Capítulo 23

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Ámsterdam, comienzos de agosto de 1900.

Antes de regresar a París, Gregory se sentía en el deber de hablar con James acerca de la negativa de Valerie de casarse. A lord Wentworth se lo diría después, aunque ya sabía de antemano su reacción. Si bien era su padre, consideraba que aquella unión sería un terrible disparate porque los contrayentes no estaban enamorados... Sin embargo, con James el asunto era mucho más grave. ¡Él sí esperaba un matrimonio! Aunque Gregory no se sintiera presionado por él, sí deseaba ofrecerle una explicación. Mantener una relación de amistad con su cuñado era demasiado importante para él.

Luego de jugar un poco con el pequeño Karl, Gregory sintió los pasos de James en el corredor. Se puso de pie, dejando al pequeño con la nana y le pidió hablar con él. Su cuñado estuvo de acuerdo, por lo que decidieron entrar al despacho, el mismo donde en la víspera había charlado con Valerie. Ojalá que la plática con él resultara tan buena como con su hermana.

―Me has pedido conversar ―dijo James sentándose frente a él.

―Pasado mañana regreso a París ―le contó sin rodeos―. Ha pasado unos días excelentes aquí en esta casa, y les estoy agradecido por ello. Conocer a Karl y formar parte de su mundo es un privilegio, y de ahora en lo adelante me esforzaré por ser el mejor de los padres para él.

―Es un niño muy bueno, en nada se parece a ti ―bromeó su cuñado.

Gregory sonrió.

―Es idéntico a mí, eso lo noté de inmediato.

―Me alegra que se hayan conocido ―prosiguió James con mayor seriedad―, y también tengo la certeza de que serás un buen padre.

―Gracias, James. Sin embargo, hay algo más que quiero decirte a riesgo de que no puedas comprenderme. Yo...

―Valerie ya habló conmigo ―le interrumpió― y me explicó. Agradezco que hayas cumplido con tu palabra de proponerle matrimonio, aunque también he comprendido que, en el caso de ustedes, sería un error.

Gregory no se esperaba tamaña comprensión. ¡Estaba anonadado! Luego del exabrupto que habían tenido en París, esperaba que al menos mostrara un poco de disgusto ante la noticia de que no se casarían.

―No me esperaba esa reacción ―confesó con sinceridad.

James sonrió y se amasó la barba qué llevaba por un instante.

―Lo imagino. Lamento mucho la manera en la que actué en París contigo. He tenido tiempo para reflexionar y he comprendido que no se puede obligar a dos personas a estar juntas cuando no lo desean. He conversado con Valerie en varias ocasiones, la última ayer... ¡Está tan segura de lo que quiere y me ha hablado con tanta cordura de sus planes que no puedo más que apoyarla en ellos! Por otra parte, los he visto juntos y no tengo dudas de que Valerie siempre podrá contar contigo, aunque no sea tu esposa.

―Así es, lo prometo. A Valerie la estimo mucho, y nos hemos comprendido a la perfección.

James asintió, permaneció unos minutos en silencio encontrando las mejores palabras para decirle, hasta que al fin se sintió con el valor para exteriorizarlas.

―Me siento un hombre muy dichoso desde que Georgiana está en mi vida, por lo que deseo de todo corazón que puedas hallar esa misma dicha también. Georgie me puso al corriente de lo que sucede entre María y tú. Comprendo la magnitud del sacrificio que estabas dispuesto a hacer al renunciar a ella para casarte con mi hermana. Por fortuna, Valerie ha sido juiciosa y te ha librado de ese compromiso. Ahora que vuelves a ser dueño de tu destino, quiero que seas feliz.

El amor en tus palabras ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora