OO9; ᴇssᴇɴᴄᴇ

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De nuevo los días pasaron, no pasó nada extraño o inusual, mi relación con YeoJoo seguía igual, incluso con SangAh, esa chiquilla era todo un misterio.

Faltaban sólo dos días antes de irnos de nuevo a la ciudad y justo el día que hicimos una fogata en el centro, YeoJoo me dijo que se sentía mal. Tenía su nariz y sus mejillas rosadas, rápidamente me quité la chaqueta y la coloqué sobre sus pequeños hombros, ella la recibió con gusto, encogiéndose para tener más calidez.

Mi ceño se frunció con preocupación, toqué su frente y sus mejillas, fiebre no tenía. Me dijo que la garganta le dolía mucho, tenía un resfriado. Rápidamente le notifiqué a la directora, me pidió que la llevara a casa y la atendiera lo cual hice sin dudar. Tomé su liviano cuerpo entre mis brazos y entré a nuestra casa, yendo directamente a mi habitación y dejándola sobre la cama con delicadeza, le quité la chaqueta y la envolví entre las cobijas, mi corazón se encogía, no me gustaba verla así aunque fuera adorable.

Ella me susurró que quería un abrazo y yo se lo di sin dudarlo, acaricié su preciosa melena y dejé en un beso sobre su coronilla.

-¿Desde cuándo te sentías mal?

-Después de salir a la fogata, creo que mi madre tiene razón sobre que soy muy sensible.

-Un resfriado nos da a todos, te daría medicamentos pero mira, los resfriados sin medicamento duran siete días y con, también duran siete días. La gripe es un virus, realmente no muchas cosas sirven para eso.

-¿Al menos puede darme un beso?

Reí, ella sólo esperaba que la besara y yo sólo esperaba a que lo pidiera.

Acuné su pequeño rostro entre mis manos y me acerqué a ella plantando un beso suave y rápido, al primer segundo que me aparté, ella impidió que me alejara un milímetro más.

Volvió a pegar nuestros labios en un beso más profundo, más íntimo. Ella cerró sus ojos pero abrió su boca un poco, dejando que nos acopláramos mejor a los frutos del otro, un beso más apasionado pero inocente a la vez, eso era. YeoJoo era inexperta en besos, sentía su torpeza sobre mí, yo me aseguré de guiarla por esos siete segundos que nos unimos así.

Seguro me enfermaría yo también pero valdría totalmente la pena.

Esos labios, esos labios me tenían loco.

De tan sólo verlos podría morir, al besarlos volvería a la vida solamente para volver a morir. Me estaba volviendo adicto al fruto prohibido, mi castigo sería atroz pero mientras estuviera con luz resplandeciente, aprovecharía cada segundo para morir de mi vicio, Yoo YeoJoo.

Ese nombre, tan perfecto. Una mezcla perfecta de esencias y sabores, mezcla de tonos, brillos y facciones.

Miré sus labios color cereza por unos segundos y relamí los míos, derritiéndome al saborear la frambuesa en ellos. Me sonrió y se acostó ahora más tranquila, sin salir de mi trance recordé la noche pasada en la que ella vino a mostrarse de manera tan exquisita ante mis ojos y ante la luna llena, tan perfecta.

Los alardidos de YeoJoo eran agudos pero esa agudeza era melodiosa y ansiaba poder escuchar esa armonía sin la interferencia de una almohada. Su pequeño cuerpo era demasiado bonito, no podía esperar a que creciera un poco más pero sabía que con eso vendría cierto castigo divino inculcado a la mujer por Eva tomar el fruto prohibido entre sus labios, manipulada por un ser que la inducía a la lástima.

-YeoJoo, cariño. ¿Quieres un té?

-Sí, por favor...

Respondió en un susurro y después estornudó como un gatito, lo cual fue en extremo adorable. Di un último beso en su mejilla y salí de la habitación, yendo directo a la cocina de la casa la cual estaba solamente surtida con lo esencial. Preparé el té con rapidez, me daba ansiedad estar lejos de YeoJoo. Le puse la menor cantidad de azúcar posible y regresé con la pequeña niña entregándole la taza.

-Con cuidado, está caliente.

Ella asintió y tomó de la taza, haciendo una mueca de disgusto al quemar sus labios. Tomé mi teléfono y busqué el papelito con el número de la madre de Joo. Rápidamente lo marqué y la linda muchacha contestó.

-Buenas noches señora Kang, lamento molestarla pero tengo malas noticias para usted.

-YeoJoo enfermó, lo sabía.

-Uh sí, es una gripe, ahora está bebiendo un té, ¿quiere hablar con ella?

-Definitivamente.

YeoJoo había dejado la taza a un lado, para tomar el teléfono entre sus manitas, rápidamente sonrió al escuchar a su madre.

-Me siento como debería, mamá. Sí, estoy bien. No, no te preocupes. Estoy en la habitación del profesor, su cama es más cómoda. Sí, me ha tratado bien, también me ha cuidado de maravilla. No es para tanto, mamá. Sí, nos vemos pronto.

Sólo la escuché a ella hablar mientras intentaba formular bien la conversación que tenían en mi mente lo cual no fue fácil. YeoJoo me devolvió el teléfono y su madre volvió a hablar.

-Espero que no sea una molestia y que no se contagie también, se lo agradezco mucho, señor Lee.

-No es nada, la cuidaré bien. Que tenga buena noche.

Y colgué, YeoJoo volvió a estornudar y su cabello se revolvió.

-Dormirás conmigo hoy para que estés cómoda. Iré por un cambio de ropa tuya, ¿sí?

Ella sólo asintió y siguió bebiendo de su taza. Yo fui a la habitación de las niñas y busqué el equipaje de YeoJoo, intenté no mirar demasiado lo que había ahí pero me fue inevitable. Su ropa era tan pequeña y bonita, acerqué una playera suya a mi nariz y me fundí en su perfume, de nuevo dalias con vainilla. Sonreí y me dediqué a buscar una pijama linda entre toda su maleta, tomé un lindo vestido para dormir y justo cuando iba a poner todo en su lugar, algo entre todo ese montón de ropa llamó mi atención.

Sus bragas.

Miré hacia todos lados para asegurarme de que nadie miraba y tomé un par, totalmente distraído.

Estaban limpias, sin usar, claro. No era un misofílico pero sería interesante. El aroma era encantador, era el mismo perfume de dalias pero con más dulzura. Mientras aspiraba el aroma, mi sonrisa se amplió.

Era delicioso.

Guardé todo en su sitio y volví a la habitación, YeoJoo seguía en el mismo lugar, mirando a la nada y bebiendo té. Al verme, dejó su taza y se sentó sobre la cama con pereza.

-¿Debería ayudarte?

-Usted dígame.

Sonreí de lado y después simplemente me acerqué a ella. La ayudé a quitarse las prendas de arriba con obvia dificultad, mala decisión fue la que tomé porque si con las feromonas que emanaba su ropa sentí bochorno, verla de nuevo desnuda no era fácil tampoco.

Quité sus zapatos y el short tan pequeño que llevaba puesto, ella me dejaba mirarle sin vergüenza alguna, ella me dejaba imaginar mil escenas.

Sin poder resistirlo, me acerqué a su cuello y respiré su aroma, lo que me tranquilizó de cierta manera. Ella acarició mi cabello mientras dejaba más espacio para mis intenciones, sentí su estremecimiento bajo mis labios, los que dejaron un beso en su tersa piel.

Seguí con mis besos un poco más abajo, ella jadeó y con su rostro rosado me miró confundida pues había besado cada uno de sus botones rosados y pequeños.

Ella mordió el torso de su mano cuando dejé al final un beso en su abdomen bajo, cerró sus piernas al instante y yo paré sin arrepentimiento.

Tomé el vestido y se lo coloqué, ella me sonrió y después simplemente tomé su ropa para dejarla sobre la cómoda de la habitación.

El aire que se respiraba entre nosotros era dulce, YeoJoo volvió a acurrucarse entre las cobijas con su taza de té y yo la miré.

Sólo era un pobre hombre seducido por las causas de una niña, niña que me hacía sentir el poder de su feminidad, niña que me encantaba con su esencia.







































































ʟᴏʟɪᴛᴀ ¡! ᴋɪʜᴏ ғʀᴏᴍ ᴍᴏɴsᴛᴀ xDonde viven las historias. Descúbrelo ahora