La primera clase

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La primera clase


Severus mantuvo cerrados los ojos por unos segundos, aspirando embriagado la fragancia que emanaba del cuello del muchacho, extrañaba tanto ese calor. Harry le correspondió profundamente emocionado, aunque eso no le quitaba de la cabeza que Ángelo estaba ocupando ya las habitaciones de Severus.

— Dime lo que está pasando. —pidió cerrando los ojos para disfrutar más del abrazo.

— Harry... ve a tus habitaciones, te veré mañana.

— ¿Por qué siempre me ocultan todo? —le recriminó dolido—. ¿Porqué no confías en que puedo entender lo que pasa?

— Algún día. Sólo dame tiempo para confirmar algunas dudas, Harry... por favor.

— ¿No le has dicho que me besaste?

— No se te ocurra decirle, Harry, no sabes lo que está en juego.

— ¿Te está amenazando con algo?

— Harry, Abbatelli no es una mala persona, no me tiene amenazado. —respondió zafándose del abrazo al recordar la advertencia Veela que casi había sacado de su mente—. Ahora deja de hacer preguntas y mañana nos vemos para tus clases.

— ¿Entonces no le has confesado lo que pasó entre nosotros? —preguntó sonriendo triunfante

—. Esa es una buena información, gracias, Severus.

— Harry, escucha y grábatelo bien... —dijo sujetándole del rostro para hacerlo mirarlo a los ojos y notara la seriedad con la que hablaba—... No se lo digas, no sabemos cómo podría reaccionar. Lo único de lo que estoy seguro es que iría a decírselo a Albus, y él ha llegado a quererlo mucho, no te va a permitir que le lastimes.

— ¿Y tú tampoco me lo permitirías? —le recriminó volviendo a endurecer su mirada.

Severus respiró hondo antes de darle otro abrazo que no duró mucho para molestia de Harry, pues un ruido en el interior hizo que Severus se despidiera rápidamente dejándolo solo en el pasillo. Harry contuvo el deseo de tocar y ponerlo en evidencia frente al pretencioso Veela... se marchó decidido a que no volverían a dejarlo plantado en un corredor, y si Severus no le decía lo que estaba pasando, él se encargaría de averiguarlo.


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A la mañana siguiente tenía clase de pociones, había esperado ansioso ese momento, ya tenía en mente lo que haría a continuación. Severus no se sintió tranquilo al entrar al aula y ver todo en perfecto orden, ya los sobres habían desaparecido y había logrado acomodar la mayoría de los ingredientes, pero luego de lo sucedido la noche anterior, estaba seguro de que encontraría todo revuelto nuevamente, sin embargo no fue así, y eso le angustiaba más todavía. Miró a Harry, el chico le sonrió como si fuera un angelito, pero él sabía muy bien de ese tipo de sonrisas que ocultaban un demonio. Revisó perfectamente su silla antes de sentarse y dudó mucho en sujetar la pluma que descansaba dentro del tintero, todo le parecía extremadamente sospechoso.

Empezó la clase escribiendo las instrucciones en la pizarra, y entonces escuchó una risita que podía identificar en cualquier lado.

— Veinte puntos menos para Gryffindor. —dijo sin girarse, ocultando un escalofrío que le recorrió la espalda—. Ponga atención a la clase, Señor Potter o tendrá que salirse.

— Puedo salirme de una vez si quiere.

Severus dio la media vuelta rápidamente, sorprendido de que Harry se hubiera atrevido a hablarle en ese tono frente al resto de los alumnos, le miró furioso, pero el chico continuaba sonriendo inocentemente.

Enfermo de amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora