Capítulo 29

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María tenía una sospecha, una idea que ni siquiera era capaz de formular en su cabeza de manera coherente, pues le parecía una gran locura. Desde la conversación que sostuvo con su tío, comenzó a recordar las confesiones que en una ocasión le realizara Maurice. “En mi acta de nacimiento reza que soy hijo de mi tía Michelle y de su marido. Sin embargo, desde pequeño he sabido que ella no es mi verdadera madre. Mi padre la abandonó antes de mi nacimiento, y a ella le hicieron creer que su hijo había nacido muerto”. Por otra parte, su tío le había asegurado que era un farsante, alguien que alegaba ser lo que no era y que estaba intentando entrar a la familia, por una manera o por otra. Una de las maneras era casándose con Claudine, ¿pero a qué otra vía se refería su tío? ¿El pasado de Maurice estaba vinculado de alguna manera con su tío o incluso con su madre?

Su padre ya le había confesado que Clementine había huido de casa tras un hombre que terminó abandonándola. Aquello la hizo estremecer pues, si había tenido a un hombre antes de casarse con su padre, ¿habría tenido también un hijo? Sintió un escalofrío y recordó también que su tío se había quedado con el diario de su madre por una razón. Algo debía estar buscando en él y, por otra parte, lo recogido en él debía ser bastante poderoso y triste como para que ella, a su edad, lo leyese.

Sintiéndose frustrada por no conocer la verdad, pero a la vez curiosa, se refugió en la única actividad en la que podría hallar alguna respuesta: revisar la papelería de su madre. No había avanzado mucho cuando un delgado papel con el dibujo de un bebé llegó a sus manos: “Poema a mi hijo muerto”.
María volvió a estremecerse y se sumergió en aquellas líneas que le causaron un hondo dolor:

"Hijo que no viviste en este mundo,
mi corazón se despide de ti,
ante tu cuerpo inerte.
Hijo que naciste muerto,
¿por qué no pudiste volver a la vida?
Te supe en mi vientre vital, vigoroso,
te soñé entre mis brazos,
y te amé, niño hermoso.
Busco consuelo en Dios,
y en mi oración le suplico,
que muy pronto a su reino,
me lleve contigo".

Las lágrimas comenzaron a surcar sus mejillas… ¡Su madre había tenido un hijo! La desesperación de Clementine por su hermano muerto la conmovió mucho, y sollozando se llevó la poesía a su pecho. La historia de su madre era mucho más dura de lo que le habían contado. No solo se había fugado con un hombre, sino que había sido madre. En su poesía le suplicaba a Dios que la llevara con él, y lo trágico era que sus deseos se hubiesen cumplido justo cuando la daba a luz a ella… Regresó junto a su pequeño, pero dejaba a su hija recién nacida en el mundo terrenal.

María se preguntó si su padre estaría al corriente de esta parte de la historia. ¿Sería esto lo que su tío, por vergüenza, quería ocultarle? ¿Acaso por eso no deseaba darle el diario de su madre? ¿Era demasiado doloroso lo escrito como para que ella lo leyese? ¡Cuánto debió haber sufrido Clementine cuando se vio sin su hijo! ¿Sería verdad que había nacido muerto? ¿Maurice era su hermano realmente o un farsante como su tío alegaba? Ya no tenía la menor duda de que era asunto lo que conectaba a Maurice con su familia.

Debía reconocer que Maurice siempre le había parecido un joven cabal. ¡Ojalá fuese su hermano! Sin embargo, su tío le habló con una vehemencia que le generaba duda. Ahora más que nunca debía buscarlo y confrontarlo para saber la verdad. ¿Quién mentía? ¿El tío Jacques o Maurice? ¿Eran ambos víctimas de un engaño del pasado? Tal vez el tío Jacques creyese a ultranza en la muerte del niño, aunque no fuese la verdad. O quizás Michelle era quien mentía, porque Maurice no tenía recuerdos de lo sucedido.

Aunque moría de ganas por ir a verlo a su casa, recordó lo prometido a Gregory y se contuvo. Era mejor no acudir sola. Con el objetivo de que él la acompañase, María se alistó y le comentó a la familia Hay que iría a visitar a su prima. Esto no suscitó problema alguno, aunque por supuesto que el itinerario sería otro. La primera parada sería en el restaurante, y luego ella y Gregory harían una visita al conocido hogar de los Colbert.

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