Joder, joder, jodeeer. Me estoy muriendo de los nervios, sinceramente jamás pensé verme vestida de novia a la entrada de la iglesia. Me encantaba pensar que me uniría a Ian en todas las maneras posibles, pero me aterraba entrar a la iglesia y ser el centro de atención. ¡Mierda! debería haber convencido a Ian para que fuéramos a las vegas y nos casáramos de forma express.
— ¿Estas lista mi niña? —Pregunta mi papá sacándome así de mis cavilaciones.
—Estoy más que lista papá, solo no dejes que tropiece. —Digo mirándolo con una sonrisa.
—Jamás mi niña. Vamos, que tu hombre ha de estar desesperado por que no entramos.
Asiento y tomamos nuestro lugares, Ian y todos los invitados ya estaban dentro, así que cuando nos acercamos a la entrada, la marcha nupcial comienza a sonar. Tomada del brazo de mi padre comenzamos a caminar hacia el interior.
Nos desplazamos lentamente por el pasillo, y conforme lo hacemos, observo rostros familiares y otros menos familiares, sonrío a todos y cada uno de ellos, tratando de agradecerles que se hayan tomado la molestia de venir, todos son familia, ya sean de Ian o míos, así que me sonríen de regreso.
Miro al frente y me quedo sin palabras, Ian está esperándome en el altar, en lugar de llevar un Esmoquin negro como es lo convencional, el suyo es del mismo tono de mi vestido y se ve increíblemente guapo. Lo miro sin poder apartar mi ojos de él, nuestras miradas conectan y todo a mi alrededor parece difuminarse, solo existimos él y yo. Sus increíbles ojos me miran y me recorren de arriba abajo, la apreciación en ellos hace que mi estomago se apriete. Escogí encaje, porque se lo mucho que le gusta verme vestida con él. Me sonríe y sus ojos se iluminan con amor, con deseo y con lujuria. ¡Mierda! estamos en una iglesia, cualquiera que lo vea podría darse cuenta de todas las cosas que seguramente se está imaginando.
—Te hago entrega de mi más preciado tesoro muchacho, espero que la cuides y la valores siempre. —Escucho decir a mi papá.
Ian no dice nada, sigue mirándome como si quisiera comerme ahí mismo. Mi papá se aclara la garganta para llamar su atención y lo logra.
—Gracias Señor Fuentes, créame que ella es lo más valioso que tengo en este mundo.
Mi papá asiente y pone mi mano sobre la de él. Mi padre se retira y toma asiento al lado de mi mamá. Ian se inclina besa mis manos, pero como si no fuera suficiente, se inclina y deposita un beso en mi mejilla.
—Mi amor, te ves increíblemente hermosa, me dejas sin aliento.
—Tú también te ves increíblemente guapo cariño, debo ser la enviada de todas las mujeres presentes.
Él sonríe y yo también. — ¿Sigo siendo tu guapo? —Pregunta con picardía.
—Siempre mi vida, ya lo sabes. —Digo segura de mí misma.
Desliza sus labios hasta mi oído y susurra. —Mmm, no sabes lo que me pone verte envuelta en todo ese encaje, esta noche me tomare mi tiempo para desenvolverte como el regalo maravilloso que eres.
¡Joder! Lo miro y sus ojos destellan llenos de lujuria y deseo, trago convulsivamente y echo una mirada hacia la multitud, al parecer nadie ha escuchado eso, así que me relajo y por mi parte le susurro. —Uf y espera a que veas lo que llevo debajo del vestido.
El suelta un pequeño gemido y sus ojos se desvían a mi cuerpo, como si quisiera ver a través de la ropa.
—Cariño, si sigues diciendo esas cosas, me temo que ese vestido no sobrevivirá la noche.
Suelto una risa. Me toma de la mano y nos acercamos nuestro lugares. La ceremonia comienza, así que escuchamos atentamente hasta que el momento de intercambiar nuestro botos matrimoniales llega. Ambos los décimos mientras nos miramos a los ojos y sellamos nuestro juramentos con un beso casto. Todos aplauden en nuestra dirección, mientras yo miro a Ian, ese beso no fue suficiente para mí, así que jalándolo de las solapas de su chaqueta, estampo mi boca en la suya y lo beso como había querido hacerlo desde que lo vi parado junto al altar, esperándome.
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ESTA SOY YO
RomanceHoy en un día como como cualquier otro, Mariane se dio cuenta que este mundo no estaba hecho para mujeres con sobrepeso, estas mujeres son rechazadas por la sociedad por el simple hecho de que no se acoplan a los estándares que dicha sociedad impone...