Capitulo 8:

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--Podríamos comprar fuegos artificiales muggles-- dijo James, mientras caminaban hacia la novena planta, para tomar el ascensor.

--James, recuerda que estamos quedándonos en un lugar con vecinos muggles-- dijo Lily, con una ligera sonrisa de diversión --Tenemos que ser discretos--

--¡Pero solo imagínalo, Lilyflor!-- exclamó James, dando ligeros saltitos como un niño pequeño --¡Explotando fuegos en el cielo, de muchos colores y nosotros abajo admirándolos! ¡Puf! ¡Pam! ¡Piuf!--

--¿Qué cosa rara le habré puesto al desayuno?-- le susurró Lily a Harry y Ginny, quienes rieron.

--¡Sé dónde venden esas cosas que explotan y hacen mucho ruido, y lanzan hasta colores!-- seguía diciendo James --Y luego, culparemos a las personas de la casa de al lado, poniendo toda la evidencia en su basura. Ni siquiera notarán que...--

James se interrumpió a media frase y la sonrisa repentinamente se le borró. Acababan de llegar al pasillo de la novena planta y Cornelius Fudge estaba plantado a pocos metros de ellos, hablando en voz baja con un individuo alto que tenía el cabello rubio y lacio y el rostro pálido y anguloso.

El individuo se volvió al oír pasos y también interrumpió la conversación; entrecerró los ojos, grises y de fría mirada, y los clavó en Harry y Ginny.

--Vaya, vaya... pero si son el dúo Patronus, y sus niñeros-- dijo Lucius Malfoy con descaro.

Ginny tuvo que tomar con fuerza la mano de Harry, al notar como este se tensaba. Ella sabía que Harry debía tenerle mucho más rencor a Lucius, porque la última vez que lo había visto fue en el cementerio, cuando Voldemort regresó. Ginny no podía creer que Lucius Malfoy se atreviera a mirar a Harry a la cara; no podía creer que estuviese allí, en el Ministerio de Magia, ni que Cornelius Fudge estuviera hablando con él cuando sólo hacía unas semanas que Harry le había dicho a Fudge que Malfoy era un Mortífago.

--El ministro me estaba contando que se han librado de una buena, Potter y Weasley-- comentó el señor Malfoy arrastrando las palabras --Es asombroso cómo se las ingenian para escabullirse de las situaciones comprometidas... Como unas serpientes, diría yo--

--La serpiente rastrera aquí es otro, diría yo-- contestó Ginny, en un tono frio.

--De lengua tan venenosa como siempre-- dijo Lucius, esbozando una falsa sonrisa.

--Y eso que aún no conoce todo el veneno que puedo escupir--

Los ojos de Ginny se volvieron ligeramente rojos, y Lucius soltó una risita, que podría catalogarse como nerviosa. Esta actitud se confirmó para la pelirroja menor, cuando Lucius prefirió desviar la mirada hacia James.

--¡Mira por dónde, James y Lily Potter! ¿Qué hacen aquí?--

--Venimos a acompañar a nuestros chicos-- contestó James, con un rostro serio, mientras colocaba sus manos en los hombros de Harry y Ginny.

--Debe ser vergonzoso que la familia de tu novio tenga que acompañarte en un día tan importante, porque probablemente tu propia familia no quiere hacerlo-- comentó Lucius, mirando de soslayo a Ginny.

--Pues al menos Ginny tiene personas que la quieren, no como otros que morirán solos-- respondió Lily, enviándole una mirada asesina.

Lucius soltó una tensa risa, mientras apretaba ligeramente la mandíbula, conteniendo toda su rabia.

--¿Sabes, Malfoy? Nosotros tenemos una razon para estar aquí abajo, ¿Pero tú? Tú no trabajas aquí-- agregó James.

--No creo que los asuntos privados que hay entre el ministro y yo sean de tu incumbencia, Potter-- contestó Malfoy alisándose la parte delantera de la túnica. Ginny oyó con claridad el débil tintineo de un bolsillo lleno de oro --Francamente, que sean la familia favorita de Dumbledore no significa que deban esperar la misma indulgencia por parte de los demás... ¿Subimos a su despacho, ministro?--

Nuevo Comienzo (5 Libro) (Hinny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora