Sigo en la misma posición, mis ojos no pueden despegarse del anillo y de Ian hincado frente a mí. Sigo sin poder creer que me esté pidiendo matrimonio.
-Cariño, no me estoy quejando pero, ¿cuánto tiempo planeas tenerme de rodillas? -Dice sonriendo.
-Claro que quiero casarme contigo. -Digo por fin.
El me regala una hermosa sonrisa y se pone de pie, toma el anillo de la caja y comienza a deslizarlo por mi dedo. Lo miro, es realmente hermoso de hecho esta confeccionado con los mismo patrones que el relicario que Ian me regalo, lo miro detenidamente y si, efectivamente el diseño se parece mucho.
Ian me levanta en brazos y me pega a su cuerpo, mientras me besa con pasión y desenfreno.
-Ahora si eres mía.
-Siempre he sido tuya, lo he sido incluso desde el día que nos conocimos, solo que aún no me había dado cuenta.
Conforme digo esto, Ian gime y me toma entre sus brazos, pegas su labios a los míos y nuestras lenguas danzan. En mi mente comienza a formarse una neblina de apetito sexual, con un hambre urgente. Mi lengua acaricia sus labios de nuevo mientras mis dedos se cuelan por debajo de su camisa.
Ian me toca, su mano se desliza por mi cuello, mis hombros hasta cerrarse posesivamente sobre mi pecho, separa su boca de la mía y comienza a deslizarla mordiendo mi cuello y mi garganta.
Una sonrisa lenta y llena de satisfacción curva mi boca, mi lengua sale al encuentro de su piel y la saboreo; sabe masculino, salado y adictivo. Siento los músculos de Ian contraerse, tensos. Cierro los ojos y cedo ante las demandas de mi cuerpo. Mis mano acaricia su pecho, pasando por su abdomen marcado, moviéndome más abajo para atormentarlo con cada una de mis caricias.
El cuerpo de Ian se mueve contra el mío, buscando una fricción mayor, piel contra piel. Sin esperarlo Ian me saca la blusa por la cabeza, sus manos buscan los broches de mi sostén hasta que lo quita también. Mis manos comienzan a desabrochar la camisa y se la saco por los hombros, en cuanto veo su pecho desnudo, mi lengua ataca sus pezones. El echa la cabeza hacia atrás y gime en voz alta.
¡Dios! lo deseaba. Lo deseaba más de lo que alguna vez había deseado cualquier cosa. Mi boca desesperada por sentir su lengua la busca mientras el placer increíble inunda cada célula de mi cuerpo. Mi mano se desliza más hacia abajo, siguiendo la huella de su pelo hasta que las puntas de mis dedos tocan la pretina de sus pantalones. Ian cambia el peso de nuestros cuerpos de un pie a otro, mientras su miembro duro trata de liberarse de su confinamiento. Se que necesitaba alivio y yo se lo iba a dar.
Sus manos vuelan hasta los botones de mi pantalón y comienza a desabrocharlos, sin ninguna contemplación los baja llevándose con ellos mi tanga también, dejándome totalmente desnuda ante sus ojos. Su cuerpo esta tenso, lleno de sudor, pulsando de necesidad. Mi mano se mueve por encima de la tela, lo siento estremecerse, sabía exactamente cuánto él me deseaba, su necesidad era idéntica a la que yo sentía. Le desabrocho el pantalón y meto mi mano dentro de su bóxer hasta liberar su miembro, lo siento estremecerse de nuevo mientras mis dedos envuelven su grueso pene.
Los dientes de Ian se aprietan y las piernas se le aflojan, cae de rodillas sobre el piso y me lleva con él. Mi mano sigue moviéndose sobre su longitud mientras su cuerpo se arquea lleno de éxtasis. Sin poder esperar más, se saca los pantalones de las piernas y me recuesta sobre nuestra ropa para evitar que me haga daño en la espalda. Se posiciona sobre mí y con las rodillas me separa las piernas dándole acceso a mi entrada. Ian da un empujón y me penetra de una sola estocada, mi cabeza se mueve a ambos lados al sentirlo duro y grueso en mi interior.
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ESTA SOY YO
RomanceHoy en un día como como cualquier otro, Mariane se dio cuenta que este mundo no estaba hecho para mujeres con sobrepeso, estas mujeres son rechazadas por la sociedad por el simple hecho de que no se acoplan a los estándares que dicha sociedad impone...