Tutorías y gestaciones

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Tutorías y Gestaciones


Harry no podía dejar de sonreír. Era muy especial aquel momento. Sentado con Severus en el piso de su despacho, recargado sobre su pecho mientras el profesor le explicaba pacientemente las propiedades de las púas de erizos y porqué no mezclarlas con hígados de salamandra.


— ¿Estás entendiendo?

— Perfectamente. —aseguró girando la cara para hundirla en el cuello de Severus y besarle—. Eres un excelente profesor cuando te lo propones.

— Dime entonces las propiedades de la amortentia.

— ¿Qué tiene que ver eso? —protestó retirándose enfadado.

— Nada, pero quería ver si realmente estabas poniendo atención.

— Muy gracioso, pero ahora que sacas esa poción en la conversación... ¿seguro que no me la diste a beber en ningún momento? —preguntó regresando a besarle el cuello—. Me encanta como hueles, cada vez que te tengo cerca todo se nubla a mi alrededor y lo único que quiero es estar contigo.

— ¡Harry! —exclamó de repente provocando que el chico retrocediera asustado.

— ¿Qué, qué pasa?

— ¡Sabes algo de pociones!


Harry entornó los ojos ante la broma de su Profesor que para entonces reía luego de su sorpresa al saber que Harry por lo menos estaba enterado de las propiedades de un poderoso filtro de amor, prefirió no preguntar nada más y le atrajo para besarlo.


— Esto me gusta más. —ronroneó Harry acurrucándose junto a Severus—. Si así serán las tutorías quiero tenerlas a diario.

— No te emociones, me conformo con que hoy hayas aprendido algo.

— Estudiaré mucho entre clase y clase para que mis tutorías no se desperdicien en enseñanzas.

— Eres un niño muy malo. —le reprendió juguetón—. Sólo por eso te voy a castigar.

— ¿Cómo, profesor?

— Tendrás que quedarte quieto, te prohíbo moverte por más que te urja, ¿me has entendido?

— Perfectamente, profesor, ya le dije que es muy bueno para enseñar.


Severus sonrió y llevó su mano hacia el pantalón de Harry, con exasperante lentitud le acarició por encima de la ropa mientras succionaba con sus labios la suave piel de la oreja de Harry. Las manos del Gryffindor estuvieron a punto de intervenir atrayendo al Profesor, pero éste se las retiró recordándole su castigo. Suavemente Severus deslizó la bragueta del pantalón y deslizando su mano por debajo de la ropa interior jugueteó con la suave alfombra que lo recibió. El chico gimió extasiado cuando sintió los dedos de Severus rodeándole el miembro que empezaba a endurecerse ya. Recostándolo sobre el suelo, el Profesor abandonó el cuello de Harry para desplazarse hacia el sur.


El chico pensó que le desvestiría y le haría el amor, pero Severus no hizo más que levantarle la camisa del uniforme y acariciarle con la nariz su abdomen aún muy levemente redondeado. Depositaba pequeños besos sobre su piel, sintiéndole estremecerse ante los suaves contactos. El miembro erecto de Harry le acariciaba a su vez su nuez de Adán provocando que su deseo se intensificara. Apartó lo suficiente la ropa interior de Harry para poder tener contacto con la piel de ese mástil que se erguía para él.


Con suaves besos y febriles caricias le estimulaba, retando a la paciencia de Harry, quien se contorsionaba de placer ansiando más, pero recordando su castigo no se movía más que lo inevitable. Podía sentir su pene humedeciéndose con la saliva del mago mayor y arqueaba la cadera desesperado por más que besos, que aunque excitantemente deliciosos, no le impedían desear más. Los dedos largos de Severus le rozaban cada zona con gran sensibilidad. Ahogó un grito al sentir cuando finalmente Severus introdujo su glande dentro de su boca, jugueteando con su lengua la punta endurecida, saboreándola detenidamente.

Enfermo de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora