EVAN

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La primera vez que la vi creí que estaba soñando. Yo dormitaba en el desierto cuando este ser de luz, hermoso y mágico comenzó a llamar mi nombre, me acuerdo que yo estaba demasiado cansado, entonces solo dejé que se desvaneciera.

A la siguiente mañana encontré un rastro cerca de mi campamento y al seguirlo me topé con este enmascarado sentado tras unas rocas. Sin darle tiempo para reaccionar, le di un golpe tan duro que se cayó al suelo, en cuanto lo tuve bajo control hice que se quitara la máscara.

Para mi sorpresa era ella: su cara blanca como la mayonesa, unos grandes ojos grises como de niña, labios y sangre roja por debajo de la nariz. ¡Qué acaba de hacer! Me sentí despreciable, aunque en realidad en ese momento no estaba muy seguro si tenía enfrente a una mujer real u ptra cosa. Me resultó muy difícil decidir qué hacer con ella, pero por si las moscas, no bajé la guardia en ningún momento.

Revisé su mochila rápidamente y vi que andaba prepara, eso no me dio confianza. Traté de actuar rápido pero sin ser cruel, a fin de cuentas ella no había hecho nada más que seguirme. Solo la amarré lo suficiente para ganar suficiente tiempo para alejarme.

Cuando ya estaba lejos paré un rato a descansar y me puse a revisar más detenidamente el contenido de la mochila. Allí fue cuando la cosa se puso rara; ella llevaba bastante agua, hasta me sorprendió que hubiera aguantado tanto peso, pero además de eso solo llevaba ropa, algunas barras de proteína, un botiquín y una pistolita de laser o algo así. No llevaba cuchillos, ni fósforos, ni ollas, nada que se pudiera usar para hacer fuego, cazar, cocinar o construir. ¿Qué clase de explorador sale sin eso? Pensé.

Exploradora de plano no era, tampoco espía porque no llevaba binoculares, ni radio, ni suficiente armas, lo único que tenía era un brazalete que le había dejado, pero hasta el momento solo lo había usado para proyectar hologramas. Tampoco era que mi mochila de emergencia estuviera súper equipada, pero al menos yo sabía que era lo mínimo que necesitaba para sobrevivir. Ella parecía no tener ni idea.

Me había dicho que se había escapado y que no sabía qué hacer, yo no le creí al principio pero la evidencia parecía consistente con su historia. No voy a dar paja, estaba ahuevado, sentía que de un momento a otro iba caer en una emboscada. Ya no quise moverme, busqué un lugar para esconderme y allí me quedé vigilando a ver qué pasaba.

No pasó nada, nadie fue a buscarme, nadie fue a buscarla. Se soltó, agarró su dispositivo, comenzó a caminar casi sin energia. Entonces me entró la curiosidad. Regresé y le seguí el rastro por entre un montón de cactus donde se había metido. La encontré en medio de un claro del bosque espinoso, en una avioneta destartalada. 

Estaba arrodillada comiendo pitayas, sus manos raras temblaban y tragaba sin masticar, el jugo de los frutos le escurría por los brazos y por el mentón. Se notaba que tenía hambre, ese tipo de hambre que te convierte en un salvaje de espalda encorvada que gruñe mientras come. No podía estar fingiendo, estaba sola, estaba desesperada, la comida apenas calmaba un poco la angustia que tenía. Después de eso se durmió o se desmayó no sé. Supe que no podía llegar muy lejos sin ayuda y así comenzó nuestra alianza.

Al inicio la desconfianza era mutua, yo hasta llegue pensar que no era humana, tuve que ir reuniendo evidencias como: bueno, le sale sangre de la nariz, come, duerme, caga (los dos primeros días prácticamente no evacuó y yo ya estaba preocupado pero, creo que fue porque le daba pena, cuando al final comenzó a hacerlo me sentí aliviado).

Yo trataba de ser amable pero ella seguía distante. Dudé muchas veces, me arrepentí de haberla llevado, al principio era lenta, insegura, me hacía bajar el paso constantemente. Al menos no se quejaba. Creo que sin querer comencé a presionarla demasiado, pero ni así se rendía.  Yo nada más seguí avanzando ignorándola como ella me ignoraba.  Era dificil verla como un ser humano, siempre andaba con su máscara puesta y apenas hablaba.

Ada y EvanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora