Capítulo 38

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El suicido de Bertine conmocionó a todos. Con su acto había demostrado su implicación en los hechos, pero también su intención de no colaborar con la justicia. Claudine era la más aturdida con aquel asunto: siempre le tuvo afecto a Bertine, pero la vida había querido que se decepcionara mucho de ella. ¿Cómo fue capaz de hacerle algo así a su padre, a quien conocía desde pequeño? María estuvo con ella todo el tiempo, y Maurice, aunque la amaba, se marchó sin despedirse. Sentía mucha vergüenza por lo sucedido con el señor Laurent, aunque no fuese su responsabilidad.

Al día siguiente, los ánimos estaban más calmados. La rutina en la casa de Passy seguía su ritmo, esta vez sin la dirección de la vieja Bertine. Prudence y Johannes aprovecharon la oportunidad para ir a visitar a la duquesa, a quien aún no habían visto. María le envió sus saludos, pero prefirió mantenerse en casa. Justo cuando se marchaban, los van Lehmann se cruzaron con Gregory. Él los saludó brevemente, aunque fue Johannes quien más habló. Prudence, aunque no objetó nada por aquella visita matutina, aún no aprobaba aquella relación.

María se alegró mucho cuando vio a Greg. En medio de tantos pesares, su presencia siempre la hacía sentir segura. Como estaban a solas, se abrazó a él y colocó la cabeza en su pecho mientras su amado acariciaba su cabello.

―¡Greg! ¡Qué bueno que estás aquí!

―Necesitaba verte, cariño mío. ¿Cómo estás? ¿Cómo sigue Claudine?

―Yo también necesitaba verte. Claudine se ha ido a recostar un poco, su tristeza es de esperar. Yo también estoy triste, pero algo inquieta a la par. Siento como si algo faltara por descubrirse… ―añadió con un mal presentimiento.

―Ven, siéntate conmigo un momento. ―Greg la condujo hasta a un diván―. Es natural que estés preocupada. Hasta que Michelle y Henri no sean encontrados, no podremos estar tranquilos.

―Lo sé. No puedo explicarlo. Es algo extraño.

―¿Y Maurice?

―No tengo más noticias desde ayer. Él también está muy afectado con todo eso. A fin de cuentas, Michelle fue la única madre que conoció; cuando creyó encontrar a una hermana, resultó no ser cierta esta historia, y para colmo de males, no se cree digno de aspirar al amor de Claudine de nuevo. La implicación de Michelle lo hace sentir culpable, al punto de pensar en renunciar a mi prima.

―Lo comprendo en parte, aunque se está juzgando con demasiada dureza. ¡Él no tiene responsabilidad alguna! ¿Por qué dos personas que se quieren no pueden estar juntas? Apartarse solo les generará más dolor.

―También lo creo, pero únicamente Claudine puede decírselo. Ella necesita de tiempo, pero quizás dentro de unos días pueda ver mejor la situación. Ellos dos están muy enamorados.

―Nosotros también ―repuso Gregory llevándose la mano de María a los labios―. Y mis noches no han sido las mismas sin ti en mis brazos…

Ella se ruborizó por completo.

―Yo te extraño demasiado, Greg. Les he dicho a mis padres que deseamos casarnos… Ahora sin mi tío, será difícil para mí matricular en la Sorbona. Los Hay se marcharán en unos meses, y Claudine y yo necesitaríamos de una compañía, de alguien que nos represente. Les he pedido que piensen en nosotros. Si nos casáramos, podríamos ser un apoyo para Claudine, y ambas estudiar juntas en la Sorbona como siempre fue nuestro deseo… De lo contrario, en algún momento, tendríamos que viajar a Ámsterdam puesto que mis padres no pueden establecerse aquí de forma indefinida.

―Lo sé, y es una buena solución esa que dices. Claudine nunca se quedará sola. Cuenta con nosotros.

―Quizás incluso acepte a Maurice ―opinó―, y pueda comenzar una nueva vida. No obstante, es demasiado pronto para decirlo. ¿Cómo están tus relaciones con mamá?

El amor en tus palabras ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora