Capítulo 7

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Dos semanas habían pasado desde que habían despertado algo en la otra que ninguna sabía ni quería explicar. Dos semanas en las que Alba se había centrado en la relación que empezaba a construir con Julia. Y dos semanas en las que Natalia no había podido sacarse aquella noche de la cabeza.

Alba sabía que no sentía por Julia lo que debía sentir. Porque el interés que tenía por Natalia no lo tuvo por ella. Pero se negaba a dejar aquello salir a flote. La diferencia de edad le echaba para atrás. Saber que la morena no querría nada serio, le echaba para atrás. Todo estaba en contra a pesar de la necesidad de saber de ella, de rozarla, de acompañarla cada día a casa pese a que después le tocaría retroceder para volver a la suya.

Natalia hacía como que el distanciamiento que había notado de la rubia le era indiferente. Aceptaba que se hubiera centrado en su amiga, pero le dolía. Le dolía y no entendía cómo podía arderle tanto el pecho si ni siquiera le gustaba.

Decidió entonces que, para una semana que le quedaba en la piscina como socorrista, ignoraría su existencia. Volvería a los rollos de una noche. Por mucho interés que le hubiera producido, no dejaba de ser una más.

-¿Esta noche entonces no trabajas en el bar?- Preguntó Marta cuando ya salían del trabajo.

-No, es el cumple de Marina y le van a hacer una fiesta.

-¿Vas a ir al final?

-Sí, quiero sacarme a Alba de la cabeza y varias compañeras ya han intentado algo conmigo, así que... Voy a ver si le doy una oportunidad a alguna.

-Pues mañana nos vemos y me cuentas.- Se despidieron con un beso en la mejilla.

Al llegar a la moto vio a Alba a lo lejos en la parada del autobús con Julia. Se besaban de una manera muy poco inocente. Tuvo que apartar la vista.

-¿Por qué no te vienes a mi casa?- Susurró Julia a centímetros de su boca.

-No puedo, Juls, es el cumple de Marina.- Le sonrió.- Mañana duermo en tu casa, ¿vale?- Desvió entonces la vista y suspiró al ver a Natalia.

Poco después de irse Julia apareció la morena frente a ella.

-¿Te llevo?- Preguntó al quitarse el casco.

-No hace falta, tranquila.- Murmuró más nerviosa de lo que pretendía.- Puedo ir en bus.

-Alba...- Suspiró, mirando al frente por unos segundos.- Mira, haz lo que quieras.- Volvió a ponerse el casco.

-Bueno, vale, espera.- Se puso de pie y se acercó a ella.

El camino fue incómodo. A ninguna le gustó ese detalle. Pocas veces habían coincidido en esas semanas a solas, pero siempre había una tensión más que palpable.

Se habían estado buscando con la mirada aunque ambas se lo negaran a sí mismas, pero no se habían llegado a hablar.

No, al menos, si no había gente alrededor.

Alba se había enterado de que Natalia había empezado a trabajar en el bar que le dijo, y se lamentó por no poder ir a verla.

Natalia, por otra parte, se había enterado de que cada vez iba más en serio con Julia.

Estaban pendientes la una de la otra, pero se evitaban.

-Ya hemos llegado.- Informó cuando paró frente al portal de la rubia.

-Gracias.- Le sonrió cuando ya se había quitado el casco y había bajado de la moto.- Nos vemos el lunes.

-Alba.- La llamó cuando esta ya se había dado la vuelta para subir a su casa.- ¿Por qué me evitas?- No pudo evitar preguntarle aquello. Podía entender que aquella noche hubieran sobrepasado un límite para el que ninguna de las dos estaba preparada, pero de ahí a que la evitara...

-No te evito, Natalia.- Apartó la mirada. No sabía tampoco qué responder. Ni siquiera ella podía darle una explicación razonable.

-Ya, claro.- Soltó una risa nasal, claramente irónica.- Nos vemos el lunes, para tu desgracia.- Y antes de darle tiempo a contestar algo, se marchó de allí.

Se quedó mirando su figura alejarse por la calle y notó cómo un nudo se formaba en su pecho. Intentó entenderse pero se asustó cuando, la respuesta que surgió desde lo más recóndito de su cuerpo, fue que el interés que debía sentir por Julia, lo sentía por aquella adolescente de metro ochenta que tanto la sacaba de quicio a veces con su pose de chula y actitud de niñata.

-Marina, necesito consejo.- Se tiró en el sofá nada más llegar.

-Buenas tardes a ti también, ¿eh?- Alzó una ceja para después apagar el ordenador y dejarlo a un lado.- ¿Qué pasa?

-No sé qué hacer con Julia.- Dijo en voz alta por primera vez. Su hermana la miró sorprendida.- Creo que... Creo que no siento por ella lo que debería sentir, ¿sabes?

-Hay otra persona, sí, entiendo.

-¿Qué?- Boqueó al no esperarse ser tan obvia.

-Te conozco, Alba. Estabas ilusionada y todo lo que tú quieras. Pero fue desde hace un par de semanas que realmente te he visto feliz.- Sonrió ante la cara de su hermana.- Y doy por hecho que es porque has conocido a alguien.- Se quedó en silencio un largo rato esperando a que la rubia dijera algo. Pero al ver que no reaccionaba, decidió indagar un poco más.- ¿De qué la conoces?

-Es una amiga de Julia.- Murmuró, haciéndose pequeñita en el sofá.- ¿Te acuerdas de la chica que te dije que creía que le caía mal? Pues esa.

-¿Ha pasado algo con ella?

-Cuando hace dos semanas te dije que había dormido en casa de la Mari... Bueno, pues dormí en casa de esta chica.- Se mordió el labio nerviosa al recordar aquella escena que no había conseguido sacar de su mente por mucho que lo había intentado.- Hubo un momento algo... Raro.

-Define raro.- Alzó una ceja.

-Me empezó a vacilar, y me niego a que se crea que conmigo puede hacer como con todas.- Se encogió de hombros con indiferencia, como si todo su cuerpo no estuviera temblando al recordar los abdominales de la morena incluso estando la camiseta de por medio.- Así que decidí devolvérsela y... Bueno, digamos que acabé bastante cerca de ella...

-¿Os liasteis?

-¿Qué? ¡No!- Frunció el ceño.- Pero desde entonces no puedo sacármela de la cabeza. Llevo casi un mes conociéndola y es un amor de persona. Me llama mucho la atención, pero no me gusta.

-Te da miedo que te acabe gustando.- Apuntó la menor de las dos.- Me apuesto lo que sea a que desde ese día la has estado evitando.- Y, por la cara que puso Alba, supo que sí.- Yo lo veo bastante claro. Pero tú a lo mejor aún no estás preparada para admitir en voz alta que la niñata repelente, según tú, te está empezando a gustar.

-No me gusta.- Bufó la rubia.

-Vale, no te gusta. Pero habla con Julia porque no se merece que estés con ella si no lo tienes claro. No le hagas perder el tiempo, anda.

-Supongo que es algo que tengo que hacer, sí.- Suspiró no del todo segura.

Estaba cómoda con Julia. La chica era todo lo que podía esperar de alguien. Era atenta, cariñosa, y sobre todo respetaba su espacio. Dejarlo con ella significaba volver a empezar de cero en tener que confiar en alguien. Volver a conocer a alguien. Quizás es lo que necesitaba. Conocer a alguien de nuevo. Olvidarse de Julia y aceptar que encajaba con ella pero como amiga.

Pero sobre todo, deseaba conocer a alguien que consiguiera que la morena desapareciese de su mente.

La canción del verano.//AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora