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—Lee HoSeok, ¿qué te está pasando?
Frotando mi rostro con frustración esa mañana en mi oficina, casi tirando mi taza de café.
No sé de qué manera escribir exactamente lo que me perturba el día de hoy.
A veces desearía que todo fuera una mentira.
YeoJoo.
Anoche tuve un sueño en el cual te estrangulé.
Lleno de luces de atardecer sin poder dejar de mirar tu cuello, me encimé tan sólo queriendo llorar.
Cyrus, Dior, SeulGi, DaHye, YeoJoo...
Alguien más de quien ni siquiera me preocupé por saber su nombre, ni memorizarlo incluso cuando veía las notas en los noticieros.
Ni de ella cuando vi a su madre llorar en la dirección.
Ni de ella cuando vi los carteles de búsqueda por las calles.
¿Por qué hice algo así?
¿Por qué soñaría con hacerle algo así a la niña de mis ojos?
—Tenemos que hablar.
—¿Eh? Por supuesto, dime.
Ella se sentó delante de mí, delante del escritorio de cristal que había en mi oficina en esa casa tan fría.
Su rostro serio, sus pestañas me apuntaban como agujas en esa tarde donde se suponía el calor y el ambiente darían calidez; sin embargo, no recordaba la sensación.
—He estado más inquieta estos días, estoy comenzando a cansarme de pretender que las cosas van a ser normales entre nosotros por años de más.
—Ya habíamos hablado de esto.
—Y aún así, no es lo que quiero. Mi corazón, todavía está contigo.
Ella sonrió tímidamente.
—Imagínanos, dos bajo la luz del sol ardiente... adoro como la imagen me hace sentir.
El calor, ahora lo siento.
La temperatura está subiendo.
Una sonrisa así, parece que me estoy quemando.
—No puedo ignorar el hecho de que eres menor, mi hija. Sabes que he estado reprimiendo muchas cosas sólo para darte una vida normal después de tanto daño, ¿por qué no me sueltas? Sería más fácil así.
—Puedo ignorar cosas, puedo ignorar cómo lloraba en esas noches o cuando aprovechabas de más. No estaba enamorada de ti, ¿cómo podría con todo lo que pasé? Lo que hiciste.
Tragué en seco.
—No me enamoré de esa parte tuya, te perdoné unas cosas y acepté de niña por no tener alternativas; sin embargo, cambiaste, cambiaste para mí o eso me gusta creer. Eres una persona diferente, sé que hay cosas dentro de ti, escucho tus pesadillas, tu llanto por las noches y veo tu mirada vacía al encimismarte; pero al menos, das lo mejor de ti para mí. ¿Me equivoco?
—Mi amor...
Ella tomaba mis manos, otra vez... la casa dejaba de sentirse tan helada y por fin estaba notando las luces naranjas del atardecer.
—Me gusta cómo has cuidado de mí a partir de la tragedia. Me proteges, me das lo mejor, me ciudas, procuras que no me falte nada, me respetas, me quieres, sé que soy tu prioridad y lo siento de manera tan hermosa.
—He tratado hasta el cansancio de ser el mejor padre para ti, no me atrevo a pedirte un perdón que no merezco pero quiero dejar en claro que lo siento, lamento todo lo que te hice pasar pero no voy a negar tampoco, que a pesar de todo... aún te amo y deseo, en mi memoria hay cosas delictivas que recuerdo y anhelo; aún así, no quiero repetir la historia.
—No vas a hacerlo, porque ahora de manera consciente, te estoy buscando para poder amarte como quiero, sin dolor, de manera real...
Bajaré la guardia por una vez.
Me levanté de mi asiento y rodeé el escritorio, parándome delante de la ventana que daba a una carretera y cultivos, la luz tan viva, era tan hermosa viéndola con nuevas sensaciones.
—YeoJoo, ayúdame a saber que no estoy alucinando una vez más.
Ella se puso de pie y fue a mi lado, pellizcando mi brazo, fue real y dolió. Lo palpé, podía palpar mi realidad de una vez por todas.
La miré, ella seguía sonriendo y acarició mi mejilla.
No podía ser falso, no ésta vez.
Di una caricia por su cabello castaño, sedoso como siempre, como el ganache de un fino bombón de alta repostería.
Mi mano terminó en su nuca, ella seguía siendo tan bajita y verla a los ojos en silencio era tan enternecedor en ese instante.
Nos besamos por fin.
Hacía tiempo que no ocurría.
Recordar el sabor de sus labios como si fuera la primera vez, también el labial durazno que le dije alguna vez que le sentaba mejor.
No había prisa, ni siquiera necesidad de ser vulgar.
Éramos sólo nosotros dos, envolviéndonos en un hilo de caramelo caliente, frágil, dulce, peligroso.
Una mala mordida y el nido de caramelo podría transformarse en agujas en tu paladar, en tu garganta... como si fuera vidrio, te desgarra y te asesina de manera tan cruel y sangrienta, pero a la vez tan hermosa.
Teniendo el privilegio para decir que moriste de dulzura.
Así se sentía ese beso.
Al separarnos, ella dejó que su sonrisa más grande se reflejara sobre sus belfos rojos.
Y yo, junté nuestras frentes con una expresión triste, sin darme cuenta...
Estaba llorando.
Esas gotas saladas que podrían hundirse y escocer.
Y aunque lo intenté, una sonrisa no podía darle.
Llanto, una vez más. Seguro la hice sentir culpable y ahora yo me sentía así, al notar que su sonrisa se borró; en cambio, ella ahora secaba el río de mis ojos.
—¿Qué ocurre?
—No quiero hacerte daño de nuevo, por favor no, no me lo perdonaría.
—Tranquilo, papá.
—Me mataré si lo hago, no podría vivir con eso de nuevo. YeoJoo, no permitas que te hiera una vez más.
Tomándola de las mejillas, le rogué por clemencia.
No era mentira, no soy un mentiroso, no ahora, no más.
Si vuelvo a verla en el suelo, triste, herida por mi culpa, mi corazón ya no podría soportar un remordimiento más.
Tampoco merecía ser feliz, pero es lo que anhelaba y si le quitaba la posibilidad a YeoJoo de serlo también...
Prefiero quedar como un cobarde antes de seguir haciéndole daño.
Tengo miedo de mí mismo.
Me odio.
Nombre que rima en cada sílaba, locura mía, pecado mío.
Yoo YeoJoo.
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ʟᴏʟɪᴛᴀ ¡! ᴋɪʜᴏ ғʀᴏᴍ ᴍᴏɴsᴛᴀ x
Фанфик~ Nombre que rima en cada sílaba, locura mía, pecado mío.