Todo de ti por mi

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Honestamente, Jimin no esperaba ver a su padre a la salida de su práctica de baile cuando salió, cerca de las siete de la noche; con su cabello sudorosos y las mejillas rosadas, con un baño caliente inundando su mente antes de ir a colarse aprovechando su amistad con el guardia del edificio de Jungkook solo para verlo de nuevo.

Tampoco esperó que no viniera nadie con él, ni que al verlo lo único que hizo fue saludarlo para luego decir con voz mansa:

— Ven a cenar conmigo.

Él había visto la idea, y figuró que para cuando hubiera terminado con su padre las cosas se arreglarían para aun así cumplir su cita; por lo que acepto no muy de acuerdo, pero complaciente por la actitud pacifica del hombre frente a él.

Sin embargo, no se esperó que después de tomar un café al final de la comida, hubiera un silencio prolongado y agudo antes de que su padre lo rompiera.

— Tu madre quiere que regreses a casa, por favor.

— No lo haré si eso significa que me insultarás todos los días —Jimin objetó— además no hay necesidad: sigo cumpliendo nuestro acuerdo de todas maneras.

— Jimin, no es lo mismo sin ti en casa. Ella te ama

— Ella debe estar enojada por tu culpa —Jimin se burló—, no soporta que no quieras a tu hijo y tampoco yo.

— Sabes que te amo.

— Como sea —Jimin revolvió la cuchara en la taza de capuchino vacía sobre la mesa, sin quitar la vista de su padre— de todas maneras, preferirías que fuera diferente.

— Un hombre de verdad —su padre terminó, arruinando la poca tranquilidad del momento— pero ese no es el punto.

— No, sí lo es —Jimin se enderezó—, te encantaría que fuera como Namjoon: inteligente, pero sin cerebro, siguiendo tus pasos cada que te apetece llamarme —Rodó los ojos en discordia—. Pero no soy un jodido perro.

— Necesitas tiempo para pensar tu vida Jimin —buscó su mirada—, porque si piensas que esto de la danza te mantendrá toda tu vida estás en un error: el cuerpo es temporal pero la mente no —chasqueó la lengua mirando la mesa y luego de nuevo a su hijo—, solo quiero que entiendas eso y quieras hacer algo por ti.

— Estoy haciéndolo —Jimin se cruzó de brazos—, estudio lo que me pides, hago las practicas; papá me estoy matando en las noches, y lo sabes.

— No es suficiente.

Jimin jadeó exasperado.

— ¿Entonces que lo es? ¿qué más quieres que haga?

El señor Park sacó un folleto de su bolsillo, extendiéndolo para que su hijo lo viera sobre la mesa. Jimin lo tomó en sus manos, leyó: Secesión de Viena. Levantó la vista buscando alguna explicación.

— Es una academia de bellas artes, la más accesible a tu programa de estudios —Jimin abrió el folleto encontrando especificaciones de hospedaje, valores, técnicas y preferencias—; tu madre insistió y yo apliqué en esta...es una de las mejores, tienes oportunidades...así que hablé con ellos —Jimin levantó la mirada— están dispuestos a dejarte hacer una audición especial, e integrarte a su sistema.

— Padre —Lo miró con incredulidad, dolor y angustia.

— Obviamente no dejarás la universidad, te conseguí un espacio en la universidad local para que continúes. El programa dura ocho meses, pero me prometieron que valdría la pena.

Jimin dejó el folleto y lo extendió a su padre.

— Estoy practicando para el equipo nacional de baile.

Cercanos - JikookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora