O16; ʟɪᴘ ʙᴀʟᴍ

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A la salida de la escuela, me ofrecí para llevar a YeoJoo a su casa. Había hablado con la señora Kang y parecío no poder pasar por ella esa tarde, entonces dije que podría acompañarla, ella agradeció. YeoJoo había estado feliz por eso pero al salir con ella, se veía enojada.

Simplemente tomamos una caminata a su hogar en completo silencio, ella no tenía ni siquiera intenciones de hablar.

Al llegar a su casa, entró sin cerrar la puerta lo que me decía que esperaba que la acompañara. Cerré la puerta con llave detrás mío y antes de que YeoJoo se alejara demasiado, la tomé de la muñeca para tener su atención.

—¿Por qué vienes tan enojada?

—¿Le importa ahora?

Se liberó del agarre y fue directamente a su habitación donde dejó su bolso botado e instantáneamente comenzó a desnudarse sin importar que estuviera ahí.

—¿A qué te refieres?

—Pensé que era más inteligente.

Tomó de su armario algunas prendas para cambiar su uniforme aún delante de mí, tal vez la vergüenza se le había ido.

—¿Por qué haces esto?

—¿Hacer qué? ¿Molestarlo?

Volteó a mirarme y abrochó el botón de aquellos shorts de mezclilla que llegaban hasta su cadera pero a penas cubrían sus glúteos.

—Tú dime.

—Esto ya no importa si va a estar besando a cualquier mujer.

Volvió a darme la espalda y se colocó una bonita playera de manga corta que justo cubría hasta su cintura y dejaba su abdomen descubierto. La playera era color anaranjado claro y tenía dos lazos que se unían para formar un moño justo en el pecho.

—¿Qué?

—Hoy en el receso tenía planeado disculparme por estar tan apartada de usted y quería darle mis razones pero oh vaya cosa que me encontré cuando abrí la puerta.

—...

—¿Qué sabor tienen los labios de Dior?

—YeoJoo...

Cereza, pensé.

Pero había algo más importante, YeoJoo rodó los ojos y pasó a un lado mío con el ceño fruncido, yendo a la cocina para buscar algo que comer.

—No me necesita más, le dije que muchas querían un beso suyo.

—Yo te quiero a ti.

—¿De verdad? Eso no lo demostró cuando besaba a Dior y metía su sucia mano bajo su falda.

Abrió el refrigerador y sacó de este un par de fresas las cuales lavó dejando en un tazón todas ellas.

—¿Alguien más vio?

—¿Eso es lo que le preocupa?

—Sí.

—¿Por qué no se va?

—Prácticamente me invitaste a pasar.

—¡Pues tal vez sólo era para reclamarle!

Tomó su tazón de fresas y fue a la sala, sentándose sobre el sofá con las piernas cruzadas y metiendo un jugoso fruto a su boca el cual soltó su néctar para pintar aquellos suaves belfos de YeoJoo dejándolos aún más rojizos.

—YeoJoo, cariño...

—No me llame así.

Me senté a un lado suyo y le robé una fresa, la cual comí de un bocado.

—Sé que estuve mal pero me dolía que estuvieras distante.

Ella me miró a los ojos y solamente llevé mi mano a uno de sus muslos desnudos y tersos. Ella miró mi mano y se estremeció ante las caricias que había comenzado a darle.

—¿Qué vio en Dior? Ella me hizo la cicatriz de la rodilla. ¿No le es suficiente?

—YeoJoo, sabes que me gustas.

—¿Ah sí? Entonces demuéstrelo de verdad.

Tomó otra fresa, ninguna de estas tenía aquellas sucias hojas verdes entonces tomé su rostro con mis dos manos y la besé robándole la mitad del fruto que se desvanecía en sus labios. Ella se sorprendió en intentó apartarme ejerciendo fuerza sobre mi pecho la cual era nula.

Al final, cedió y fue colocándose sobre mi regazo donde cómodamente ella abrazaría mi cuello para olvidar aquellos frutos rojos y disfrutar del que había en nuestras bocas. Rodeé su diminuta cintura con mis manos y al hacerlo ella se apartó mirándome desafiante a los ojos.

—Señor Lee, ¿soy fácil para usted?

—Claro que no.

—¿Mi madre es fácil para usted?

—Uh...

—Consiéntame un poco.

Ella quitó sus brazos de mi cuello y llevó sus manos al botón de su pequeño short el cual liberó y bajó aquél cierre dorado y oculto entre pliegues de tela. Mis ojos miraban atentos a cada paso que realizaba YeoJoo con esa sutileza y elegancia.

Tomó mi mano e hizo que recorriera con exactitud aquella letra que guiaba a ese capullo corrompido a penas, hasta que mi mano se deslizó bajo sus bragas para seguir ese recorrido hasta su flor la cual era bañada por gotas de rocío.

YeoJoo mordió por un segundo su labio inferior y después tembló sobre mi mano al acariciar aquella zona tan húmeda.

—¿A qué saben mis labios, profesor Lee?

Sonreí de lado y relamí mi piel para repasar la esencia plasmada en ella con exactitud y dulzura.

—Frutos rojos.

Ella asintió sabiendo el por qué de su sabor, era por una mezcla. Sus labios rojos tenían sabor a frambuesas y ella los adornó con un bálsamo sabor cereza, justo antes repasó con las fresas y eran un jarabe delicioso, adictivo.

—¿Le gusta el sabor?

—Me encanta.

Mi mano comenzó a moverse para dar estímulo a la entrepierna de Joo, y ella atacó mis labios de nuevo mientras sus caderas se movían en busca de más contacto. Todo fue tomando forma y mis labios viajaron al cuello de la noble niña donde besé con pasión cada rincón mientras suspiraba.

Mis labios y mis dedos estaban húmedos, latentes de tacto, ardientes en vino. Mi mente viajaba en su cuerpo y en como fui tan idiota por besar a la ingenua niña, Dior.

YeoJoo se olvidó mientras gozaba y yo era torturado por el recuerdo.

Yo estaba siendo castigado con un vicio y ese era la necesidad de los labios de YeoJoo, ácidos como frutos carmesí y dulces como el bálsamo que se desbordaba.




















































ʟᴏʟɪᴛᴀ ¡! ᴋɪʜᴏ ғʀᴏᴍ ᴍᴏɴsᴛᴀ xDonde viven las historias. Descúbrelo ahora