El plan de Snape

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El Plan de Snape



Severus no podía dejar de sonreír, le fue totalmente imposible no hacerlo. Era realmente divertido ver a Harry Potter apoyado sobre su escritorio respirando agitado luego de tragarse su orgullo e ir a solicitar su ayuda. Tal vez en otra ocasión hubiese tenido que actuar molesto y echarlo de su despacho por su irreverencia, pero ahora no podía, estaba enterado de lo sucedido en la sesión de duelo y jamás se imaginó que el resultado fuera tener al chico frente a él, con las orejas encendidas y el mismo tono en sus mejillas. Se veía tan...


— ¿Y bien? —le apresuró Harry—. ¿Va a ayudarme o no?

— ¿Y porqué tendría que hacerlo, Señor Potter? —preguntó sin abandonar su sonrisa—. Usted y yo hemos comprobado que no podemos estar juntos en una habitación sin el riesgo de terminar matándonos, ¿porqué viene a pedirme ayuda?

— ¡Porque usted es un mortífago, usted sabe de maldiciones, de engaños, de trampas! ¡Porque usted es el único que puede enseñarme a derrotar por las buenas o por las malas!

— ¿Así piensa convencerme? —le cuestionó aún más divertido—. ¿Piensa insultarme mientras me pide ayuda?

— ¡No quiero insultarlo, por el amor de Dios! —exclamó alzando los brazos desesperado—. ¡Usted es mi única oportunidad de vencer a ese arrogante del profesor Abbatelli!

— ¿Arrogante? -repitió sonriendo aún más-. Creo que en este momento me sentiría privilegiado de tomar lecciones de arrogancia con usted, Potter.

— Ah, ¡ahora es usted quien quiere ofenderme!

— Potter, reconozca que es su orgullo herido el que lo ha hecho venir hasta aquí conmigo, y debe de haber sido realmente humillante lo que sucedió en la clase de duelo para que se atreva a pedirme ayuda.

Harry se cruzó de brazos luchando por encontrar un motivo con el cual debatir ese argumento. No lo encontró. Odiaba tener que darle la razón a Snape cuando éste ni siquiera estaba intentando disimular lo mucho que disfrutaba verlo suplicarle por ayuda... y esa sonrisa, jamás antes le había sonreído. Había burla en ella, es cierto, pero tenía algo más que la hacía diferente y le provocaba cosquilleos bajo la piel. Finalmente sacudió la cabeza, se estaba desviando del tema, así decidió dejar a un lado el orgullo.


— ¡De acuerdo, está bien, lo reconozco! ¡No me gustó que me derrotaran frente a toda la escuela, ahora hasta los estúpidos de Slytherin se burlan de mí!... Me encontré a unas serpientes madrugadoras cuando venía para acá y se atrevieron a recrear la escena con todo y efectos especiales. —se quejó y Severus tuvo que esforzarse como nunca para no reír a carcajadas ante la imagen que se presentó en su cabeza—. ¿Va a ayudarme o no?

— Probablemente, pero yo no hago las cosas gratis, Potter. Soy un mortífago, usted mismo lo ha dicho, y quiero un pago por mis servicios. —insinuó inclinándose sobre su escritorio arqueando su ceja izquierda y sus ojos brillando de una manera que a Harry le pareció encantadora.

— ¿Un pago?... Bien, ¿cuánto quiere?

— Bueno, he lamentado mucho enterarme que me perdí su humillación pública, así que me gustaría poder mirarla.

— Perfecto. Vea en mi memoria cuando se le plazca. -ofreció abriéndose de brazos, decidido a todo.


Severus no respondió nada al verlo de pie frente a él en esa posición de franca invitación a hacer de él lo que quisiera... todo cambió entonces. Sus ojos perdieron brillo, se alejó de su escritorio mientras daba la espalda a Harry, sus párpados se cerraron en un ceño que reflejaba un profundo dolor. Harry no sabía qué hacer, le preocupó el silencio, dio un paso hacia delante con toda intención de averiguar qué sucedía cuando el Profesor giró sobre sí mismo, su rostro volvía a ponerse tan serio como antes.

Enfermo de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora