Los límites de la libertad de expresión

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Como diría mi sabia abuelita: “Tus derechos terminan donde los míos comienzan”. A primera vista, podría resultar difícil definir dónde se encuentran los límites de la libertad de expresión; pero si nos guiamos por esta premisa, todo será mucho más sencillo y comprensible. La toxicidad que se genera en cualquier red social por el más mínimo debate o desacuerdo, tiene su origen precisamente en que no se sabe definir en qué instancia se encuentran los límites y se escudan detrás de la “libertad de expresión” como derecho humano fundamental, para justificar el hecho de que utilizan puros insultos con tal de ganar una polémica, en lugar de usar argumentos inteligentes. Porque, eso sí, nadie tiene el derecho a insultar y nadie está obligado a aguantar insultos. Si tú crees que una persona expresa una idea equivocada porque le falta información o referencias vitales y debes hacerle notar su error, explícale por qué está equivocada. A veces no se tratan de simples opiniones personales, sino de hechos que demuestran una causa y su consecuencia. Sin embargo, si es el caso de alguien que simplemente no comparte tu opinión personal sobre un determinado tema y lo insultas por ello amparándote en la libertad de expresión, permítame decirte que tú no crees en la libertad de expresión en lo absoluto, porque esta es un derecho universal, no de un grupo predeterminado de personas. La otra persona también ejerce su libertad de expresión al pensar de manera diferente, y los insultos solo demuestran falta de inteligencia por parte de quien los realiza y siempre te quitarán la razón, incluso si realmente la tienes; es algo que anula la validez de cualquier argumento a los ojos del resto del mundo, por lo general. Yo sé que hay seres humanos que demuestran poseer un coeficiente intelectual tan deficiente e intentan atacar dando unos pseudoargumentos tan mediocres e insultantes, que dan ganas de decirles de todo. Lo sé y lo entiendo, porque a mí también me ha pasado; pero no hay que rebajarse a ese nivel. No debemos ser débiles de carácter, sino serenarnos y responder adecuadamente. Somos mejores que eso, ¿verdad? Por ejemplo, si en Twitter sale una persona criticando a la protagonista de las tres últimas entregas de Star Wars por ser un personaje unidimensional que solo existe porque querían a una mujer protagonizando la franquicia, enseguida salen cuarenta mil feministas a chillar que si el patriarcado opresor, que machito tenías que ser, que muerte al macho y ciento cincuenta idioteces más que no vienen al caso. Y no tienen razón para ello, porque eso también podría haberlo dicho yo, y soy una mujer, que se crió entre mujeres, en una casa donde el único hombre es mi abuelo y las mujeres mandamos, como solemos decir en broma. Nunca he estado oprimida, ni mucho menos. Lo que me molesta no es que se abogue por la inclusividad, eso está muy bien; lo que de verdad me escama es que se fuerce una agenda política hecha en cada proyecto audiovisual que salga a la luz y, a la vez, de manera muy hipócrita, se acentúen los estereotipos relacionados con cada grupo minoritario. Por eso es que los movimientos feministas actuales me parecen despreciables, porque solo se dedican a ofender cuando alguien no concuerda con ellas. [Y por esto no uso redes sociales, dicho sea de paso].

Otro factor que influye a la hora de ejercer la libertad de expresión, es el conocimiento acerca del tema del que quieres opinar. Si no sabes, mejor cállate y no quedes como idiota frente a personas que sí conocen de lo que hablan. Por ejemplo, yo no emito criterios sobre béisbol, fútbol o deportes en general, porque no sé ni papa acerca de ello. Es bueno reconocer la propia ignorancia de uno; así evitas creerte más de lo que eres y hacer un inevitable ridículo. Ahora, si te interesa investigar algo para poder opinar sobre esto con conocimiento de causa (como lo he hecho yo en infinidad de ocasiones), aquí te topas con la dificultad de adquirir información veraz en un mundo cada vez más conectado, y en el que cualquiera es una fuente de información. Para evitar que venga un fulanito y te desmienta con argumentos coherentes, tienes que estar seguro de lo que dices. Pero es difícil saber qué tan cierto es un hecho en concreto si no lo has vivido de primera mano. ¿Qué tan confiables son tus fuentes?, sería la pregunta clave. En otro ejemplo propio, yo decidí buscar quien me grabara algunos documentales biográficos sobre artistas que me gustan, para entretenerme e informarme a la vez, y sucedió lo siguiente:

Yo: Hola, ¿tiene algún documental sobre Freddie Mercury o Queen?

Grabador: No, documental no, pero tenemos la película Bohemian Rhapsody.

Yo: Mmmh... Mejor paso. ¿Tiene algún documental sobre Kurt Cobain?

Grabador: Sí, hay uno que se llama Courtney & Kurt.

Yo: No, de ninguna manera, no. ¿Hay algún documental sobre Michael Jackson, por casualidad?

Grabador: Pues sí, tenemos uno llamado Leaving Neverland.

Yo: ¡CUALQUIER COSA MENOS ESA MIERDA!

Bien; entiendo que esto requiere contexto para las personas que no están muy enteradas. Bohemian Rhapsody es una película biográfica basada en la vida de Freddie Mercury que, como la mayoría de las películas biográficas, no le hace justicia a esa gran leyenda del rock; o por lo menos eso dice la gente que la ha visto, a pesar de que el filme ha ganado infinidad de premios. Incluso Sharon Osbourne (ya saben, la esposa de Ozzy) declaró que a ella le parecía una película para niños y que pecaba de estar excesivamente edulcorada. Sea como sea, lo cierto es que la película revivió la música de Queen, le dio el merecido realce a la banda y dignificó la figura de Freddie Mercury. Por desgracia, no se puede decir lo mismo de los dos documentales. Courtney & Kurt es una acusación directa hacia Courtney Love, a quien se responzabiliza por la muerte de Kurt Cobain y se le cataloga como asesina, basándose en pruebas circunstanciales que no dicen nada concreto. Ustedes ya saben que Courtney tiene mi simpatía, y eso que no es de las personas que me caerían bien a primera vista; pero no me gustan las injusticias, y tanto el público como los medios han sido tremendamente injustos con ella. En lo personal, no creo que Courtney le haya hecho nada malo a Kurt. Si acaso, su error fue manejar los problemas que tenían de la manera incorrecta, algo que ella misma reconoció y de lo que se sentía culpable. Pero Courtney también tenía sus propios problemas, incluso peores que los de Kurt, y no estaba en condiciones de ayudarle; eso no la convierte en una asesina. El caso de Leaving Neverland es todavía más turbio, porque se trata de dos tipejos que demandaron a las empresas de Michael Jackson en 2013 (cuatro años después de su fallecimiento), pidiendo millones alegando que Michael Jackson había abusado de ellos (¿Dónde habré escuchado eso antes?). Como lógicamente los tribunales desestimaron las demandas porque había cero pruebas, estas dos ratas hicieron un documental de presupuesto millonario hablando horrores y mentiras sobre Michael Jackson. Y el problema es que no solo eran mentiras; es que contaron detalles asquerosos, muy perturbadores, sacados de libros sobre verdaderos casos de abuso sexual infantil que se habían leído para poder armar su historia (esto está comprobado). Lo más triste es que se armó un gran revuelo y mucha gente se lo creyó (¿ven la importancia de verificar la información y no quedarse con la primera versión de los hechos?), porque el documental fue producido y distribuido por una cadena muy prestigiosa. Pero claro, esto fue financiado por Harvey Weinstein, un verdadero depredador sexual de Hollywood a quien estaban investigando y de cuyas víctimas también se había hecho un documental, que él intentó invisibilizar centrando la atención de los medios en Leaving Neverland. Que yo sepa, ninguna de las víctimas de Weinstein ha pedido ni un centavo, a pesar de que es un productor multimillonario. Lo que quieren es justicia, y que este tipo se pudra en la cárcel. ¿Por qué en el caso de Michael Jackson no es así? Porque todo es mentira, y solo les interesa el vil dinero. Yo estoy plenamente convencida de que este hombre era incapaz de hacerle daño ni a una mosca, y nunca lo he dudado. Pero bueno, eso ya pasó hace tres años, se inundaron las redes señalando las mentiras específicas del documental, se escribieron libros, salió gente hasta de debajo de las piedras a defender la memoria de Michael (entre ellos, muchos niños de la época, como Macaulay Culkin) y yo espero que a estas alturas el público general ya se haya olvidado de eso, porque no vale la pena recordarlo. Lo único que me molesta más que todo esto es que nunca puedo encontrar un documental decente sobre Michael Jackson. Todos tienen su cuota de sensacionalismo. De otros artistas, sí; pero de él, no.

En fin, ya me desvié muchísimo del tema y, como conclusión, solo les recuerdo que deben hacer un uso adecuado de su libertad de expresión, como de cualquier otro derecho, y les animo a compartirme sus opiniones y experiencias al respecto, aunque terminen que ni al caso como yo.

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