Capítulo 21

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-No puedo más, Nat.- La frenó, respirando agitadamente.

-Ya pareces la Mari.- Se burló, mirando la hora en su móvil.- Solo llevamos media horita, queda aún bastante, así que venga.

-Es que ayer alguien no me dejó dormir.- La miró con los ojos entrecerrados.- Y no fue precisamente para estar de chill, ¿sabes?

-Tú empezaste.- Le sacó la lengua, sonrojándose sin poder evitarlo al recordar la noche del día anterior.

-Tí impicisti.- Le sacó la lengua también, cruzándose de brazos y sentándose en el suelo.- De aquí no me muevo hasta que comamos algo. Que encima casi no he desayunado, Nat.

-Madre mía si es que eres peor que una niña de tres años.- Rodó los ojos, sentándose a su lado y sacando la bolsa de pistachos que había cogido junto a la botella de agua.

Estuvieron menos tiempo del que Alba quería ahí sentadas, pero mucho más del que Natalia quería. Siguieron por aquel caminito, que por mucho que la rubia se había quejado, no era para tanto.

-¿Qué dices?- Abrió mucho los ojos la de Valencia cuando al fin llegaron a una pequeña balsa.- Es precioso, Nat.

-¿Verdad?- Sonrió orgullosa.- Lo vi en fotos cuando busqué cosas chulas que hacer por Valencia y me salió el pueblo este.

-Me hace mucha gracia el nombre del pueblo.- Soltó una risilla.- Suena a chuleta.

-Suena a chula.- Dijo obvia Natalia.- Se llama Chulilla, Albi.- Alzó una ceja.

-Bueno.- Rodó los ojos.- A chuleta también suena, jolines.

-Madre mía Albi, hoy tienes tres añitos en serio.

-Es que estoy cansadita.- Hizo un puchero, abrazándose a Natalia.

Colocaron el mismo pareo que habían usado el día anterior en el río y Natalia, que se había encargado de preparar la comida, empezó a sacar un montón de cosas, desde varias piezas de fruta, bocadillos y fiambre, hasta verduras en un tupper, tortilla y una ensalada.

-Nat, que solo somos dos, ¿eh?- Alzó ambas cejas mientras se reía.

-Bueno, lo que sobre para la cena.- Se encogió de hombros.- Es que no sabía qué ibas a querer.

-Cualquier cosa hubiera estado bien, pero gracias.- Sonrió, dejando un suave beso en sus labios.

Comieron tranquilamente, más de lo que pensaban que comerían, pero no tanto como para acabar demasiado llenas. Solo eran las dos y media cuando decidieron dormir un poco la siesta por petición de Alba, que era la que menos había dormido la noche anterior. Le había costado demasiado dormirse pensando en lo poco que le quedaba a Natalia junto a ella.

A las cuatro se despertó Alba al notar algo mojado sobre su cara. En vez de abrir los ojos, se dedicó a gruñir y a darse la vuelta, pero aquello tan molesto no cesaba, por lo que le tocó abrir los ojos, encontrándose a Natalia con la botella de agua en la mano, inclinándola ligeramente sobre su cara.

-¿Nat?- Preguntó más confusa que enfadada.

-Es que llevo despierta ya media hora.- Sonrió inocente.

-Te odio.- Se levantó corriendo, sin dejar que la otra reaccionara y quitándole la botella, tirándole agua sobre la espalda cuando Natalia solo tuvo tiempo de girarse.

-¡Alba!- La miró con los ojos muy abiertos cuando se dio la vuelta de nuevo.- ¡Que yo solo te he tirado un par de gotitas!

-¿Pero cómo eres tan falsa?- Se rió con ironía.

La canción del verano.//AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora