Nuevo en el castillo

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Nuevo en el Castillo


Dumbledore lucía una mirada de preocupación que no había mostrado en muchos años, frente a él estaba su serio profesor de pociones, ambos en su despacho, en silencio desde hacía un par de minutos, con la densidad del ambiente cayendo sobre sus hombros. Al final, el anciano suspiró angustiado mientras se ponía de pie y rodeando su escritorio fue a colocarse frente a Snape apoyándose en los barandales de la silla para así mirarlo más de cerca a sus profundos ojos negros.


— Una vez más, Severus: no lo hagas, no es necesario y...

— Ya está decidido, Albus, no tengo otro camino. —le interrumpió con una frialdad casi sobrenatural.

— ¿Quieres el puesto de profesor de Defensa?... te lo doy, pero renuncia a esa barbaridad.

— No lo hago por eso, y no me agrada la idea de que me ofrezcas esa vacante sólo por desesperación, la quiero cuando tú estés convencido de que la merezco y que puedo con ella.

— Yo sé que la mereces, pero...

— No hablemos más de eso, tú ya tomaste una decisión y yo la mía.

— Aún puedo cambiarla, y tú también.

— No lo haré.

— Es demasiado riesgoso y... ¡no, no pienso permitírtelo! —exclamó retirándose para ponerse a caminar de un lado a otro intentando encontrar el modo de convencerlo.

— No te lo he dicho para pedir tu permiso, Albus. Mi posición como espía corre riesgo si no doy el siguiente paso, de nada serviré a la Orden si el Señor Oscuro deja de confiar en mí y me descubre.

— Es que, eso que piensas hacer es inaudito. —dijo con un nudo en la garganta que casi logró conmover al profesor pero no lo dio a mostrar.

— No debes sentirte culpable, Albus. —respondió adivinando los sentimientos de su mentor y amigo—. Es mi decisión y no pienso dar marcha atrás, lo he pensado detenidamente y al fin me he decidido, no es algo en lo que tenga dudas. Si he venido a decírtelo es porque debes estar consciente que mi destino será más incierto que nunca, y cada vez que deba reunirme con ya-sabes-quién es poco probable que regrese, pero si lo hago, podré tenerte mucha más información que la nunca te he dado.

— Severus, tú... ¿tú quieres realmente hacerlo? No me refiero a tu papel como espía de la Orden, sino a... ¿quieres hacerlo?

— Fingiré no haber escuchado esa insinuación, Albus. —dijo poniéndose de pie con indignación—. Por el momento no debes preocuparte de nada, yo espero tenerte resultados muy pronto, ahora debo retirarme, tengo que preparar las clases del lunes.

— Espera, aún es sábado y tengo una reunión programada. Hay noticias que comunicarles, así que por favor acompáñame al salón de profesores.

Severus se sentía cansado, llevaba horas sin un verdadero reposo, pensando en los pros y en los contras de aquella decisión que tanto trabajo le había costado tomar, quería irse a su habitación y dejarse caer en su sofá frente al fuego mientras tomaba un poco de vino. Olvidarse del mundo por unos minutos era lo único que quería, olvidar tantas cosas que le agobiaban y que ni él mismo se permitía confesarse, eso era todo lo que quería, paz y silencio... pero no tuvo más opción que seguir a su Director hacia una junta programada fuera de horario. Iban dando vuelta a un pasillo cuando algo cayó estrepitosamente sobre el profesor de pociones haciéndolo caer al suelo con un peso encima de él.

— ¡¡¡Potter!!! —gruñó con fiereza al identificar a quien continuaba sobre él mirándolo casi con terror.

— P-profesor... —murmuró Harry demasiado nervioso para poder mover un solo músculo más que sus labios—. Yo...

Enfermo de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora