CAPITULO 28.

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Abro los ojos y me encuentro en una habitación extraña, sin moverme aun de la posición en la que me encuentro observo mi alrededor, no reconozco nada de lo que veo. ¡Joder! ¿Dónde estoy?, como un torbellino los recuerdos se vienen a mi mente. Ian besando a esa mocosa, yo preguntándole si ya no me quería y a Duncan sacándome en brazos de ahí como a una muñeca rota. El dolor regresa y se instala en mi corazón, mejor no hubiera despertado. Cierro los ojos con la esperanza de que todo solo sea un mal sueño, pero al abrirlos de nuevo, mi realidad es aplastante.

Me enderezo hasta quedar sentada sobre la cama, miro por la ventana y me doy cuenta de que el sol entra por ella e ilumina la habitación de forma encantadora. Si mi ánimo fuera otro, tal vez podría apreciarlo de mejor manera.

Necesitaba regresar a México y reorganizar mi vida, regresando iría a la empresa y renunciaría a mi cargo, no podía seguir trabajando ahí, no podría soportar verlo con otra mujer, con ninguna mujer. Mi vida había dado un giro inesperado y ahora me encontraba sola de nuevo. Miro a mi estómago, mi cacahuate seguía allí, así que tenia que ser fuerte por él, de ahora en adelante viviría solo por él y para él, no era la forma que había imaginado traerlo a este mundo, pero la vida rara vez te da lo que pides.

Era ovio que si Ian no quería un mujer enferma, tampoco querría un hijo que posiblemente heredaría mi enfermedad, eso si tenia la suerte de llegar al termino de mi embarazo. Fui una cobarde porque no pude preguntarle que iba a pasar con nuestro bebe, el que me haya rechazado a mi era una cosa, pero que lo rechazara a él, que no tenia culpa de nada, no lo hubiera podido soportar.

Estaba sumida en mis pensamientos, cuando tocan a la puerta de forma tenue.

-Adelante. -Digo con la voz rasposa.

La puerta se abre y Duncan entra por ella. Joder, lo miro y mi cara arde de vergüenza, no sé cómo permití que me cargara en brazos.

-Con permiso. -Dice y entra hasta sentarse en la cama, a mis pies. - ¿Como te encuentras?

Suelto un suspiro, quisiera decirle que bien, pero mi mente se encuentra exhausta como para mentir y hacerme la fuerte.

-No muy bien. -Digo. -Pero no voy a llorar más, te lo prometo. -Confirmo, mirándolo a los ojos.

Me mira evaluando mi estado de ánimo, como si pensara que en cualquier momento me fuera romper de nuevo. Pobre, lo que debió haber pasado, todo por ayudarme.

Sorprendiéndome enormemente, toma una de mis manos entre las suyas y se la lleva a los labios. Deposita un beso en el dorso y la coloca otra vez sobre mis piernas donde descansaba segundos antes. Sin poder evitarlo mis mejillas se tiñen de rojo, debido al gesto tan tierno.

-Te ves encantadora cuando te ruborizas.

Ese comentario solo provoca que me ruborice más. Él se ríe, y juro por dios que es la primera vez que lo escuchaba reír. Joder, ¿desde cuando se portaba así conmigo?, pensé que me odiaba igual que su hermano.

- ¿Cuánto tiempo he dormido? -Pregunto para cambiar el tema.

-Desde ayer como a medio día, así que deben ser como unas veinte horas.

Joder, dormí como oso en invierno. De pronto la quietud y el silencio de la habitación se ven interrumpidos por los sonidos de mi estómago. Mierda, mi cara arde de nuevo por la vergüenza y miro mis manos, por que sinceramente no puedo mirar a otro lado.

-Lo repito, te ves encantadora cuando te ruborizas. -Dice pasando uno de sus dedos por mi mejilla.

Aunque su toque es tierno, me siento muy incómoda con estas demostraciones de ternura, la única persona que lo había hecho era Ian y de alguna manera mi corazón se retuerce al pensar que esto no está bien. Duncan retira su mano de inmediato al notar mi incomodidad y desvía la mirada.

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