Capítulo 6

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No pudo evitar pensar en la pequeña María toda la noche. ¡Había cambiado mucho! Sin embargo, lo que más le impresionó fue su carácter y advertir que estuviese colaborando para un diario, aunque solo fuese sustituyendo a una amiga. A Nathalie no le había simpatizado nada, pero era de esperar. María era una mujer hermosa, decidida e inteligente, y aunque la hubiese presentado como "su sobrina" cosa que no era realmente, los celos de su mujer no se hicieron esperar. Tampoco le importaba demasiado, ya que la relación con Nathalie no venía bien desde hacía tiempo... Estaba cansado, abrumado por su personalidad, y hastiado de las mutuas infidelidades, aunque las de ella en esta ocasión fuesen más frecuentes. ¿Realmente era eso lo que deseaba para su vida?

Llevaba quince días en París y apenas había podido recorrer la ciudad. A Nathalie le molestaba la gran cantidad de personas que la visitaba con motivo de la Exposición Internacional y de los Juegos de la II Olimpiada. Él se había contentado con salir en las noches, visitar cafés y cabarets e ir a aplaudirla a la ópera mientras, en sus narices, Nathalie coqueteaba con Wallace Huntington, el tenor con el que compartía escena y cama. ¡Ya se estaba hartando! Si no la había abandonado ya era porque... Se sorprendió al no encontrar ninguna razón de peso para su conducta. A veces, para su pesar, las relaciones se mantenían más por costumbre que por verdadero amor. Y a Nathalie ni siquiera la amaba.

―¿En qué piensas? ―La voz de Nathalie, a su lado, lo sacó de su ensoñación.

―En nosotros ―respondió con un tono apagado.

Nathalie se incorporó de la cama y lo miró sorprendida. Jamás había visto a Gregory reflexionar sobre ellos con una expresión tan severa, al menos no que él le hubiese dicho. Acostumbraban a llevarse a bien, a divertirse mucho, pero de los buenos tiempos quedaba poco.

―Deja de pensar en tonterías y vámonos a desayunar.

Él la complació. Se puso de pie y luego de vestirse pidió el desayuno. Un cuarto de hora más tarde, llegaba una bandeja junto al número de El Fígaro de esa mañana y la correspondencia.

Gregory se sirvió un café y revisó las cartas recibidas. Le sorprendió mucho encontrar una de Prudence que había sido despachada como urgente. Sin pensarlo dos veces abrió el sobre y se dispuso a leer.

"Querido hermano:

Espero que tu estancia en París esté resultando buena. No se si ya te habrás marchado, pero te escribo profundamente desesperada apelando a ti como el único recurso del cual dispongo en estos momentos.

He recibido una carta del señor Jacques Laurent, el tío materno de María. En su misiva alude muy vagamente a que ella lo ha defraudado y que por tal motivo no podía seguir viviendo en su hogar. De esta manera me informa que María se ha marchado de su casa y que ignora su paradero.

No imaginas el desespero que esa noticia me causa. Desconozco qué conducta pudo haber tenido para hacerla acreedora de medida tan severa. Por otra parte, no comprendo por qué no nos ha escrito para solicitar nuestra ayuda. La última carta que tengo de ella es de hace quince días, y no se deja entrever en sus líneas que exista problema alguno. Me preocupa sobremanera que pueda sucederle algo estando por su cuenta en una ciudad tan grande y convulsa.

Johannes aún no está al tanto de esta noticia. Regresa de Róterdam en tres días, y yo aspiro a aguardar por él para viajar lo antes posible a París en su búsqueda. Te pido, sin embargo, que si esta carta llega a tiempo a tus manos y si te fuera posible, intentes dar con su paradero.

Ruego por noticias, querido Gregory, y sé que tu ayuda en estos momentos será inestimable para nosotros. Adjunto dirección de Jacques Laurent en el barrio de Passy. Quizás a ti quiera darte más explicaciones.

El amor en tus palabras ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora