22. Prisionera

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Pero para mí mala suerte las cosas no siempre salen como uno piensa, al cruzar sin rumbo caímos a solo un par de metros de dónde antes nos encontrábamos, Aron se sobó la cabeza molesto. —¡Debes estar bromeando!

—Lo lamento, no pude concentrarme.—Él estaba por protestar, pero de la nada se transformó y salió volando, traté de alcanzarlo, pero segundos más tarde fui rodeada... Maldita ave traidora.

Frustrada, esa era la palabra que definía a la perfección como me sentía en este momento, lo había intentado, vaya que sí, pero sin importar cuanto tratase no lograba salir de este lugar ¿Por qué no podía hacer las cosas bien una vez?

Golpe la pared molesta, pero de pronto alguien toco mi hombro. En cuanto la ví no pude evitar saltar de gusto —¡Shira! No sabes la alegría que me da verte.

La chica me miró confundida—¿Quién es Shira?

Rápidamente me aparte apenada—Perdon yo... Me he confundido, soy An....—recuerdo que es peligroso revelar quien soy— Digo Ximena

De pronto ella estallo en carcajadas—No puedo creer que cayeras ¡debiste ver tú cara!

Yo la miro molesta—No es gracioso

—Claro que lo fue, pero bueno cuéntame princesa ¿Cómo es qué acabaste aquí?

—¿Dónde es aquí exactamente?

Ella soltó una carcajada—¡No lo creo! Sigues sin saber saltar, eso es una calumnia, eres la heredera de una raza de viajeros en el tiempo y no eres capaz de viajar en él, bastante irónico ¿No crees?

—Claro que lo sé y lo estoy intentando, pero aún tengo algunos problemas, puedes ya dejarlo estar

Ella alzo las manos en señal de rendición—Bueno vale, pero en verdad tienes que resolverlo, siempre que te veo estás en problemas.

—¿Y qué me dices tú? No es que me encuentre exactamente sola en esta celda de pacotilla.

—Solo fue una confusión, hacia mi trabajo y un par de idiotas me detuvieron por irrupción ¿Quién se creen? Además, ahora resulta que es un delito entrar al palacio de Arcares sin permiso ¿De cuándo acá nosotros necesitamos permiso?

Cuando menciona esto último me siento un poco confundida, pero al mismo tiempo el nombre me resulta familiar—¿Él palacio de Arcares? ¿Dónde está eso?

—Ya deberías saber que para nosotros no es donde, si no cuando, estamos en el último Tempus Asentio de la corona, es el torneo de amatisa de la princesa Adeleila, justo se acaba de escapar ¿Puedes creerlo?

—De que hablas ¿Escaparse? Pero creí que su destino era ser la siguiente heredera.

—Si, pero eso explícaselo a ella, al parecer no eres la única princesa que reniega de su destino.

Giro los ojos—Yo no reniego de mi destino, solo estoy tratando de acostumbrarme a el.—No es como que me niegue a asumir la responsabilidad que me encomendaron, solo quiero que las personas que quiero dejen de sacrificarse por mi ¿Es acaso mucho pedir? Las ganas de llorar vuelven, pero hago lo posible por mantenerme firme. 

—Como diga alteza.—dice esto último con burla, lo que me hace girar los ojos. 

—Si sigues burlándote así haré que te encierren.—Rio internamente por la ironía, como si una pequeña broma pudiera ser parte de mis problemas. 

Ella ríe—¿En verdad haría eso? Yo no lo creo, es demasiado buena para su propio bien.

Se que tiene razón y me molesta que me pueda leer tan fácil, si tan solo fuera más dura aquellos a quienes quiero no tendrían por qué serlo por mí, así que me pongo sería—No me pruebes, porque no sabes de lo que soy capaz.—ella carraspea y yo estallo en risas.—Quien fue la que cayó ahora.

El Secreto De La Sangre RosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora