Hablemos de... Saint Seiya clásico, analizando algunos capítulos y sagas

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Quiero detenerme a analizar especialmente algunos capítulos, escenas y personajes del anime clásico de Saint Seiya. Para ello, comentaré algunos de los capítulos más importantes que fueron mis favoritos.

Para empezar, los capítulos 4 y 5, con la pelea épica nivel Dios y tan memorable entre Seiya y Shiryū, donde el dragón inicia la larga tradición suya de quedarse a pecho descubierto cuando las cosas se ponían serias en medio del combate. Y cómo olvidar la tensión de cuando el pobre Shiryū casi se muere y Seiya lo reanima con el método más eficiente desde tiempos inmemoriales: un buen puñetazo.

Capítulo seis, la gloriosa entrada de Ikki. Me da igual que sea un villano. Después de ver a Tatsumi golpeándolo como a una piñata solo porque podía, lo único que yo quería era que el Fénix llegara arrancando cabezas. Claro, tomó su enojo contra las personas equivocadas. Debió partir en tres a Tatsumi. Todos odiamos a Tatsumi por lo que le hizo a Ikki. También tenemos la memorable frase de Ikki: “Veo que no has cambiado, Shun. Sigues tan llorón como siempre”. Y la épica frase de Shun: “¡No puede ser! ¡Mi hermano ha cambiado de ideas, se ha convertido en un aliado de Satán!”

Capítulo 10, donde aparece Mu con su carita toda adorable. ¡Qué ternura! Mención para él porque es el caballero de mi signo, Aries, aunque no se descubra hasta más adelante.

Capítulo 13, épica pelea entre dragones con esa canción de Make Up de fondo, la nobleza, dedicación y espíritu de sacrificio de Shiryū, y la triste muerte de un villano que realmente no era tal. Lástima que esté mal animado y peor dibujado.

Capítulo 15, el traumático pasado de Ikki y la muy, muy triste muerte de Esmeralda, una persona que era realmente pura de corazón y creía en la humanidad. Oh, y cómo olvidar la heroica redención y muerte de Ikki.

Capítulo 16, descubrimos que a Hyōga le gusta hacer flexiones cuando no puede dormir y que Shun tiene la costumbre de correr por las mañanas. Gracias, necesitaba saber eso para poder seguir viviendo. Además, tenemos la oportunidad única de verle las nalgas a Shun en la ducha. Allí estaba cuando atacaron a la fundación, y se puso la armadura tan rápido, que no debe haber tenido tiempo de ponerse ropa interior. También podemos deducir que la policía japonesa tiene una mala leche que no la brinca un chivo, pues un caballero del tamaño de un elefante, con el poder de abrir cráteres en el suelo, capaz de arrancar árboles de raíz con las manos y de agarrar a una persona con una sola mano, sale huyendo apenas escucha que se acercan. Aunque no lo crean, este capítulo no carece de importancia, pues aquí se inicia otra larga tradición: la del secuestro y rescate de Saori.

Capítulo 19, es relleno y no hay mucho que decir, porque los enemigos más peligrosos a los que se enfrentan los caballeros son los mosquitos. Shiryū dice literalmente que estos insectos van a acabar con ellos. Dramático el Shiryū. Se ve que nunca ha vivido en una isla del Caribe, con mosquitos que parecen moscas a la orden del día.

Capítulo 22, se inicia otra larga tradición: el rescate de Shun por parte de Ikki. Pero todo sea por ver las entradas espectaculares del Fénix. Esta resurrección de Ikki es tan grandiosa, que vale por todo lo demás. Aunque para mí que Ikki le tiene puesto un GPS a Shun para saber cuándo y dónde el inútil está en peligro; de lo contrario, no me explico su sincronización tan perfecta.

Capítulo 30, uno de mis favoritos, a pesar de las críticas que dicen que parece un culebrón o que Saint Seiya se volvió una novela de Televisa aquí. Ese bello intercambio de miradas, la complicidad y confianza mutua que se hace evidente entre Seiya y Saori, es hermoso y está muy bien ejecutado. Así se establece la química romántica entre dos personajes. Si después de un millón de capítulos, me dicen que estos dos terminaron de pareja, yo diría que lo estaba esperando desde ese momento. Aprende, Tite Kubo, para que no me saques a una pareja de la nada y no pongas al héroe a cargar a las damas como si fueran sacos de papas. Mira, mira la delicadeza de Seiya con Saori. Mira y aprende. Esta es la única vez en la que veremos a Saori como una verdadera diosa de la guerra: imponente, poderosa, decidida, protectora y autoritaria. Todo para salvar a Seiya. Se han salvado el uno al otro. Simplemente con su Cosmos, inmoviliza al idiota ese de los cuervos y deja a Shaina sin palabras, a pesar de que ni siquiera sabía usar su poder. Esta es la única vez que Saori se ganó mi respeto, sobre todo porque estaba decidida a besar a Seiya, de no ser porque Shaina llegó para cargarse todo el ambiente. Aprende, Orihime.

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