Capítulo 38 - La Última Apuesta

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El profesor Jerónimo estaba extasiado con mi petición, iba a hacer historia. La primera solicitud de exilio en más de 100 años y era voluntaria.

Seguramente habría oposición, pero él estaba más que preparado para defender mi caso porque desde su punto de vista, mi deseperada decisión serviría para impulsar los nuevos movimientos sociales. Usar el sistema para atacar al sistema le parecía algo casi poético. Ni siquiera indagó mucho en mis motivos. Redactó la petición el mismo día y pidió una audiencia urgente solicitando que se llevará a cabo en un plazo no mayor de 24 horas.

La voz se corrió rápidamente y al poco tiempo tenía a Peter en la sala de visitas caminando de un lado a otro como león enjaulado.

―¡¿Qué diablos te pasa?! ―fue su saludo.

―Solo me quiero ir ―le dije tratando de sonar calmada―. Se que es difícil de comprender...

―¡No! Es imposible de comprender, acabas de volver, casi mueres allá afuera, todos enloquecimos buscándote, tu hermana está a punto de dar a luz, básicamente iniciamos una revolución en tu nombre y ahora te quieres volver a ir. No tiene ningún sentido, cómo se lo voy a explicar a todos.

De pronto me pareció que volvía a ser el mismo de antes, usándo a todos para alcanzar sus propósitos. Igual sentía pena por él, al final no era mi intención dañarlo de ninguna manera. Yo había estado tratando de decidir si podía contarle la verdad, pero dada su reacción pensé que lo mejor era que no supiera nada, lo que menos quería era que Peter o cualquiera de la colonia metiera sus narices en el hermoso mundo que yo había encontrado afuera.

―Esto no se trata de tí, no te lo tomes personal ―le dije.

―No me lo estoy tomando personal, pero Ada, cómo quieres que me sienta, ya te perdí una vez y fue terrible, mira tal vez no te importe como me siento yo, pero deberías pensar en Ángela, ella sufrió igual o más que yo cuando desapareciste, no puedes hacerle esto.

―Angie sabe lo que quiero y me apoya.

―No te creo ―dijo sacudiendo la cabeza.

―Quisiera poder explicarte ―dije frustrada.

Él me miraba expectante. Me dolía verlo así, pero sabía que no lo iba a entender, su mente era demasiado cuadrada.

Luego de un largo silencio me acerqué al cristal y le dije.

―Es que siento que para caber aquí tengo que encogerme y no quiero seguir viviendo agachada, allá afuera puedo ser libre, extenderme cuánto quiera.

―Ada no estás pensando claro, sé que ha sido duro, pero no puedes rendirte ahora, aun tienes por que vivir. Las cosas están por cambiar aquí dentro, no te rindas ahora.

―No me estoy rindiendo Peter, yo solo pedí la morfina porque cuando me vaya, no quiero que nadie me siga ni me busque, prefiero que piensen que estoy muerta.

Me di cuenta que había hablado demasiado, Peter me miraba confundido, yo no sabía como arreglar las cosas y lo peor era que no podía parar de hablar.

―Peter yo aprecio que te preocupes por mi y de verdad te felicito por todo lo que estás haciendo en favor de los B y C, es algo por lo que vale la pena luchar y no quiero que pierdas el impulso. Pero en lo que respecta a nosotros... no sé, tenemos tanto pasado, hemos vivido muchas cosas buenas y malas juntos, te he amado y a veces te he odiado, pero eso no cambia lo importante que eres para mí. Yo quiero que sepas eso, que te quiero inmensamente y que siempre te he deseado lo mejor. Por mucho tiempo yo anhelé ser parte de tu felicidad y vaya que sufrí al no sentirme capaz de ser lo que tú merecías. Viví mucho tiempo frustrada y temerosa del futuro, pero ya no es así, sé que los dos queremos, merecemos un buen futuro y podemos lograrlo, podemos encontrar la felicidad que tanto hemos buscado, pero para ya es monento de aceptar eso no va a ocurrir estando juntos...

Ada y EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora