OO5; ʀᴀsᴘʙᴇʀʀɪᴇs

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Los días pasaban con recuerdos nuevos en cada uno. YeoJoo iluminaba mis días y también, su cuerpo me parecía aún más llamativo. Algo comenzaba a cambiar en ella, el brillo de su mirada era más reluciente, la paleta de colores cereza en sus labios era más brillante, me tenía confundido.

Ese día, YeoJoo había llevado su bonito cabello castaño suelto pero perfectamente cepillado, mostrando lo brilloso y sedoso que este era. Sólo adornaba su cabeza con un lindo lazo color blanco.

Una vez más, todos los alumnos me entregaron una manzana, ahora la vocera fue una niña de nariz afilada y ojos preciosamente rasgados; si mi memoria no fallaba, era la alumna más callada, Im Sangah.

Esa chiquilla de cabello color chocolate y de gafas doradas en un perfecto círculo, era preciosa. Su cuerpo era de casi extrema delgadez pero tenía una buena figura, seguro cuando creciera sería punto de mira de muchos hombres; no como YeoJoo, a quien encerraría sólo por poder apreciar su belleza única y exclusivamente yo, el hombre que la protegería.

Sangah después de darme la manzana hizo una reverencia y se fue mientras acomodaba sus lentes, yo sonreí al verla tan adorable.

Comencé a dar la clase, expliqué sobre algunas leyes ortográficas y les dejé un ejercicio. Mientras ellos hacían eso, yo pegaría los dibujos de las clases de filosofía por el salón para que se viera menos vacío pero tristemente fui interrumpido.

La misma maestra que había estado buscándome durante toda la semana, Ahn HyeJin. Mentiría si dijera que no me molestaba, que me alegraba que me visitara, que me considerara un hombre apuesto pero no, no la tolero, me molesta que interrumpa mis clases para coquetear, me molestaba que se colocara delante mío justo cuando miraba a mi princesa.

La chica me entregó unas hojas de papel con una sonrisa y después se fue, seguro era la maestra más inútil, por eso la usaban de sirvienta.

—Profesor Lee, sólo vengo a darle estas circulares. Si sobra alguna, por favor llévelas a la dirección.

Yo comencé a repartir las circulares, dejándolas sobre la mesa de cada niño quienes dejaron de hacer su trabajo para poder leerla pero yo me adelanté y comencé a leer una en voz alta.

'Estimados padres de familia, nos es satisfactorio anunciarles que la escuela hará un viaje al pueblo de Hanok. La escuela rentará casas en las que los niños puedan hospedarse, quedando a cargo de un docente. El tiempo de residencia será de una semana, del 28 de noviembre al 5 de diciembre.
El día 28 saldremos de la institución a las...'

—Bien niños, entonces... ¿Están emocionados?

Pregunté con una sonrisa y todos respondieron con un grito de emoción, un 'sí' al unísono y eso me contagió su felicidad. Miré a YeoJoo para mirar su sonrisa pero no fue así. Ella tenía una expresión triste, la curvatura de mis labios se desvaneció tan rápido como un parpadeo.

Indiqué a todos que siguieran con su trabajo y le dije a YeoJoo que me siguiera fuera del salón de clases y así lo hizo. Cerré la puerta detrás de nosotros y me arrodillé para quedar a la altura de la tierna niña quien me miraba mordiendo su labio inferior con fuerza para no dejar caer las gotas de tristeza de sus preciosos ojos brillantes.

—Cariño, ¿qué sucede?

—E-Es algo tonto, profesor...

—Nada es tonto, YeoJoo. Dime, anda.

—Y-Yo es que... Yo no podré ir al viaje y tengo algo de envidia.

—Oh YeoJoo, ¿por qué no podrás ir? ¿tienes ya un compromiso?

—N-No, es que el costo es algo que mi madre no podría pagar...

—¿Tu madre? ¿Y tu padre?

—Ni siquiera sé si sigue vivo.

Guardé silencio, YeoJoo comenzó a derramar lágrimas nuevamente y cubrió su cara con ambas de sus manos, lo que me molestó puesto que quería ver su rostro.

—Mi niña, no llores por tonterías. ¿Quieres ir a ese viaje?

Tomé sus manos y las quité de su rostro para entrelazar sus delgados y pequeños dedos con los míos, ella se avergonzó, lo pude notar en como bajaba su mirada para evitar la mía. Sus mejillas estaban rosadas en un hermoso tono durazno al igual que su nariz, sus pestañas brillaban por las lágrimas y sus labios estaban rosados y húmedos, demasiado besables. Tuve que tomar una buena bocanada de aire para no pegar mis labios a los suyos en ese pasillo.

—M-Me encantaría ir pero no puedo, de verdad no puedo...

—Yo te lo pagaré.

Dije sin más, para mí no era demasiado costoso y si podía hacerla feliz, pagaría hasta lo que no tuviera. YeoJoo por fin me miró a los ojos, con estos bien abiertos en claro asombro, rápidamente negó con la cabeza.

—No puedo aceptar eso, profesor Lee. Es demasiado y usted no tiene esa obligación conmigo.

—Pero quiero hacerlo, ¿cuándo es tu cumpleaños?

—E-El veintidós de noviembre...

—¡Entonces tómalo como un regalo de cumpleaños!

—No puedo aceptar eso, de verdad no puedo aceptarlo.

—Vamos YeoJoo, no me hagas enojar.

—Profesor Lee...

—Acepta.

—... Está bien pero déjeme darle algo a cambio.

—Un beso está bien.

Tampoco me aprovecharía de la situación, esperé que me diera un beso en la mejilla como el que me dio cuando me obligó a quedarme con su paleta, yo cerré mis ojos sin poder ocultar mi sonrisa.

Pero el beso en la mejilla nunca llegó.

Ni siquiera en la frente o en la nariz.

Sentí sus labios sobre los míos, sus manos sobre mis mejillas. Rápidamente abrí mis ojos exaltado y miré a todos lados, nadie pasaba por ahí, nadie miraba por la puerta, era como si estuviéramos solos. Miré a YeoJoo al final, sus ojos estaban cerrados de forma tan delicada.

Mi corazón dejó de palpitar por un segundo al darme cuenta de lo que ocurría, no podía ocultar mi felicidad tan enorme al obtener tan rápido una de mis tantas fantasías. La abracé por la cintura, no era difícil, estaba aún arrodillado delante de ella. La pegué a mi cuerpo y disfruté del poder saborear sus labios, tan dulces, tan suaves, tan pequeños.

El beso duró cinco segundos, ella se apartó y me sonrió con su rostro tintado de rosado por completo ahora. Tan hermosa, tan joven e inocente, tan ignorante del acto que acababa de realizar, tan inexperta. Me le quedé mirando por unos segundos, con mis ojos totalmente abiertos y definitivamente sin aliento.
Me levanté por fin del suelo, ella me dio una reverencia y habló algo agitada.

—Por tal regalo no podía sólo ser un beso en la mejilla, sé que con esto se demuestran muchos sentimientos y quería que sintiera mi gratitud, profesor Lee.

No dije nada, sólo acaricié su gordita mejilla y sonreí, mi corazón iba salirse de mi enorme cuerpo, estaba siendo un hombre muy afortunado, no tenía palabras.

—Dile a tu madre que irás al viaje, prepara tus maletas y sonríe durante toda esa semana para mí, entremos al salón ya.

Ella asintió con una sonrisa y ambos entramos al salón de clases sin ser del interés de los otros niños. Relamí mis labios recordando el sabor de los de YeoJoo.

Había tenido la dicha de probar los labios de YeoJoo de alguna forma y ni siquiera la forcé. Suave e inocente, la combinación perfecta para hacerme feliz. Sabía que había sido su primer beso, eso esperaba que fuera obvio. Fui el hombre con la dicha de probar sus labios primero. Fui el hombre con la dicha de descubrir que sus labios eran sabor a frambuesas.












































ʟᴏʟɪᴛᴀ ¡! ᴋɪʜᴏ ғʀᴏᴍ ᴍᴏɴsᴛᴀ xDonde viven las historias. Descúbrelo ahora