A la mañana siguiente de que me había reconciliado con Ian, llegue a la empresa mientras se me hacia un nudo en el estómago, sin muchas ganas de verle la cara a Juliana me dirigí hacia mi oficina, solo esperaba que el numerito de la niña del exorcista que hice diera sus frutos y se mantuviera alejada de él. Cuando alcance la recepción, me sorprendió ver a un joven sentado en el que era el lugar de ella. Era prácticamente un muchacho, delgado e impecablemente vestido, no podía tener más de 20 años.
-Buenos días. -Digo mirándolo.
El se levanta de su lugar de un salto y me saluda.
-Buenos días Señorita Fuentes, espero que haya descansado bien. -Dice de forma educada. -Le comento que a partir de hoy, yo seré la nueva persona encargada de la recepción, así como de atender las solicitudes de los señores Makena y las de usted por supuesto. Mi nombre es Mario Villarreal.
-Mucho gusto Mario. -Digo con una sonrisa.
La verdad es que no sabía que había pasado, pero tampoco me importaba, lo único bueno de todo lo que paso, es que por fin esa mujer estaba fuera de mi vista. Mario se veía agradable y profesional, así que con eso era más que suficiente para mí.
Me despido de Mario y camino a hacia mi oficina, cuando abro la puerta ahí está el, sentado en mi silla viéndose como un dios del olimpo.
-Buenos días cariño. -Dice con una sonrisa. - ¿Como dormiste sin mi anoche? -Pregunta mientras me acerco a él.
Mmm, como un bebe. -Digo para molestarlo; la verdad es que me estaba acostumbrando a dormir entre sus brazos y con su ausencia no dormí mucho que digamos.
Gruñe ante mi respuesta, sabe que estoy mintiendo. Dejo mi bolso y demás cosas en mi escritorio y me jala hasta que quedo sentada en sus piernas.
- ¿Estas segura que no me extrañaste aunque sea un poquito? -Pregunta mientras besa mi cuello.
Me rio ante su insistencia de que admita que me hace falta, este juego me gustaba, así que haciéndome la loca, le contesto.
-Mmm. -Digo mientras me toco la barbilla. -Si, creo que estoy bastante segura.
El me mira, no es la respuesta que quiere escuchar, lo se. Estoy tratando de contener mi risa, pero ver su ceño fruncido solo por no decirle que lo extrañe, es demasiado divertido. Finalmente estallo en carcajadas y lo beso. ¡Dios! era adorable cuando se ponía gruñón.
-Cariño, claro que te extrañe. -Digo, pasando mis dedos por su cabello. -Eres la razón por la cual me levanto todas las mañanas.
Al parecer le gusta mi respuesta, por que me regala una sonrisa hermosa. Me toma de la nuca y me arrima a sus labios. Nos besamos, nos tentamos y comienza a desabotonarme el pantalón. Mete su mano en mis pantis y comienza a tocarme. Joder amo al hombre posesivo que me hace el amor donde se le da la gana.
Mi respiración comienza a hacerse superficial y comienzo a mover mis caderas contra su mano. Amo que me haga perder la cabeza con solo tocarme pero estamos en mi oficina, si alguien entrara se llevaría un buen espectáculo.
-Ian, alguien puede entrar. -Digo con un gemido.
El gruñe y se levanta conmigo en brazos, camina hacia el baño y mi estomago da un vuelco, se lo que significaba eso, va a tomarme en el baño. Entramos, pone el seguro a la puerta mientras me baja hasta tocar el piso con mis pies. Lo jalo de la corbata y lo siento en la taza del baño, comienzo a quitarme el pantalón y luego las pantis hasta que los saco por mis piernas. Lo miro y le brillan los ojos con deseo, así que me acerco y me pongo a horcajadas sobre él.
Lo necesito, necesito decirle que lo amo y que lo deseo con hechos no con palabras. Mientras el se deleita con mi cuello y mis pechos, mis manos vuelan a su bragueta, solo bajo el cierre y tomo su miembro y lo saco por la apertura. Levanto un poco las caderas y lo coloco en mi entrada.
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ESTA SOY YO
RomanceHoy en un día como como cualquier otro, Mariane se dio cuenta que este mundo no estaba hecho para mujeres con sobrepeso, estas mujeres son rechazadas por la sociedad por el simple hecho de que no se acoplan a los estándares que dicha sociedad impone...