Capítulo 6

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-Ya está.- Entró Natalia en la cocina una vez hubo acostado a su abuela en la cama.- Le he dado la cena y se ha dormido enseguida, la verdad.

-Yo he estado cotilleando en tu nevera y he hecho tostadas de aguacate.- Sonrió inocente.- Espero que te gusten, porque si no qué putada.

-Sí, por mí perfecto, gracias.- Sonrió cuando cogió uno de los platos. Alba se quedó mirándola cuando salía de la cocina para ir al salón. Era guapísima.

Cenaron sin prisas, sin intención de encender la televisión. Simplemente disfrutando de las conversaciones que iban surgiendo y de los silencios cómodos que había de vez en cuando. Alba no podía evitar quedarse embobada cada vez que la veía sonreír. O cuando gesticulaba cuando contaba algo. O cuando veía el brillo en sus ojos si se emocionaba.

-Me voy a ir yendo.- Anunció tras acabar de fregar los platos.- Es tardísimo y seguro que mañana tienes cosas que hacer.

-Quédate a dormir, anda.- Le pasó el brazo por los hombros, dirigiéndola a su habitación.- No te vas a ir a estas horas tú sola.

-¿No te importa?- Hizo una mueca. No le hacía mucha gracia caminar sola a esas horas por la calle, pero tampoco quería ser una molestia.

-Claro que no, rubia.- Le guiñó un ojo. Ya estaba otra vez con ese carácter de chula.- A menos que te sea un esfuerzo brutal dormir conmigo en la cama, claro.- La vaciló, mirándola con intensidad y una ceja alzada. Alba no se achantó. No pensaba dejar que se creyese que con ella funcionaba ir de rompecorazones.

-Si es solo dormir igual sí que me toca hacer el esfuerzo, Natalia.- Se acercó a ella a paso lento, colocando sus manos en el abdomen de la morena y acorralándola en la pared. Aquel tono que había usado la rubia y las pausas que había utilizado entre palabra y palabra puso en alerta a la más alta.

-Eh... Y-yo...- La vio tragar saliva.- Alba...- Musitó cuando se puso de puntillas y notó la respiración de la rubia en su oreja.

-A la próxima, te piensas lo de vacilarme, morena.- Se separó finalmente, soltando una carcajada sin poder evitarlo al ver la cara de Natalia.

-Eres imbécil.- Rodó los ojos.

-Te has puesto nerviosa, admítelo.- Se cruzó de brazos, sonriendo.

-Se supone que estás con mi amiga, ¿cómo quieres que reaccione?- Fue entonces cuando Alba dejó de sonreír. Ni se había acordado de Julia.

-Bueno, ¿dormimos?- Preguntó cuando apartó la vista a la cama.

-Sí, claro.- Se separó de la pared.- ¿Te dejo un pijama?

-Con una camiseta larga me sirve.

Se cambiaron en silencio, evitando mirarse. Se tumbaron también en silencio, intentando no rozarse. La mención de Julia, desde luego, no las había dejado para nada indiferentes.

Natalia no dejaba de preguntarse el porqué de la reacción de Alba. Y por supuesto no pudo no recriminarse a sí misma aquel acercamiento con la chica que tenía en su cama. ¿Y si había sido mala idea todo aquello? Ya no solo haberla invitado a cenar y a dormir, sino intentar ser su amiga.

Quería pensar que la situación que acababan de vivir no iba a significar nada. Que simplemente las había pillado por sorpresa y como aún se estaban conociendo -como amigas- se les había hecho raro recordar que no estaban solas en el mundo, que era la sensación con la que habían convivido toda la noche.

El pensamiento de Alba no difería mucho del de Natalia. Solo que, además, se sentía culpable por Julia. No tenían nada serio, ni se debían nada, pero se sentía mal consigo misma. No entendía porqué ese sentimiento se había colado en su cuerpo si no había hecho nada con Natalia. Ni siquiera se había fijado en ella en ese sentido. Vale que no era la niñata estúpida que creía desde un principio, pero buscar algo serio con ella era imposible. No quería ni planteárselo.

La canción del verano.//AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora