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Durante el trayecto tuve que incluso desabrochar dos botones de mi camisa, estaba derritiéndome y ambas niñas sólo se habían dormido en mis hombros. Al parar el autobús indicando la llegada, ambas se despertaron y me miraron adormiladas, eran adorables.
Estando ya todos en el área residencial que contaba con varias casas tradicionales rodeadas de un frondoso bosque pero en el centro con una enorme área común.
El grupo de segundo me siguió, a las tres estaríamos todos en el área común del centro, mientras debíamos acomodarnos. Entramos todos a la casa y expliqué.
—Niños, hay tres habitaciones en esta casa. Una será para las niñas, otra para los niños y una para mí. Las habitaciones están juntas, la mía es la del centro, la de la derecha de las niñas e izquierda de niños. Las habitaciones tienen una puerta que conectan a la mía por si necesitan algo, vayan a dejar sus pertenencias.
Todos asintieron y fueron corriendo a sus habitaciones, yo con tranquilidad fui a la mía y al llegar, tiré mi maleta en cualquier sitio para poder lanzarme a la enorme y limpia cama.
Revisé la hora en mi reloj, eran las once y media de la mañana aún, había mucho tiempo libre. Solté un suspiro y con pesar me quité de la cama, también me liberé de mi chaqueta de cuero dejándola sobre mi bolso. Me quedé un segundo parado delante de la ventana para apreciar la vista. Era temprano, el sol era tenue a pesar de ser ya casi el medio día pero era invierno, era algo muy usual. Los árboles alrededor de las casas eran frondosos, altos y verdes, en unos días estarían llenos de nieve, seguro.
Me relajé y tomé una buena bocanada de aire, miré por última vez el sitio pero justo delante de mí, a través de la ventana de otra casa, la profesora Ahn HyeJin me miraba sonriente y me saludó agitando su mano. Mi sonrisa se esfumó, simplemente le regresé el saludo y cerré las cortinas soltando un suspiro.
Esa maestra, en verdad no me agradaba; coqueteando y fingiendo una inocencia que no tenía. Revisé el teléfono, ningún mensaje al chat de los maestros, no había qué hacer ahí, sólo esperar.
Tallé mis ojos y en esos escasos minutos, sólo escuché como la puerta del lado derecho se abría, volteé a ver de quien se trataba y de nuevo las dos chiquillas que me torturaron en el autobús, estaban ahí. Cerraron la puerta detrás de ellas y se fueron a tirar a mi cama, desarreglando sus vestidos, dejando piel descubierta.
—¡Hola profesor!
—¿Ocurre algo?
—No en realidad, sólo terminamos de hacer lo que debíamos y nos aburrimos.
—Tienen compañeras allá con las que pueden platicar.
—Por como se ve, también está aburrido.
—Sí pero puedo sobrevivir con eso.
—Cuéntenos algo de nuevo.
Me fui a sentar a la orilla de la cama, justo en el centro y las niñas no perdieron el tiempo, YeoJoo se sentó sobre mis piernas y SangAh me abrazó por detrás dejando sus manos sobre mi pecho y su mejilla en mi espalda.
—¿Qué hacen?
—Sólo lo abrazamos.
Tragué en seco de nuevo, el calor volvía a subir y el que estuviéramos en una habitación solos no me ayudaba a controlarme. Ambas sabían lo que hacían esta vez, no había duda. La menor de ambas dejó un beso en mi mejilla y se fue corriendo a la habitación con las demás niñas dejándome totalmente confundido, esa niña era extraña.
Miré a YeoJoo y ella sonrió, rodeando mi cuello con sus brazos con posesividad y moviendo sus caderas levemente.
—¿A usted le gustó mi madre?
—¿Qué pregunta es esa?
—Le sonreía mucho, hasta me hizo sentir mal.
—Es linda, se parece mucho a ti pero tú me gustas más.
YeoJoo rió y se quitó de encima para ir a revisar mi bolso, no me preocupé, lo único que podía ver era mi ropa interior y...
—¿Qué es esto?
Los condones que olvidé sacar del bolsillo lateral.
—Mi madre tiene muchas cosas de estas en el baño y no me ha querido explicar para qué sirven, ¿son dulces?
—No, uh...
—¿Para qué son?
Mi rostro enrojeció, los llevaba en muchas ocasiones porque claro, tampoco era un virgen y no era difícil conseguir alguna mujer, incluso pensé en que si mi frustración seguía, podía considerar estar con HyeJin, lo descarté e iba a sacarlos esta vez, por eso sentía que debía revisar bien el bolso.
—Son... ¿Cómo decirlo? Eres pequeña aún.
—Tengo diez años, tampoco soy ignorante de los temas adultos.
—No dejarás de insistir, ¿verdad?
—No.
Lo dudé un poco, torcí mi boca en una mueca de desagrado pero tal vez debía decírselo. Ella se sentó de nuevo con sus piernas abiertas delante mío en el suelo, quité aquél preservativo aún cerrado de sus manos y solté un suspiro.
—¿Sabes qué es un método anticonceptivo?
—Sí, mi madre me dijo.
—Bien.
Al menos ya no sería tan difícil.
—Esto es un empaque de un condón, un condón es un método anticonceptivo. Este lo usa un hombre, así al momento de finalizar el coito los espermatozoides no fecundan un óvulo de la mujer, también previene enfermedades de transmisión sexual.
—Oh... ¿Puedo verlo?
Sonreí al verla querer quitar el pequeño empaque de mis dedos.
—No, claro que no.
—¿Por qué?
—Porque entonces desperdiciaría uno.
—Malo.
Dijo y se fue gateando hasta quedar sobre la cama, ella se cruzó de brazos pero no estaba enojada.
—Si usted tiene esas cosas, eso significa que ya ha estado con alguna mujer.
—No quiero hablar sobre eso.
—¿Qué se siente?
Estaba guardando de nuevo el empaque en su sitio cuando escuché aquello, miré a YeoJoo y ella esperaba ansiosa que le respondiera.
—Lo sabrás en su momento.
—Quiero saberlo ahora.
—No.
—¿Qué tan difícil es que me diga un 'bien' o 'mal'?
—Bueno, es una sensación muy placentera.
—Quiero sentirla.
Presioné mis labios con fuerza y miré hacia la pared, ni siquiera quería mirar mi entrepierna, sabía lo que pasaba.
—¿Dije algo malo, profesor?
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ʟᴏʟɪᴛᴀ ¡! ᴋɪʜᴏ ғʀᴏᴍ ᴍᴏɴsᴛᴀ x
Fanfiction~ Nombre que rima en cada sílaba, locura mía, pecado mío.