06 || Absenta & Coqueteo

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Por supuesto Min Yoongi no es un tipo común, por lo que la palabra “bebamos” es otra de sus formas para mostrar cuánto poder oculta por más inofensiva que parezca.

En una mesa donde se encuentran Jungkook y Taehyung frente a frente, lo que pareciera ser una simple botella de alcohol se interpone, adornando con un aura oscura y espeluznante el centro, su presencia es como si se tratara de un arma letal que les apunta directo a la cabeza.

―¿Absenta Negra? ―balbucea Taehyung, cohibido.

―¿Acaso nos quiere matar? ―repone Jungkook.

―La cobardía no es bienvenida a mi casa. ―Yoongi coloca copas para cada uno―. “Después del primer vaso, uno ve las cosas como le gustaría que fuesen. Después del segundo, uno ve cosas que no existen. Finalmente, uno acaba viendo las cosas tal y como son, y eso es lo más horrible que te puede ocurrir” ―recita las palabras que alguna vez fueron clamadas por el escritor, poeta y dramaturgo irlandés Oscar Wilde.

La pareja foránea comparte miradas. Por un lado Taehyung teme descontrolarse como la última vez, y por otro, Jungkook debe mantenerse sobrio ya que requiere sigilo y astucia para la misión que debe llevar a cabo.

Yoongi se hace a la mesa junto a ellos. Abre la botella y pronto el líquido se desliza al interior de la copa. Es sólo una pequeña cantidad. Prosigue hacer lo mismo con los envases de sus “invitados”.
Cuando cada uno tiene en frente su bebida, una llamada salva a Jungkook. Saca su móvil y ve que se trata del anónimo con quien debe estar en contacto para un trabajo que todavía desconoce. Tal vez esa noche se den a conocer más detalles. Se disculpa y sale del lugar dejando al modelo a solas con el extraño.

Taehyung decide romper el silencio tras minutos llenos de incomodidad.
―Así que… ¿Oscar Wilde?

Yoongi bebe un trago, apenas arruga la cara cuando el ardiente y vivo alcohol quema su garganta.

―La historia de su vida es cautivadora ―expresa.

―“Mi vida es un escándalo” ―cita Taehyung, una frase con la que se identifica. Sin darse cuenta se envuelve en una plática de libros y poesía, de arte y tragedia. Conversar con Min Yoongi se siente como sentarse a charlar con un anciano sabio que ha vivido incontables decepciones y duras batallas.

―Bébelo, no es tan malo. Sólo es una copa con una pequeña cantidad ―le persuade.

―¿Tendré alucinaciones?¨

―Nada que no quieras ver ―admite.

Para cuando Jungkook vuelve a ingresar a la cocina se lleva una desagradable sorpresa: Taehyung se ha tomado la copa de absenta, murmura cosas en el oído de Yoongi con una mirada de complicidad y seducción en un hálito de intimidad que pone furioso a Jungkook sin motivo aparente. No habiendo espacio personal entre ambos.

La llamada del anónimo de por sí le ha puesto de malhumor, ahora se le suma el posible coqueteo de esos dos “raritos”.

―¿Ya comenzó la fiesta? ―insinúa, llegando hasta la mesa y arrebatando la segunda copa que Taehyung estaba por llevarse a los labios. Jungkook vacía el contenido arrojándolo hacia un lado.

―¿Qué sucede contigo? ―musita Yoongi―. Sólo charlábamos.

―¿Y luego? ¿Por qué quieres emborracharnos y dejar que únicamente Taehyung duerma en tu casa? ¿Te vas aprovechar de él? A diferencia de ti, Taehyung no es gay ―declara, tomando al mencionado del brazo y levantándolo de su asiento.

Debido a su estado de embriaguez, Taehyung trastabilla y cae en los brazos de Jungkook.

El alcohol es fuerte, e incluso con tan sólo olerlo es posible marearse un poco.

Yoongi se cruza de brazos, se reclina en la silla y sonríe de forma burlesca.
―Quizás él no.

Molesto Jungkook se lleva a Taehyung hacia el exterior.

―¿Qué demonios? ¡Aún no era el momento! ―le reclama una vez se encuentran en la desolada carretera―. Ni siquiera debías tener contacto con él.

―Yo creí que…

―Vuelves hacer algo como eso, una mínima interacción con un chico delante de mí y te juro que te romperé tus bonitos pómulos.

Taehyung se deshace de su agarre y comienza a caminar hacia el auto. En su andar se puede notar desequilibrio.

Jungkook pasa su mano por el rostro y se queda de pie en medio de la carretera. No puede entrar y disculparse con Yoongi, tampoco puede ir tras Taehyung ya que está lo suficientemente fastidiado con él que podría cometer una locura. El trato con el arma no tuvo éxito, y la toma de la gasolina ni luces.

Dejando su orgullo de lado no le queda de otra que entrar al taller y hablar con Min. Este se mantiene en la misma posición, degustando el alcohol.
―Ah, volviste… Aún está tu bebida aquí.

―Olvida eso.

―Jungkook, debiste decirme que el chico y tú tenían algo…

―Cállate ―le corta de inmediato―. Taehyung no es así. Si estás buscando ese tipo de diversión puedo llamar a un amigo que sí podría ser de tu tipo.

―Olvídalo, no quiero eso. Ese chico y yo lo estábamos pasando bien. Te diré el porqué: es culto y pasional, sabe de arte. No es sólo una cara bonita. Parece que no sabes apreciar lo que tienes. Tenía años de no hablar con alguien sobre cosas que en verdad importan para mí ―admite con pesar―. Les dejaré quedarse a ambos. Pero lárguense apenas salga el sol.


Con cautela Jungkook se acerca al auto. Desde afuera puede escucharse música proveniente del interior. Su compañero está aparentemente dormido en el asiento del piloto.
Se pregunta así mismo por qué no puede ser capaz de dejarlo pasar, o más bien, por qué de pronto se preocupa por él. Esa llamada sin duda le ha dejado mal.

Con los nudillos golpea el vidrio, mas Taehyung parece estar en un estado de inconsciencia. Abre la puerta. Se detiene a observar la manera en la que está acostado, como su cuello y clavícula se muestran a la vista  ―un fragmento de desnudez que tuvo el privilegio de saborear―, y lo impecable que es su atuendo de diseñador. Estira el brazo para apagar la radio mas la mano de Taehyung lo detiene sin siquiera abrir sus ojos. Se retracta y cierra con sutileza la puerta, rodea el auto y se desliza hacia el asiento copiloto para hacerle compañía.

De cierta manera se siente culpable por haberle amenazado y gritado por algo que le había ordenado hacer y, también, por el tormento que le haría vivir los días consiguientes.

Reconoce la canción que suena en los parlantes. Inclina el asiento para recostarse y por inercia, su voz melódica sigue la letra de aquella suave y melancólica melodía.


Y cuando la luna se complazca de tu tristeza

Y las lágrimas tibias quieran hundirte

Lucharé para mantenerte a flote

Hasta que el oro de la mañana

Compre tu felicidad.


























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Vaya, vaya. Malévolo cucarachón se nos puso sentimental.

Todos tenemos nuestro corazoncito, incluso aquellos que se esconden con una máscara de indiferencia.

Tal vez ahora muchas cosas no tengan sentido pero es por el bien de la trama. Espero les esté gustando de todas formas.

Gracias por leer <3

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