Capitulo 29:

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Era increíble lo mucho que habían avanzado hasta ese momento. Hacía poco estaban cambiando de guarida en guarida, pero ahora habían establecido una pequeña base en una cueva oscura y solitaria. Por medio de la magia, levantaron una especie de mansión entre las frías rocas de la cueva, la cual era muy bonita y su construcción había sido supervisada personalmente por Giselle, gracias a que Tom le dio permiso.

En ese instante, la pelirroja estaba disfrutando de su nueva habitación en el segundo piso y pensando en su futuro. No tenía a nadie en el mundo en quien confiar. Los Mortífagos la respetaban pero si decía algo que no debía le contarían a Tom. Este tampoco era una buena opción, porque si veía que dudaba sobre aquella lucha estaría en serios problemas.

La verdad es que ya estaba comenzando a dudar de que estuviera en el lado correcto. Sin embargo, teniendo tantas muertes a sus espaldas el perdón del Ministerio ni siquiera era una opción.

Mientras se peinaba su hermoso cabello pelirrojo, escuchó distintos alaridos y movimiento en la parte de abajo, que según podía calcular, procedían del recibidor. Luego, los gritos y exclamaciones se trasladaron a lo que parecía ser la sala. Su curiosidad activó una alarma en su cerebro que casi la obligó a levantarse y salir hacia el pasillo, en busca de conocer qué significaba aquel escándalo.

Cuando se disponía a bajar las escaleras, vio que Antonin Dolohov venía subiendo. Dolohov era uno de los más fieles Mortífagos de Tom, incluso este mismo había permitido que acompañara a Giselle en varias de sus misiones para asesinar gente.

Apenas Dolohov vio a Giselle, se detuvo y se enderezó en su puesto, bajando la mirada como señal de respeto. Todos, absolutamente todos, los Mortífagos debían guardarle respeto a Giselle. ¿Las razones? Primero: ella tenía unos poderes excepcionales con los cuales podía matar a alguien sin siquiera hacer mucho esfuerzo. Y segundo: Tom era muy estricto cuando se trataba de Giselle; él la trataba como una reina y todos sus seguidores debían tratarla como tal. Cualquiera que se atreviera a faltarle el respeto... Digamos que no viviría para contarlo.

--Señorita-- murmuró Dolohov, en voz baja.

--¿Qué está pasando abajo, Antonin?-- cuestionó Giselle, con un rostro serio --Escucho mucho ruido--

--Bellatrix y los hermanos Lestrange han traído a unos nuevos prisioneros de la Orden del Fénix. Quieren torturarlos para sacarles información, pero ninguno cede, ni siquiera con los reclamos del Señor Tenebroso. No le temen ni un poco--

¿Bellatrix? Pensó Giselle contrayendo el rostro en una mueca.

Desde que esa mujer se había unido a los Mortífagos más fieles de Tom, sintió cosas malas de ella. No sabía por qué, pero irradiaba un aire de locura desenfrenada que Giselle sabía que era imposible de controlar, además de que podía leer sus pensamientos y conocía perfectamente su atracción hacia Tom. La verdad, Giselle no sabía qué era lo que más le disgustaba de Bellatrix.

Dolohov pareció notar la reacción de desagrado en el rostro de Giselle, porque sonrió ligeramente y agregó:

--¿Desea bajar a acompañar al Señor Tenebroso? Estoy seguro de que le gustará su presencia--

Giselle se cruzó de brazos.

--Si quiero ir. Acompáñame-- ordenó, y Dolohov la siguió cuando comenzó a bajar las escaleras. Sabía bien que negarse a una orden de Giselle Beckett tendría como consecuencia una tortura.

Pasaron el vestíbulo, el pasillo y el comedor antes de estar en el marco de la entrada de la sala. En el lugar había unos cuantos Mortífagos reunidos, los cuales rodeaban en un círculo a los dos prisioneros. Giselle se quedó un poco sorprendida al notar que eran casi iguales, de hecho iguales: mismo cabello pelirrojo y cuerpo algo robusto. No dudó en pensar que eran gemelos, pero eso poco le importó cuando escuchó la carcajada estridente y escandalosa de Bellatrix, que estaba junto a Tom, mirando con burla a los prisioneros.

Nuevo Comienzo (5 Libro) (Hinny)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora