Tomé un sorbo del café que llevaba helándose un buen rato encima de la mesita del comedor. Hice una mueca de disgusto y frustración para luego ir a la cocina. Esa era la tercera vez que lo calentaba.
Lo cierto era que no podía concentrarme en nada más que no fuera resolver el dichoso diario indescifrable. Aunque no había avanzado mucho (por no decir nada), tenía esperanzas de que nos diera alguna pista y alumbrara nuestro camino en este caso.
Mis pensamientos se detuvieron al oír el timbre sonar. Miré la puerta para luego volver la vista al reloj de la cocina. Ya era bastante tarde como para que me fueran a buscar a mi casa.
No perdí más el tiempo y crucé la sala para averiguar de quién se trataba. Me relajé y sorprendí a partes iguales al ver que se trataba de Connor.
—Oh, eres tú.
—Perdone que venga a importunarla a estas horas, Detective.
—No te preocupes, pasa —le abrí la puerta completamente y cuando estuvo dentro cerré tras de él—. Ven, siéntate. ¿Qué te trae por aquí?
—Me han informado sobre un nuevo caso que puede estar relacionado con los divergentes.
—Madre mía, ¿no podemos tener ni un solo día libre sin que el mundo se venga abajo? —suspiré con cansancio. Miré mis pintas de domingo por la tarde y supe que, muy a mi pesar, debía cambiarme de ropa—. ¿Hank lo sabe ya?
—No, no contesta a mis llamadas. Así que decidí que lo mejor era venir a por usted primero y luego pasar a por el Teniente.
—Bien, me arreglo y nos vamos. Dame 5 minutos, no tardo —dije con prisas organizando todo lo que tenía en la mesa de la cocina desordenada. En mi cuarto encontré lo necesario para no pasar frío, además de mi placa, arma y demás utensilios que necesitaría si las cosas se llegaran a poner feas.
Cuando salí y no vi a Connor sentado en el sofá fruncí el ceño, pero al asomarme lo vi ojeando con interés la estantería llena de libros que había en el salón. Sonreí mientras me acercaba a él.
—Le gusta leer —no era una pregunta ni una suposición, más bien una observación.
—Sí, no se nota mucho, ¿no? —reí a lo que pude vislumbrar una sonrisa casi imperceptible por su parte—. ¿Los androides no leéis? —pregunté curiosa.
—No tenemos necesidad, todo lo que llegamos a requerir está almacenado en nuestra memoria —dejó un libro que estaba ojeando de vuelta en su sitio. Me miró pero enseguida me rehuyó la mirada y la posó en el reproductor de música que tenía en la repisa. Lo examinó—. ¿Puedo hacerle una pregunta, Detective?
—Claro, pero con una condición —dejé ver una sonrisa pícara.
—¿Cuál? —pareció confuso.
—Que dejes de llamarme de "usted", me haces sentir mayor —reí. No pareció muy convencido, así que le aclaré a lo que quería llegar—. Solo llámame Meghan, nada de apellidos ni títulos. Como hacen los amigos.
—¿Somos amigos?
—Por mi parte, así lo espero. ¿Te gustaría? —no tardó mucho en asentir—. Bien, pues oficialmente pasamos de ser compañeros de oficina a amigos. Venga, dispara. ¿Qué quieres saber? —sonreí al recordar que tenía una pregunta pendiente.
—Det– se detuvo al ver mi cara de desaprobación fingida—. Perdón. Meghan, ¿qué relación tienen usted y el Teniente exactamente? No son familiares cercanos, ya que no comparten apellido, pero se comportan como tal —habló curioso.
—Oh, somos amigos desde hace un buen tiempo. Y como bien dicen; la confianza da asco —reí al explicarle. Asintió y observé como examinaba el aparato que aún seguía entre sus manos—. Esto es un poco más antiguo del que venden en las tiendas ahora. Es uno de los pocos objetos que me quedan de mis recuerdos de la infancia. Es un poco difícil de manejar, ya está viejo. Espera, deja que te ayude.
Lo agarré para mostrarle como funcionaba. Al poco tiempo la luz alumbró nuestros rostros y apareció la lista de reproducción con las canciones.
—Listo —se lo devolví—. Si te pones los auriculares lo oirás mejor —le recomendé.
Hizo lo que le dije y su cara hizo un gesto extraño al apretar el botón. Era como si nunca hubiera escuchado la música... Estaba experimentando algo por primera vez.
—Si quieres te lo puedo prestar —le dije contenta al ver que quería seguir escuchando. Al oirme pareció volver a la realidad.
—¿Segura? —me acerqué para doblar el cable en el aparato y colocárselo en la mano para luego cerrarla.
—Completamente. Conste que lo hago porqué eres tú. Pero no le digas a Hank, eh. Seguramente se enfadará porqué a él no le dejo ni mirarlo. Es un ambicioso que quiere copiar mi buen gusto —reí despreocupadamente pasando por su lado. Saqué las llaves de la cesta junto a la salida, lista para salir. Giré entornando la puerta, esperando a que saliera—. Sé que mi casa es bonita, pero tenemos un caso que resolver, ¿no?
Pareció salir de su trance, guardó el aparato en el bolsillo y con rapidez se posicionó a mi lado. Cerré la puerta y caminamos en dirección a la estación de tren. Si tenía que esperara a que un taxi se dignara a pasar por allí seguramente me daría la media noche. Ya me preocuparía de pedir uno para cuando llegáramos a la parada. Sino, podríamos tardar mucho tiempo, del cual no disponíamos.
No nos demoramos en llegar y justo a tiempo, ya que estaba a punto de estacionar. Al parar y abrirse las puertas sentí que Connor se alejaba hacia mi izquierda.
—¿Dónde vas? —le llamé la atención antes de que subiera por otra puerta.
—Al compartimento de androides —dijo con tranquilidad. Suspiré y me aproximé a él, no antes de apretar el botón para evitar que se cerrara la puerta.
—No digas tonterías, ven a sentarte conmigo —lo agarré del brazo e intenté tirar de él hacia el otro lado, pero el condenado estaba como clavado en la tierra.
—Pero, por normativa debo viajar en este vagón.
—Connor, no hay nadie y si tienen alguna queja, que me la comuniquen y sabré qué contestar. ¡Vamos! —conseguí que me hiciera caso aunque aún lo notaba inseguro y nos sentamos en uno de los asientos que había libres.
Nunca estuve de acuerdo en que se separara los vagones o cualquier sitio público entre androides y humanos. Simplemente me parecía estúpido y arcaico de parte de la sociedad.
—Quizá deberías descansar un poco, Meghan —miré hacia mi compañero y sentí algo muy raro en el estómago cuando pronunció mi nombre por segunda vez desde que le dije que podía llamarme así—. Todavía queda un rato. Yo te aviso cuando hayamos llegado.
—Vale... —al ver su sonrisa tranquila accedí.
Me crucé de brazos y cerré los ojos para intentar conciliar un poco el sueño. Presentía que iba a ser una noche larga.

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𝐀 𝐆𝐥𝐢𝐦𝐦𝐞𝐫 𝐎𝐟 𝐇𝐨𝐩𝐞 || 𝐂𝐨𝐧𝐧𝐨𝐫 𝐱 𝐎𝐜 ||
RomansaEn el año 2038 los androides son una realidad para la vida cotidiana en Detroit. La tecnología ha avanzado a pasos agigantados y la mano de obra humana poco a poco deja de ser necesaria. Meghan es detective en el DPD junto a su compañero, el tenien...