CAPITULO 27.

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Han pasado veinticuatro horas desde que Ian se fue, no he sabido nada de él. Lo he llamado un montón de veces al celular, le he dejado muchos mensajes de texto y de voz, pero no he recibido ningún tipo de respuesta.

Está claro que no quiere saber nada de mí, pero necesito desesperadamente hablar con él, no puedo dejar las cosas así, si después de que me escuche no quiere volver a verme, entonces desapareceré de su vida.

Joder, pensar en no volver a verlo hace que mi corazón se parta. De mi boca sale un sonido extraño lleno de dolor. Me levanto de la cama y con todo el pesar del mundo me dirijo a cambiarme. En este momento todo lo que me apetece hacer es, acurrucarme y dormir para no sentir.

Bajo las escaleras y me encuentro con Alistair, le pregunto si sabe algo de Ian, pero la mirada que me da deja claro que no sabe nada. Le digo que si hay forma de que alguien me lleve hasta la planta, pero antes de que me conteste nos vemos interrumpidos por el ruido de un vehículo afuera. Por un momento me regresa el alma al cuerpo al pensar que es Ian, pero al ver entrar al Señor Makena y a Duncan por la puerta me inunda la decepción.

- ¿Qué es lo que le has hecho a mi hijo? -Dice el Señor Makena, yéndose directamente a por mi cabeza.

No contesto, solo miro a los dos hombres delante de mí que parecen querer desollarme viva. Mi corazón se agita al pensar que Ian se encuentra mal.

-Necesito hablar con Ian, ¿me puede decir donde se encuentra por favor? -Pregunto mientras lo miro.

-Para que quieres verlo, ¿para darle el golpe de gracia?

Sin poder evitarlo, mis ojos se llenan de lágrimas. ¡Dios! odio llorar, pero llorar enfrente de alguien que te odia, es darle armas para destruirte.

-Por favor Señor, solo quiero hablar con él. Le prometo que después desapareceré de sus vidas. -Digo con un nudo en la garganta.

-Pues mejor desaparece ahora. No sé dónde está Ian y aunque lo supiera no te lo diría. -Dice mirándome de forma despectiva.

Lo paso de largo y salgo por la puerta. Ya afuera, por fin dejo salir las lágrimas.

-Mariane. -Dice la voz de Duncan detrás mío.

Joder, el que faltaba. Me limpio las lágrimas y volteo a enfrentarme a él también.

-Por favor. -Suplico en un susurro, mientras me mira unos momentos.

-Está en las oficinas de la planta. -Dice soltando un suspiro.

Me inunda el alivio y el pánico al mismo tiempo, pero no era momento para dejarse llevar. Muy en el fondo de mi corazón, sabia como terminaría esto, pero no quería irme sin explicarle aunque sea un poco por qué fue que se lo oculte.

-Me puedes llevar, por favor.

Se adelanta y me pasa de largo, por un momento pienso que me va a mandar a la mierda. Pero lo escuchó decir.

-Vamos, sube.

Me doy la vuelta y está sosteniendo la puerta abierta para mí, camino con el cuerpo desinflado y me subo al coche. En cuestión de diez minutos ya estamos en la planta, salimos del coche y comienzo a dirigirme hacia las oficinas.

-Aquí te espero. Dice Duncan a mi espalda mientras se recarga sobre el carro.

Asiento y sigo caminando. Mi cabeza es un caos, estoy tratando de encontrar la mejor manera de decírselo, pero supongo que abrirle mi corazón es la mejor manera.

La puerta de su oficina esta entre abierta, así que poniendo la mano sobre el picaporte la abro del todo. Mi mente se queda en shock, estaría mintiendo si dijera que estaba preparada para lo que estaba viendo. Mi corazón termina haciéndose añicos a mis pies al ser testigo de esto.

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