Autor:embyr
https://archiveofourown.org/works/24602809?view_adult=true
_______________________________
Cuando un asesino comienza a eliminar a los estudiantes uno por uno en una escuela para criaturas mágicas, el detective vampiro Kim Seokjin y su equipo van de incógnito para detenerlos.
Allí conoce a Jeongguk, una banshee cuya garganta se desgarra cada vez que grita por una muerte cercana.
Los dos caen juntos de la misma manera que la nieve se derrite y desaparece en la tierra. Se hunden y se hunden, hasta que uno se pierde completamente en el otro.
________________________
Seokjin se despertó en un charco de su propia sangre.
Se filtró en las raíces de su cabello, se aferró a su nuca, presionando la tela de su ropa.
Pero cuando se incorporó, estaba entero.
Sin heridas, con miedo, con sed.
Presionando una mano temblorosa contra su pecho, Seokjin se dio cuenta de que no tenía latidos.
Mirando hacia arriba, el cielo estaba oscuro, excepto por la luna llena.
Era tan brillante que bloqueaba la luz de las estrellas circundantes.
Cuando Seokjin sintió que sus alargados y afilados incisivos se clavaban torpemente en su labio inferior, que el pecho silencioso se quedaba demasiado quieto bajo la palma de su mano, inclinó su cara hacia la luna y rezó.
Rezó por la absolución, rezó por un final, rezó por una mano, rezó por cualquier cosa menos por esa noche interminable y solitaria en la que se había encontrado.
Como si respondiera a su oración, una figura surgió detrás de él. Le puso una mano firme en el hombro, preguntándole si estaba bien. En el lapso de un solo segundo, impulsado por el puro instinto, Seokjin se puso en pie y clavó sus colmillos en su frágil cuello humano.
No volvió a rezar.
☽
"Ahora no", gimió Jeongguk para sí mismo. Atravesó a trompicones el patio de la escuela, abriéndose paso entre la multitud de padres y alumnos que se reunían.
Es sólo el primer día de vuelta, pensó Jeongguk. ¿Cómo es posible que ya esté pasando esto?
Había abandonado sus maletas cuando la sensación de miedo y náuseas le golpeó, dejándolas en favor de encontrar una zona menos concurrida donde esconderse. Sus manos temblaban mientras las náuseas le hacían nadar la vista, y Jeongguk tropezó con la parte trasera de la escuela, cayendo de manos y rodillas sobre un conjunto de escalones de mármol que bajaban a los jardines hundidos.
Jeongguk respiraba con dificultad y luchaba por mantener la calma a pesar de lo fuerte que era su respiración. En su cabeza, empezó a contar cada respiración, una rutina que sabía que le ayudaba a tranquilizarse. Con la cabeza así agachada, no pudo evitar mirar sus manos, sus nudillos rosados y sus pequeños tatuajes y los lóbulos de las uñas que parecían tan blancos, incluso contra el suelo de mármol.
"¿Jeongguk-ah?"
A través de su respiración áspera, sus lágrimas, su dolor... Jeongguk reconoció la voz como la de Jimin.
Su hyung se arrodilló a su lado, y una pequeña mano frotó su espalda.
"Oh, Guk", cantó Jimin. "Está bien, cariño. Déjalo salir".