amor, solo es un rato mientras papi trabaja.
-Yo quiero ir con vos.
-Sabes que no puedo llevarte.
Ella no dijo nada mas. Al llegar a la casa bajó y subió a su habitación diciendo que no quería comer. Ryan almorzó solo y en silencio y, tras no soportarlo mas, subió a buscarla. Ella dormía en su cama abrazada al peluche que Dick le había regalado.
-Reinita,-suspiró.- si fuera por mi, no volverías ahí pero corro el riesgo de que nos separen. No te enojes conmigo, yo te amo.
Ryan se acostó a su lado y la rodeó con sus brazos sin saber que ella, en realidad no estaba dormida y lo había oído.

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