Capítulo 9

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-¿Julia?- Murmuró.- ¿Qué haces aquí?

-¿En serio?- Alzó una ceja la castaña.- ¿De verdad me estás preguntando que qué hago aquí?- Se rió con ironía.- ¿Me dejas pasar?

-Claro, sí, pasa.- Tragó saliva al ver que Julia iba directa a la cocina.

-¿Natalia?- Frunció el ceño al verla.- ¿Qué...?- Abrió mucho los ojos, mirando a la que era su novia cuando la vio entrar en la cocina.- ¿Te has acostado con ella, Alba?

-¿Qué? Claro que no.- Respondió rápidamente.- ¿Pero cómo puedes pensar eso?

-No sé, no es la primera vez que duermes con ella.- Dijo obvia.

-Julia, no ha pasado nada entre Alba y yo.- Intervino Natalia.

-¿Quién es la otra persona entonces?- Miró directamente a la rubia.

-¿Podemos hablar a solas?- Murmuró nerviosa. No quería que Natalia se enterase del motivo de su ruptura.

Se fueron a la habitación de la mayor de las Reche. Esta última se sentó a los pies de su cama mientras Julia daba vueltas por toda la habitación. Tuvo que aclararle antes de nada que no se había liado ni acostado con nadie mientras habían estado juntas. Le molestó que lo durara, pero también lo entendió. Seguramente ella lo hubiera pensado igual si la castaña le hubiera confesado que no dejaba de pensar en otra persona.

-¿La conozco?- Preguntó cuando Alba se negó a decirle el nombre de la chica. Solo agachó la cabeza como respuesta. No se atrevía ni a mirarle a los ojos.- Eso es que sí.- Suspiró, sentándose al lado de la rubia.- Mira, Alba...- Levantó su cabeza y le sonrió como pudo.- No me voy a enfadar. No puedo enfadarme. Son cosas que pasan y ya está. Me alegro de que me lo hayas contado antes de intentar nada con ella.

-Es... Es Natalia.- Confesó en un susurro. Julia asintió. Se lo esperaba, en realidad. Habían pasado de ir siempre juntas de vuelta a casa, a casi ni mirarse en la piscina.

-Le gustas.

-Ayer se acostó con mi hermana, Juls, no me hagas reír. Lo único que Natalia busca es follar.

-Tenías novia, tía.- Le dio un golpecito con el hombro.- No puedes pretender que se quede sentadita a esperar a que tú estés soltera.

-Supongo.- Murmuró, girándose para quedar cara a cara con Julia.- Gracias por entenderlo, Juls.

-Ven aquí, anda.- Se abrazó a ella.

Tras un largo rato hablando con la castaña, esta decidió marcharse. No iba a enfadarse con Alba, pero por el momento prefería mantener algo de distancia. Mientras tanto Natalia y Marina seguían en la cocina, algo tensas ambas.

-Natalia...- Murmuró sin atreverse a mirarla.

-No sabía que era tu hermana.- Apretó los labios en un intento de relajarse.- Joder, Marina...- Bufó, mirando esta vez a su compañera de trabajo.- ¿Y ahora yo qué hago?

-Ay, Nat...- Sonrió ante la ternura que le provocaba verla tan nerviosa por su hermana.- Te gusta de verdad, ¿eh?

-Me gusta muchísimo.- Respondió al segundo junto con un frenético asentimiento de cabeza.- Oye.- Le cambió la expresión facial a una mucho más seria.- Lo de ayer...- Quiso asegurarse de que para Marina tampoco había significado nada.

-Tranquila que no fue nada.- Soltó una pequeña risa al ver su seriedad.- Bebimos, estuvimos bailando, y se nos fue un poco, pero ya está.

-Reconoce que estuvo bien.- Movió las cejas repetidamente. Marina se levantó para acercarse a ella.

-El mejor polvo de mi vida, Lacunza.- Susurró cuando estaba cerca de sus labios, riéndose segundos después ante la cara de pánico de la morena.

-Voy... Voy a dar una vuelta.- Se esuchó desde la puerta. Marina puso exactamente la misma cara que Natalia al saber que su hermana se encontraba ahí.

-¡Alba!- La llamó Natalia en cuanto fue consciente, saliendo de la cocina hacia la puerta y cogiéndola del brazo para frenarla.- ¿Podemos hablar?

-No tengo nada que hablar contigo.- La miró a los ojos con el dolor reflejado en estos. La morena quiso abrazarla y no soltarla hasta que se borrase todo el sufrimiento de su cuerpo.

-¿Quién es esa persona en la que no dejas de pensar?- Se acercó a ella. Cualquier pequeña distancia le parecía una tortura.

-Natalia.- Habló con demasiado firmeza.- Olvídame, ¿vale?- Se separó de ella a pesar de querer acercarse aún más.- Que te dé igual. No voy a caer igual que todas, ¿te queda claro?- Intentó evitar que se le quebrase la voz. Tuvo que tragar saliva. La más alta decidió no comentar nada sobre aquel detalle. No quería echar más leña al fuego.- Hace dos putos segundos estabas a punto de comerle la boca a mi hermana, así que si te quieres tirar a otras, adelante, pero a mí déjame en paz.

Natalia se quedó mirando la puerta en cuanto esta se cerró con fuerza. No se le ocurría nada que hacer para poder acercarse un poco a ella sin que huyera como acababa de hacer. Quería demostrarle que estaba equivocada con ella, o al menos un poco.

Era de rollos de una noche, sí.

Pero nunca nadie le había gustado tanto como para querer algo más serio.

Y Alba le había descuadrado absolutamente todos los esquemas.

Quería demostrarle que quería estar con ella.

Que no le importaban las demás.

-Marina.- La miró con cara de cachorrito cuando volvió a la cocina.- Tú que la conoces mejor que nadie, ¿sabes quién es esa persona?

-¿En serio?- Alzó una ceja.- ¿Es porque no tienes ni idea o es por no sonar demasiado egocéntrica?

-¿Un poco las dos?- Hizo un puchero.- Venga va, cuñi, cuéntamelo.

-Eres tú.- Rodó los ojos ante la cara de sorpresa que fingió la más alta.

-¿Y qué hago?

-Dale espacio. No insistas. En algún momento te buscará.

Natalia tardó exactamente dos minutos desde que entró el lunes en la piscina en buscar a la rubia. Quiso hacer caso a su casi cuñada, pero esa semana se terminaba la escuela de verano y no quería dejarlo pasar así como así.

-Alba, ¿podemos hablar?- Le hizo ojitos que de poco funcionaron esa vez. Definitivamente Alba Reche no era como todas. Seguramente eso fue lo que le hizo pillarse de ella.

-No tengo nada que hablar contigo, ya te lo dije.- Y tal como contestó, pasó por su lado sin ni siquiera mirarla.

Algo parecido pasó cuando estaban saliendo del recinto una vez recogieron todo. La vio hablando con María y, por las caras que iba poniendo esta, supo que le estaría contando lo que había pasado hacía dos días.

Se esperó a que estuviera sola en la parada del bus para acercarse con la moto y preguntarle si quería que la acercara.

-¿Segura que no quieres que te lleve?- Le dedicó su mejor sonrisa.

-Segura, gracias.- Fingió estar mirando algo en el móvil.

-Muy bien...- Murmuró. Se bajó de la moto tras aparcarla y, con el casco aún en la mano, se sentó al lado de Alba.

-¿Qué haces?- Frunció el ceño ante la acción de Natalia.

-No quieres que te lleve, así que me subo contigo en el bus.- Se encogió de hombros.

-No pienso hablar contigo.- Intentó no sonreír.

-Pero al menos paso un rato contigo sin que puedas huir.- La miró a los ojos.- No me gusta la dirección que está tomando nuestra relación, Alba.

-Pierdes el tiempo.- Pero esta vez, Natalia vio la sonrisa que se le escapó. Prefirió no decir nada para no tentar a la suerte.

La canción del verano.//AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora