Capítulo 16

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-Buenos días a ti también.- Alzó una ceja al escuchar a su casi novia gruñir cuando se despertó por los movimientos de la otra.

-Nat, no sé qué hora es, pero espero que mínimo sean las diez y media.- Consiguió escuchar la aludida, pues la rubia tenía la cabeza entre la almohada y el colchón para que no le diera la luz.

-Bueno, más o menos.- Se mordió el labio algo nerviosa.- Son casi las ocho y media.

-Es coña, ¿verdad- Asomó un poco la cabeza para mirarla aún con los ojos a medio abrir.

-Es que te quiero llevar a un sitio.- Contestó tímida mientras se sentaba al lado de la otra.- Y a la hora de comer ya sabes que tengo que estar aquí así que…- Se encogió de hombros mientras jugaba nerviosa con sus manos.

-¿De verdad?- Preguntó con una sonrisa que nada tenía que ver con sus anteriores quejas.

Era cierto que la noche anterior, en el momento en el que escuchó que la morena no se iría, se le esfumaron los miedos, pero justo antes de conseguir dormir no puedo evitar el pensamiento fugaz de que todo aquello lo había dicho para, por fin, poder acostarse de ella.

Esa mañana, con los planes improvisados de Natalia, reafirmó la seguridad que le proporcionó, en realidad, horas atrás. 

-Bueno, solo si no tienes nada que hacer. Ici y Ali se van esta tarde así que quedaré con ellas un rato después comer. Y como tú te ibas a comer con tu madre y seguramente se te alargará la tarde… Pues quería aprovechar esta mañana. 

-¿A dónde me vas a llevar?- Se incorporó en la cama con más ánimo y entusiasmo del que Natalia pensaba que tendría por cómo se había resignado al principio a levantarse.

-Es sorpresa, Albi. Y no sigas preguntando que soy horrible con estas cosas, porfa.

-Va, dame una pista, Nat…- Se acercó a ella con una sonrisa hasta quedar tras su cuerpo de rodillas, con sus brazos sobre los hombros de su casi novia.

-Jo, Alba.- Hizo un puchero que la rubia solo pudo intuir desde su posición.

-Solo una pista, venga…- Empezó a dejar besos por su cuello.- Y te prometo que no te pregunto nada más.- Susurró después de pasar la punta de su lengua por el lóbulo de la otra.

-Albi… No hagas eso.

-¿El qué?- Preguntó con tono inocente, paseando una de sus manos por el torso de Natalia una vez la metió por su camiseta y sin dejar de besar su cuello, esta vez dejando algún que otro mordisco.

-Pues lo que estás haciendo.- Resopló, echando su cabeza hacia un lado, sin embargo.

-Mh… ¿Por qué?- Sonrió divertida, acercando su mano hacia uno de sus pechos.

-Porque me pones cachonda.- Respondió con la voz algo ronca, girando un poco su cuerpo y mirando directamente a los ojos a la rubia. Esta tembló ante la mirada oscura de la otra.

-A mí es que me miras así y de verdad te digo que puedes hacerme lo que quieras.

-Al final no llegaremos, verás.- Se quejó -aunque en realidad no le importaba tanto- antes de lanzarse a los labios de Alba.

Salieron con prisas tiempo después, con un café cada una y una magdalena en la mano. Se sentaron en los asientos de la parada del bus y tuvieron que esperar diez minutos hasta que por fin visualizaron el transporte al final de la calle. Subieron en silencio y suspiraron aliviadas al ver la poca gente que había y, por consecuencia, asientos libres, pues era media hora hasta el centro, razón por la que prefirieron no coger el coche ni la moto.

La canción del verano.//AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora