Aceptándose
— ¡Es un imbécil! —gruñó Harry mientras se encaminaba furioso hacia las frías mazmorras, odiaba tener que pasar sus pocos momentos libres cumpliendo con un castigo que, según él, no merecía—. ¡Lo odio, lo aborrezco! —continuó vociferando para sí mismo hasta el momento que llegó frente al despacho del Profesor Snape.
Entre tanto, éste se encontraba sentado tras de su escritorio, había hecho a un lado los exámenes que tenía por revisar y se masajeaba las sienes con exasperación sintiendo todavía en la boca el sabor metálico de la poción que acababa de tomar para quitarse ese desesperante dolor de cabeza. Cuando escuchó los firmes golpes en la puerta tuvo deseos de arrojar el tintero sobre ésta, pero simplemente se concretó a dar permiso para entrar.
— ¡Lo que me faltaba! —suspiró con profundo cansancio al ver a Harry frente a él—. ¿Qué quiere ahora, Potter?
— Vine a cumplir mi castigo. —respondió el otro en un gruñido.
— No tengo tiempo ahora, váyase.
— Pero...
— ¡Que se largue, he dicho! —le dijo con una ferocidad que hizo que el chico comprendiera que algo no andaba bien—. ¿Qué no me entendió? ¡Fuera de aquí antes de que me arrepienta y lo ponga a limpiar los retretes de los Slytherin!
Eso fue suficiente para que Harry sintiera que la sangre le volvía a hervir de rabia y sin decir nada más, salió dando un portazo que hizo estremecer las paredes. Severus tuvo deseos de gritarle y regresarlo a ponerle el castigo de su vida, pero prefirió dejarse caer sobre su escritorio intentando no pensar en nada ni nadie que incrementara ese dolor que no se iba... y Harry Potter seguro que haría que el dolor se convirtiera en una verdadera tortura.
Harry caminó velozmente por los pasillos, más histérico que nunca.— ¡Pedazo de mierda, eso es lo que es!... ¡¿Qué cree que tengo su maldito tiempo?! ¡Por su culpa suspendí el entrenamiento y todo para nada!... ¡Agh, lo odio!
Tan concentrado iba maldiciendo a su profesor de pociones y toda su estirpe, que no se dio cuenta de lo que lo golpeó y dejó tirado en el suelo, mirando estrellitas a su alrededor. De pronto sintió una cálida voz que le hablaba, quiso enfocar y lo primero que se topó fue con la sonrisa más encantadora que había visto en su vida, aquellos labios turgentes eran una invitación a tocarlos. Siguió mirando un poco más y notó una mirada verde olivo que lo veía entre preocupado y divertido. No supo qué lo impulsó a tomar la mano que se le ofrecía para ayudarlo a ponerse en pie, pero al hacerlo y percibir la suavidad de esa piel algo lo hizo estremecer.Era extraño que se sintiera así, y más frente a un perfecto desconocido... ¡frente a un hombre!, pero había que admitir que no recordaba haber visto uno así jamás. Tenía unas facciones tan suaves como varoniles, su piel era perfectamente blanca, el cabello lo llevaba suelto y le llegaba a la mitad de su espalda, de un castaño claro con brillos dorados. Su cuerpo, su cuerpo era realmente perfecto, más alto que Harry, atlético, de piernas largas y estilizadas. Debía de tener alrededor de unos treinta años, tal vez menos, era difícil saberlo pues su sonrisa casi infantil contrastaba con la madurez de su mirada.
Quizá el hombre se dio cuenta de toda la inspección que le hacía Harry pues de pronto le miró con picardía consiguiendo que el chico de diecisiete años se sonrojara visiblemente.
— ¿Estás bien? —preguntó el hombre y su voz le pareció a Harry una de las más hermosas, tan encantadora como el canto de un fénix, de repente sintió el deseo de vivir por ese hombre, de convertirse en su esclavo y morir por él—. ¿Harry?
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Enfermo de amor
FanfictionEl amor desmedido puede ser la perdición de cualquier persona. Es tan peligroso no saber amar, como amar demasiado. Harry creía conocerse bien, pero cuando va descubriendo sentimientos desconcertantes surgidos hacia su Profesor comprueba que hay muc...