Capítulo 1

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-Diego, más despacio que pueden venir coches.- Bufó algo desesperada la rubia, que se encontraba al cargo de un grupo de tan solo cinco niños pero que, recién comenzada la mañana, ya la tenían desesperada.- Y tú no te pares en medio del cruce, Lucía.

Hacía tan solo un par de días que había comenzado trabajando en aquella escuela de verano que con tanto cariño recordaba, pues era la misma a la que iba ella con su hermana cuando eran pequeñas. Le había tocado con el grupo de los más pequeños, que tenían entre cuatro y siete años. 

-No puc més.- Se rindió cuando, Fran, otro de los que iba en su grupo de camino a la piscina, corrió nada más ver la puerta de la piscina.- Noe, para la próxima podrías poner dos monitoras cada cinco niños, porque son imposibles de controlar.

-Anda, que solo te falta acostumbrarte, ¿o tengo que recordarte las que montabas tú con María?- Respondió esta con una ceja alzada y una sonrisa en los labios.

-Hablando del rey de Roma...- Señaló con la cabeza a su mejor amiga.- Ahí está, solo media hora tarde esta vez, sorprendente.- Dijo con ironía una vez la tuvo delante.- ¿Qué ha sido esta vez?

-Me he dormido.- Confirmó lo obvio.

-Pues espabila, que para una vez que te encargo de un grupo...- Dejó caer Noemí con tono serio pero con diversión.

Tras unos minutos en los que la última mencionada se dedicaba a comprar las entradas, y aprovechando que entraban una hora antes que el resto de la gente, fueron a reunirse con los socorritas de aquella piscina.

Un hombre al que ya habían estado observando desde que entraron, los recibió con una sonrisa junto a la piscina más pequeña, pues los más pequeños no habían tardado ni cinco minutos en saltar al agua.

-Buenos días, Noe.- Saludó nada más tenerla enfrente, dándole un abrazo.

-Buenos días, Manu.- Le correspondió.- ¿Qué, hay gente nueva este año?

-Bueno, a Carlos y a Miki ya los conoces.- Los señaló con la cabeza, que ya estaban hablando con los monitores que iban con la escuela de verano aquela año.- Faltará una chica que llega el viernes, y por la tarde en vez de estos dos, estarán otras dos chicas que tampoco conoces.

-A mí me faltará presentarte a Alba Reche y a María Villar. El resto son los de siempre.- Se giró a mirar a ambas chicas.- Son las dos rubias que hablan con Carlos y Miki como si los conociesen de toda la vida.

-Tiene pinta de que se van a llevar bien con las chicas de esta tarde.- Asintió muy convencido.

A unos metros de ellos, Alba y María se encargaban de presentarse a los dos socorristas, pues Joan, Marilia, Dave y Sabela ya los conocían de sobra.

-¿Cuántos años tenéis?- Preguntó María nada más presentarse.

-¿Tenéis pareja?- Le siguió Alba.

-¿Sois de derechas o de izquierdas?

-¿Algo en contra del colectivo?

-¿Qué opináis del feminismo?- Finalizó la retahíla de preguntas la más alta de las dos, mirando a su acompañante para comprobar que no se les había olvidado nada.

-Eh...- Dudó Miki por unos segundo, mirando a Carlos con las cejas alzadas.

-Son buena gente, podéis estar tranquilas.- Apareció Joan, colocando sus brazos por los hombros de ambos chicos.- Y vosotros... Ya os acostumbraréis a estas dos.

-Oye, si te lo pasas de puta madre con nosotras.- Reprochó María.

Poco después tuvieron que despedirse, pues la gente iba a entrar dentro de nada y debían recordar algunas normas, sobre todo a los más pequeños. 

Fue cuando, después de comer, la tarde se puso interesante para las dos rubias. Las dos chicas que Manu había mencionado aquella mañana, hicieron acto de presencia. Una con el pelo más oscuro que la otra. María no pudo evitar darle un codazo a Alba cuando, una de ellas, clavó sus ojos en la más bajita, la cual no pudo evitar mirarla también, a pesar de que se puso nerviosa.

-Pedazo repaso te acaban de hacer, tía.- Murmuró María, mirando para nada disimuladamente hacia donde se encontraba aquella chica de la que aún no sabían ni el nombre.

-¿Sigue mirando?- Se interesó, mirando hacia cualquier otro lado.

-Como que viene hacia aquí.- Informó con una sonrisa de incredulidad por lo directa que parecía.

-María ni se te ocurra irte.- Susurró cuando vio a la morena demasiado cerca.- María, joder.- Bufó esta vez al darse cuenta de que su amiga ya se había alejado lo suficiente como para que ni siquiera la escuchara.- Yo la mato.

-Hola.- Interrumpió sus pensamientos.

-Hola.- Le devolvió el saludo la rubia, algo más nerviosa de lo que hubiera admitido nunca.

-Tú debes de ser la nueva de la que me han hablado Miki y Carlos antes de entrar.- Se acercó para darle dos besos a una Alba algo tensa por la situación. No estaba nada acostumbrada a que le entrasen tan directamente.

-Sí... Sí, soy yo. Alba Reche. ¿Tú eres...?

-¡Alba!- Gritó una de las niñas, andando hacia ella con un puchero en sus labios.

-¿Qué pasa, Natalia?- Se agachó frente a la pequeña.- Uy, me parece a mí que te has caído.

-Si os esperáis aquí un momentito de nada, yo me encargo de curarte, ¿vale?- Le sonrió.

Aprovechó entonces Alba para respirar tranquila y, por qué no decirlo, fijarse en aquella morena. Era guapa, de eso no le cabía ninguna duda. Y simpática, a pesar de ser tan directa, lo cual la echaba un poco para atrás.

-Ya estoy aquí.- Anunció, agitando el botiquín que llevaba en la mano.- ¿Me recuerdas tu nombre?- Quiso distraerla cuando empezó a echar agua oxigenada sobre la pequeña herida que se había hecho en la rodilla.

-Natalia.- Musitó, tímida.

-Qué nombre más bonito.- Le dedicó una sonrisa.- ¿Y cuántos años tienes, Natalia?- Levantó la vista al ver que la niña extendía su mano para, con cuatro dedos, indicarle su edad.- Hala, pero si pareces más mayor.

-Mi mami siempre ha dicho que en la altura he salido a mi padre.- Asintió, algo más relajada con aquella socorrista.

-Esto ya está, enana.- Le guiñó un ojo, poniéndose de pie.- Espérate un poquito antes de volver a la piscina y recuerda que nada de correr, que te puedes resbalar.

Vieron a la niña, como era de esperar, correr con los demás hacia la piscina, haciendo caso omiso a las advertencias y metiéndose enseguida en el agua.

-Se te dan bien los niños.- Habló esta vez Alba primero.- ¿Te gustan, o ya es por costumbre?

-Adoro a los niños, son un amor.- Se encogió de hombros.- ¿A ti te gustan o es un sufrimiento tu trabajo?

-Si no me gustasen no podría trabajar en esto. Aunque hay veces que salgo del trabajo y me pienso si quiero volver al día siguiente.- Soltó una pequeña risa, provocando así una sonrisa en la morena.- Me dejan echa polvo.

-Pues uno de esos días si quieres me puedes avisar y nos tomamos una cervecita.- Probó suerte. Iba con todo, al parecer.

-Me lo puedo pensar.- Aceptó Alba, bastante sorprendida de sí misma. Nunca antes había aceptado una cita, si es que se podía considerar cita, con una persona prácticamente desconocida para ella.- Pero antes me dirás tu nombre, ¿no? Que antes nos han interrumpido.

-Te lo digo esta tarde en el bar, rubia. Así sé que vienes seguro.- Le guiñó un ojo.- Nos vemos a la salida.- Informó mientras se iba.

-Será posible.- Se quejó a nadie en concreto y, sin embargo, en sus labios una perfecta sonrisa.





La canción del verano.//AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora