Capítulo 12

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-Nat...- Suspiró Alba cuando notó los labios de la otra en su cuello. Se les había ido un poquito de las manos.- Natalia...- Tuvo que morderse el labio para no jadear.- Para...- Volvió a suspirar.- Joder...- Subió sus manos a la cabeza de la morena, enredando sus dedos entre los mechones de su pelo.

-Pues para decirme que pare...- Sonrió divertida, mordiendo ligeramente aquella zona de su cuerpo.

-Es que aquí tonta ninguna.- Soltó una pequeña risilla que acabó en leves jadeos cuando volvió a notar los besos húmedos sobre su cuello.

Notó la sonrisa contra su piel y cerró los ojos. Le apetecía, claro que sí. Pero estaban en mitad de la calle y quería hablar con ella antes de nada.

-Nat, para.- Repitió, esta vez ahogando un gemido cuando notó la pierna de la otra entre las suyas.

-Está bien, está bien.- Se separó del todo, mirándola con una sonrisa divertida.

-No me mires así.- Murmuró. Empezaba a darle miedo aquella situación. ¿Y si solo quería acostarse con ella y ya?

-Oye, Alba.- Se puso más seria al ver cómo le había cambiado el gesto.- ¿Todo bien?- Acarició su mejilla con cariño.- No he parado antes porque pensaba que era parte del juego, perdona.

-No, no es eso.- La tranquilizó al segundo, sonriéndole débilmente.

-Vale, ¿y qué es entonces?- Flexionó ligeramente las piernas para quedar a su altura.

-No es nada, de verdad.- Dejó un corto beso sobre los labios. Ambas sonrieron.- Aviso a María y nos vamos, ¿vale? Que aún tenemos una conversación pendiente tú y yo.

Entró al bar de nuevo sonriendo. No hizo falta que contara nada para que Marina y María supieran lo que había pasado fuera. Pero no se libró de los comentarios subidos de tono que recibió por parte de ambas. Si por separado ya le costaba a veces aguantarlas, cuando se juntaban...

-Si no vienes hoy a dormir no me preocupo, tú tranquila.- Se despidió Marina de su hermana.

-Eres idiota.- Se sonrojó.- Claro que iré a dormir.

-Alba, por favor te lo pido, echa un polvo.

-Ya, bueno...- Agachó la cabeza.

-Uy.- Frunció el ceño Marina.- ¿Qué pasa?

-Me da miedo acostarme con ella y que se acabe todo. Ser solo una más.- Se encogió de hombros como si aquello no tuviera importancia.

-Alba...- Habló María.- Le gustas. Y vale que tengas esa imagen de ella, pero tampoco sabes cómo es en una relación de pareja. Y sinceramente no creo que sea tan capulla de ir jugando así con la gente.- Miró a Marina por unos segundos para que la apoyase.

-Ahí le tengo que dar la razón a María.- Asintió segura.- No tiene pinta de ir jugando con los sentimientos de la gente.- Hizo una pequeña pausa.- Pero bueno, ahora hablas con ella y aclaráis lo que buscáis cada una.

Salió de nuevo y se quedó mirando a Natalia desde la puerta, que estaba apoyada en la pared en la que estaban hacía poco fumándose un cigarro. Se acercó a ella y, sin que la otra lo esperase, la abrazó.

-¿Albi?- Sonrió y la abrazó también, acariciando su espalda y dejando un beso en su cabeza cuando la apoyó sobre su pecho.

-Hola.- Murmuró.

-Hola.- La miró con ternura desde su altura.- Oye, que lo he estado pensando y... Tú habías quedado con María, podemos quedar mañana si lo prefieres.

-No, no, si María daba por hecho que la iba a acabar abandonando.- Se separó del cuerpo de la más joven con una sonrisa.- Así que venga, vamos.- Cogió su mano para ir en dirección a casa de Natalia.- ¿Cuándo has cogido la guitarra?- Preguntó al verla colgada en su espalda.

La canción del verano.//AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora