Capítulo 19

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Edward alcanzó a Gregory en el jardín, a tiempo de brindarle su abrazo y su coche. Gregory se derrumbó en su hombro como si fuese un niño pequeño. Su hermano mayor se preocupó sobremanera, jamás lo había visto así. Poco o nada quedaba en él de aquel hombre divertido, un tanto cínico y alegre que conocía tan bien. Gregory estaba muy cambiado, y para su pesar estaba madurando de la peor manera: a través del dolor. No demoraron mucho en subir al coche e hicieron el trayecto en silencio. Greg tenía la mirada perdida, haciendo un balance de los últimos acontecimientos. El centro de sus reflexiones eran María y su hijo.

Al llegar al hotel, Edward subió con él. Pensaba pasar algunas horas en su compañía hasta asegurarse de que estuviera mejor. Gregory se sirvió una copa de licor y le ofreció una a Edward, pero este la rechazó.

―No bebas mucho, por favor.

―Al menos una copa, la necesito.

Edward lo observó en silencio, apenado. Ojalá las cosas hubieran salido como él deseaba. No dejaba de ser muy injusto que, cuando al fin se enamoraba, debiera apartarse del lado de la mujer que amaba.

―Sé que estás ofuscado, pero te pido que intentes hallar un poco de calma. Lo primero que debes hacer es prepararte para ir a Ámsterdam. No será fácil encontrarte a Valerie en estas circunstancias, ni tampoco enfrentar a su familia, pero jamás te he tenido por un cobarde y sabrás salir airoso de ese difícil trance. Debo reconocer que, a pesar de lo exaltado de los ánimos, supiste dominarte frente a James.

―Me hieren sus ofensas, aunque lo comprendo. Tal vez él tenga razón y yo sea un desfachatado.

―Eres un imprudente, pero la responsabilidad no es solo tuya.

―Gracias por defenderme como lo hiciste, Edward ―le dijo emocionándose un poco―, nunca creí que…

―No aplaudo lo que hiciste, pero eres mi hermano e intenté ser justo. Tanto los Wentworth como nosotros debemos tomar distancia y permitir que sean ustedes, los involucrados, los que lleguen a la mejor decisión.

Gregory pasó unos momentos reflexionando.

―Voy a pedirle a Valerie que se case conmigo ―dijo al fin con un hilo de voz.

―¿Es eso lo que quieres? ―preguntó Edward confundido.

―Es lo que se espera de mí y lo más correcto.

―Cuento con que Valerie tenga la sensatez de negarse, porque no desearía que entraras a un matrimonio sin amor ni siquiera por tener un hijo con ella.

―Tampoco me esperé que tuvieras ese criterio, Edward. Siendo una persona tan tradicional, ¿por qué no estarías de acuerdo con un arreglo así?

Edward suspiró.

―Comprendo que te sorprenda mi opinión. Sin embargo, luego de ser esposo y padre he comprendido que un matrimonio solo es feliz cuando hay amor. Valerie y tú no se quieren, y terminarían haciéndose más daño si las circunstancias los obligan a unirse… Puede que con el tiempo se comprendan y tengan una convivencia agradable, pero no tendrás paz alguna, luego de…

―Luego de haber amado de verdad ―completó Gregory la frase―. Lo sé. Y pienso tanto en María… ¡Si al menos esto hubiese sucedido unos días antes, yo no me le habría declarado y ella no sufriría tanto!

―Gregory, piénsalo bien, por favor.

―¿Qué quieres decir?

―No te cases con Valerie de forma apresurada. ¡Medítalo con calma! Lo que voy a decirte que quede entre nosotros, pues Prudence no me lo perdonaría…

El amor en tus palabras ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora